Juicio

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#PERSPECTIVA DE ÁNGEL#

Observé con cuidado al joven que se encontraba solo en la mesa del equipo azul. Por suerte para mí, no se trataba de Mitchel por lo que decidí acercarme sintiendo que debía quejarme o sino explotaría.

-Tu hermano me ha traicionado.- Le dije nada más sentarme.

-¿Y?- Preguntó indiferente.

-¿Cómo que "y"?-

-Mitchel suele decepcionar a todo el mundo. Es algo normal en él.- Me explicó.

-¿Tantas veces ha traicionado a la gente?-

-Bueno, ya le conoces. Hace todo sin pensar en lo que les pueda pasar a los demás. No te enfades porque sea él mismo. Además, algunas veces solo nos sentimos traicionados pero puede que no siempre tengamos razón.- Me aconsejó.

-Se nota quién es el listo de la familia.- Le alagué.

-Claro. Yo heredé la belleza y la inteligencia y Mitchel heredó el color de ojos de mi padre.- Se burló el muchacho.

Yo reí. Era la primera vez que vi a Adam presumir por algo puesto que era muy humilde pero me gustaba usara su autoestima para animarme.

*****

Clavé mis ojos en la calle que aparecía y desaparecía rápidamente por mi ventana. Luego, en mi padre que conducía en el asiento de delante del conductor. Parecía más tenso que yo, incluso. De repente, mi móvil vibró. Lo desbloqueé y miré qué podría haber sido.

"Hoy hay partido. Espero verte en las gradas, preciosa. ; ) Josh."

Me mordí la lengua al darme cuenta de que no le había avisado, ni a él ni a nadie, de qué no podría asistir, así que le respondí:

"No puedo ir. Voy camino del juzgado para que me digan la decisión que han tomado sobre mi caso. Nos vemos después del partido. Mucha suerte. Besos. Te quiero."

Entonces, guardé mi móvil a tiempo para observar aquel edificio. No comprendía por qué nos habían hecho ir al juzgado cuando aquellas cosas solían notificarlas por carta simplemente. Salí del coche y esperé a que mi padre lo cerrara antes de caminar junto a él y Margi hacia la entrada.

Recuerdo que estuvimos un largo tiempo en la sala de espera y que mi madre estuvo preguntando cada quince minutos cuándo podríamos reunirnos con el juez. De repente, apareció por la puerta una mujer vestida de traje, con los cabellos rubios peinados en un disimulado moño bajo, con unas gafas que escondían unos ojos azules y unas carpetas que sujetaba en el pecho. Me mordí la lengua al reconocerla.

-Señorita Illanon. ¿Qué hace usted aquí?- Preguntó mi padre mientras se levantaba para saludarla.

La verdad es que no me gustó nada ver a la asistente social que se había encargado de mi caso durante tanto tiempo. Me avergonzaba el pensar que le había causado tantos problemas.

-El juez ha pedido mi asistencia para... - Comenzó a decir pero, por desgracia, fue interrumpida por la secretaria.

-Disculpe, ya podéis pasar.- Añadió señalando la puerta que debíamos atravesar para encontrarnos con el juez.

Lo cierto fue que mi padre se dirigió hacia ella para abrirla de forma apresurada, con muchos nervios en el cuerpo. El resto, incluida la señorita Illanon, le seguimos. En el interior de la sala, mis padres se sentaron en las sillas que se encontraban frente a la mesa del juez mientras que yo me quedé de pie detrás de ellos. Miré directamente a los ojos de aquel hombre anciano de tez pálida que hacía juego con sus cabellos ya blanquecinos y sus ojos celestes.

¿Quién soy yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora