#PERSPECTIVA DE ÁNGEL#
Me recoloqué la mochila mientras caminaba por el pasillo junto a Mitchel. Utilicé aquel movimiento para observar a Josh que andaba siguiendo nuestros pasos con la cabeza agachada. La verdad era que estaba un poco apática debido a que él no me había dirigido la palabra desde aquel fastidioso día en el que se hizo pública mi falsa relación con su amigo.
-¿Cuándo vas a encontrar a una chica que me sustituya?- Le pregunté directamente.
-Es que no hay ninguna que acepte lo que yo quiero. Todas se creen que quiero algo con ellas.- Me respondió él.
-¿Y qué necesitas?-
-Una chica que se haga pasar por mi novia delante de mis padres y que sea de una familia provechosa, sino mi padre no la aceptará.- Me explicó.
-¿A cuántas se lo has pedido?-
-A casi todas.- Resopló el chico.
Noté en su expresión que estaba agotado de correr tras las pijas mimadas del instituto. Los hermanos Stean no solían perseguir así a las chicas pero no le había quedado otro remedio. De repente, se me ocurrió algo que podría funcionar pero sabía que a él no le iba a gustar.
-Yo conozco a alguien que cumple tus requisitos y que no quiere nada contigo.- Dije omitiendo el detalle más importante.
-¿En serio? ¿Quién es?- Me preguntó ilusionado.
Vacilé en contestar durante unos segundos. A Mitchel no le iba a hacer gracia.
-Emily.- Terminé por decir.
Vi cómo la cara ilusionada de Mitch se convertía en odio y enfado.
-No. No le pediré ayuda a una de esas zorras.-
-Pero no tienes otra opción. Yo no voy a estar fingiendo ser tu novia durante mucho tiempo.- Le reproché.
-Encontraré a otra que lo haga.- Insistía sin llegar a ver la realidad.
Resoplé al ver la cabezonería del muchacho y me separé de ellos sin haber conseguido llegar a ninguna solución. Fue entonces cuando Josh puso su mano en el hombro de su amigo.
-¿Estás seguro de ello?- Preguntó el chico serio.
-Por supuesto.- Respondió Mitchel.
Ambos sabían perfectamente que eso no era cierto pero Mitchel no iba a aceptar ayuda del equipo contrario. El orgullo estaba por encima de él.
*****
Comencé a subir las escaleras buscando el piso donde se encontraba mi habitación. Podía percibir unas pisadas apresuradas que se acercaban a mí pero estaba tan concentrada en mis pensamientos que aquel sonido acabó siendo ignorado.
-¿Qué es de tu vida, blackgirl?- Me preguntó Ryke apareciendo de repente.
Me paré un segundo entre dos escalones mientras le veía subir hasta que se colocó a mi lado y pudimos continuar nuestro paseo.
-¿Blackgirl?- Repetí confusa.
-Sí, necesitaba un buen apodo para llamarte.- Me explicó mientras entrábamos en el pasillo de mi piso.
-¿En serio?-
-Por supuesto. Quiero que seas especial.-
En cualquier momento habría fruncido el ceño para demostrar que no era algo que me afectara pero, en cambio, alcé las cejas sin saber qué podría contestar a algo así. ¿Qué quería decir con esa frase? Saqué la llave de mi cuarto al darme cuenta de que ya habíamos llegado.
-Bueno... em... Hoy no estoy de buen humor.- Dije cambiando de tema para volver a mi posición fría y distante.
-Sé lo que necesitas. Vente conmigo.-
-¿Ahora?-
-Ahora pero tienes que vestirte de otra forma. Ponte cómoda.- Me confirmó.
Alcé las cejas de nuevo sin comprender el por qué pero acabé por hacerle una señal para que esperara ahí quieto. Entré en mi cuarto y me cambié: me puse unos leggings cómodos y una camisa suelta. Salí de la habitación y ladeé un poco mi cabeza hacia mi amigo como si le preguntara qué tal me quedaba.
-Perfecta.- Respondió.
Yo sonreí y cerré la puerta por completo para ir a... no sabía a dónde íbamos. El chico agarró su mochila y sacó de ella una pelota de baloncesto.
*****
Observé la pelota rebotar contra el aro sin llegar a entrar. Resoplé con fuerza puesto que no había conseguido marcar ni una sola canasta. Sin embargo, Ryke saltó, la cogió en el aire y marcó. Sonrió orgulloso mientras iba a buscar la pelota. Yo, por el contrario, puse los ojos en blanco.
-Esto se te da muy bien.- Añadí mientras le veía acercarse.
-No como a ti.- Se burló riéndose.
-Yo nunca he jugado, idiota.- Respondí poniendo mis manos en mi cintura.
Sonreí al darme cuenta de que mi mal humor había disminuido considerablemente. Inmediatamente, me senté en el suelo y miré a mi compañero, agotada.
-¿Qué pasa?- Me preguntó él sonriente mientras se sentaba a mi lado.
-Estoy cansada... Oye, gracias.-
-Te dije que esto te iba a sentar bien.-
-Sí. Desde luego lo necesitaba.-
-¿Qué ha pasado para que estuvieras de mal humor?- Me preguntó preocupado.
-Bueno... Mitchel me ha obligado a hacerme pasar por su novia hasta que encuentre a otra chica y Josh...-
-Está celoso.- Completó él al ver que me había parado.
-Sí. Si yo te gustara y estuviéramos en esa situación, ¿estarías celoso?- Pregunté inconscientemente.
-Me gustas y no estoy celoso.- Respondió él.
Me quedé paralizada. ¿En serio había dicho lo que creía que había dicho? No podía ser. No, eso no. Cualquier cosa menos eso.
-Eso es una confesión...extraña.- Terminé por decir terriblemente confundida.
-¿Por qué? Eres mi amiga y me caes muy bien, me gustas. Si a ti no te gusta Mitchel no veo el por qué Josh está celoso.- Dijo él haciendo que me calmara.
Aquella frase llegó a aliviarme. Por un segundo había pensado que de verdad yo le gustaba pero, en realidad, solo era como amiga.
-Ven, te acompaño a tu habitación. Te he metido tal paliza que no creo que seas capaz ni de caminar.- Se burló mientras se levantaba.
-Idiota.-
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¿Quién soy yo?
Teen FictionNo hay forma más básica de describir una historia que diciendo que contiene un inicio, un problema y un desenlace. No puedo decir lo mismo de esta historia protagonizada por una joven que, como muchos escucharéis decir, está perdida y parece buscar...