Pruebas contra recuerdos

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#PERSPECTIVA DE ÁNGEL#

-¡Esto es una injusticia!- Escuchaba gritar a mi tutor mientras daba golpes a la mesa de un becario.

-¡Han utilizado a mi hija! ¡La culparon de algo que no hizo!-

-Señor, tranquilícese. Su caso se juzgó hace tiempo. No podemos abrirlo sin más.- Le contestaba el hombre.

-Pues necesitamos reunirnos con el juez que dio la sentencia para demostrarle lo que pasó.- Explicó Margi mientras sujetaba a mi padre.

-¿Qué está pasando aquí?- Preguntó un señor vestido con una túnica negra.

-Estos señores quieren abrir el caso de la niña de hace doce años.- Añadió el hombre.

-Lo siento pero el caso ya fue juzgado y se la declaró culpable. No podemos hacer nada.- Añadió el abogado antes de darse la vuelta.

-Señor...- Dije para que parara. -Tengo pruebas.-

*****

Clavé mis ojos en el email que tenía frente a mí. Mis tutores habían contratado un abogado para que se hiciera cargo de mi caso y este había realizado una pequeña carta en la que informaba al juez de la existencia de pruebas que me exculpaban del delito que me había encerrado en el reformatorio durante tanto tiempo.

"Señorita Vang, el juez ya ha emitido su respuesta.

Expliqué la información sobre la existencia de un diario perteneciente a su madre biológica en el que se describe con detalle cómo fue maltratada por su padre biológico y en el que también se explica cómo este hombre cometió un asesinato en el que inculpó a su propia hija para poder librarse de la condena...

Se ha decidido que se realizará un nuevo juicio dentro de tres días laborables..."

Obviamente, había mucho más escrito... más detalles que ya conocía pero que me eran indiferentes. Por ejemplo, el abogado me recomendó que alguien fuera a testificar a mi favor a pesar de que el diario sería prueba suficiente para liberarme de aquel enorme peso.

Tenía claro que Myke sería mi testigo y que lo haría encantado. Sin embargo, giré en mi cama sintiendo el cansancio sobre mi cuerpo.

No comprendía de qué serviría todo eso ahora. Yo ya había pasado prácticamente toda mi vida en aquella cárcel y nadie podría quitarme todos esos años perdidos.

*****

Caminé por el jardín con mucho pesar. Mi ánimo, en realidad, estaba por los suelos. Alcé mi mirada esperando que apareciera una imagen que me animara. Sin embargo, solo me percaté de la presencia de Mitchel que caminaba directamente hacia Emily.

Resoplé con fuerza. La verdad era que, después de aquella información que había recibido de golpe, mi rencor hacia todo el mundo que me había traicionado o utilizado había crecido de forma considerable.

Supuse que solo iban a charlar sobre su relación falsa Como no quería hablar con aquella manipuladora y odiosa mujer, esperé con la intención de conversar con Mitch después de que se separaran gritando y discutiendo como era normal.

Sin embargo, una vez estuvieron lo suficientemente cerca, se unieron en un beso. Abrí la boca sorprendida. Mitch siempre se había quejado de ella pero parecía que lo estaba disfrutando. Miré a mi alrededor sin poder creérmelo pero parecía ser la única, aparte de ellos, que se encontraba allí.

Negué con la cabeza sin comprenderlo mientras volvía a caminar. Aquello no hacía que mi ánimo mejorara.

*****

Clavé mis ojos en el campo de fútbol. Sólo era un entrenamiento normal y corriente pero, debido a mi humor, para mí solo eran un par de idiotas persiguiendo un balón. De repente, Mitchel corrió directamente hacia mí con una gran sonrisa.

-Hola, rebelde.- Me saludó de buen humor.

-Hola.- Le dije secante.

Me miró raro ya que no sabía lo que me pasaba.

-¿Te ocurre algo?- Me preguntó preocupado.

-No, nada.- Respondí mientras me levantaba y comenzaba a caminar sin querer mencionar nada más del asunto.

-Ángel, te conozco. Sé que algo tiene que pasarte sino no estarías tan terca.- Continuaba diciendo entrometiéndose en mi camino.

-No creo que quieras saberlo.- Seguí negando.

-Sí quiero.-

-Está bien.- Resoplé.

-Estoy un poco mosqueada.- Comencé a contarle. -Porque te vi besar a Emily.- Dije finalmente.

Mitchel se quedó un momento paralizado intentando buscar una frase.

-Tuve que besarla sino no se creerían que estamos saliendo.- Añadió después de un breve silencio.

-No había nadie. Solo estaba yo y vosotros no sabíais que yo estaba allí.- Le repliqué.

-Estábamos... ¿ensayando?- Dudó en contestarme.

-¿En serio?- Pregunté sin creérmelo y me di la vuelta para irme.

-Sí, para cuando tuviéramos que hacerlo delante de gente.- Siguió explicando sin conseguir convencerme.

-¿Por qué no admites de una puta vez que te gusta y punto?- Le grité llena de ira porque no dejaba de ponerme excusas.

Me miró con la boca abierta sin saber qué decir y, como me percaté de que tardaría en hablar, me fui sin querer continuar en aquella conversación. Entré en el edificio buscando cualquier lugar que me sirviera para relajarme y quitarme toda la ira que tenía en el cuerpo. Sin embargo, al cruzar una esquina, sentí un golpe al chocarme con un muchacho.

-¡Ten más cuidado, gilipollas!- Grité inconscientemente.

Cuando me paré pude verle mejor y le reconocí. Era el chico con el que siempre me chocaba y que nunca me había pedido perdón ni me había ayudado a recoger las cosas que me había tirado al suelo.

-Vaya humos.- Dijo al saber que era yo.

-Lo siento...- Susurré avergonzada porque hubiera usado aquel momento para soltar todo lo que tenía encima.

-¿Un mal día?- Preguntó.

-Sí...-

-En los malos días siempre hay una persona que te saca una sonrisa.- Añadió antes de irse.

Le miré extrañada. No comprendía su actitud pero tenía algo que me llamaba la atención.


¿Quién soy yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora