#PERSPECTIVA DE ADAM#
Miré la bandeja mientras apretaba los puños con fuerza.
Mal, mal, mal, mal, fatal. No podía irme peor... Aún se me venía a la cabeza el recuerdo de Amelie, de su mirada enojada, a la vez que nostálgica. Aquello no hacía más que desconcentrarme. ¿Por qué tenía que pensar en ella? Se suponía que todo quedó en el pasado.
Yo la dejé porque se avergonzaba de mí. Ella se vengó uniéndose al equipo rojo y haciéndome jugarretas continuamente. Yo conocí a alguien que me hacía feliz y que adoraba. ¿Por qué coño tenía que quedarme embobado pensando en el momento en el que la miré triste?
Estaba tan sumido en mis pensamientos que ni siquiera me daba cuenta de quién tenía a mi alrededor. Escuchaba palabras que mi cerebro no conseguía entender, más bien, no les prestaba la atención a esas frases. Miraba a Amelie sin pensar en quién pudiera percatarse de ello. Una mano se me cruzó varias veces por delante de mi cara para que reaccionara.
-Adam. ¿Estás ahí?- Preguntaba preocupada Tania al verme tan distraído.
-¿Em?- Añadí dándome cuenta por fin de donde estaba.
Mi hermano me miraba conociendo mis problemas. Sus ojos mostraban seriedad y responsabilidad, justo lo que yo no era capaz de representar en ese momento.
-¿Te pasa algo? Últimamente estás como... distante.- Dijo Josh que estaba sentado al lado de mi novia.
No quería mentir pero tampoco podía decir la verdad así que solté las palabras más adecuadas en aquella situación.
-No, es que estoy.... pensando.-
-¿En qué pensabas?- Preguntó mi novia.
Clavé mis ojos en ella intentando no mostrar inseguridad. En ocasiones, me daba la sensación de que sabía que miraba a otra persona y no se me ocurría nada con lo que librarme.
-Estaba mirando hacia el equipo rojo así que estaría pensando en otra broma.- Respondió Mitchel.
Le agradecí con la mirada que me ayudara con aquello pero él me dirigió una mirada inexpresiva y volvió a su bandeja.
-Em... sí. Eso es.- Me limité a decir.
-¿Y qué tienes?- Añadió Josh sin comprender las miradas entre hermanos.
-¿Qué?-
-Que qué tienes organizado de la broma.- Completó Tania.
-Eh... aún estoy trabajando en ello.- Contesté removiendo la ensalada con el cubierto que sostenía en mi mano.
De repente, una voz aguda distrajo a todo el mundo de la conversación que yo prefería evitar.
-¡¡Mitchel!!- Le llamó Delia desde el otro lado del comedor.
Movía el brazo exageradamente para que mi hermano la hiciera caso pero él se limitó a bajar la cabeza y esperar fervientemente que la pija no se acercara a nosotros. Por desgracia, Delia caminó hasta nuestra mesa y se sentó al lado de Mitch agarrándole fuertemente del brazo, lo más pegada posible a él.
-Hola, Delia. ¿Qué tal?- Preguntó Mitchel con una sonrisa falsa en su rostro.
-Tienes que decirme de qué color será tu camisa de mañana.-
-¿Mañana? Y yo que sé lo que me voy a poner mañana.-
-¿Cómo no puedes saberlo?- Añadió ella sorprendida en plan mal elevando la voz.
-Yo esas cosas las decido al momento, no el día anterior.- Reprochó él.
-¿Cómo puedes ser así? ¡Qué desorganizado!- Criticó la chica soltando a mi hermano.
Miré a la chica. Sabía que ella podía ser especialmente agotadora y, desde que se había fijado en él, estaba más insoportable que nunca.
-Lo que tú digas pero, ¿por qué quieres saber eso?-
-Para vestirnos a juego.-
-¿A juego?- Repitió Mitchel frunciendo el ceño preocupado.
-Sí. ¿No quieres que la gente nos vea y piense que somos la pareja perfecta?-
-Claro...- Decía mi hermano sin muchas ganas.
-¡Mentira! ¿Cómo puede no interesarte nuestra relación? ¡Lo único que haces es fingir cuando estoy delante! ¡No te importa nada!- Gritaba la pija con su voz de pito mientras se levantaba.
Más de una vez pensé que esa chica era bipolar. Aunque todos estábamos acostumbrados a esas reacciones ya que Delia era una de esas personas que eran capaces de cambiar de humor en un solo segundo. Vi cómo la ira se encendía en los ojos de mi hermano.
-¡Ya estoy harto! ¿Necesitas que te vuelva a explicar lo que somos?- Gritó fuertemente Mitchel furioso, levantándose bruscamente, haciendo que la mesa temblara durante un momento y tirara los objetos que estaban sobre ella.
-¡No! ¡Según tú no somos nada!- Añadió la chica antes de irse a punto de llorar.
Mi hermano se sentó agotado de aguantar a esa niñata que no entendía que lo único por lo que estaban juntos era porque sus padres lo querían así. Apretaba con fuerza sus puños haciendo que todo su cuerpo se tensara. Apoyé mi mano en su hombro para darle ánimos a lo que él me lanzó una mirada aún furiosa pero agradecida.
-Debes hacer algo. Tienes que explicárselo de otra manera.- Le aconsejé.
-No sé cómo...-
-¿Por qué no le dices que tienes novia?- Añadió Josh.
Me pareció una idea un poco estúpida.
-Se supone que Delia es su novia.- Le corregí para que se diera cuenta de la barbaridad que había dicho.
-Me refiero a que le digas que, en realidad, te gusta otra chica y que quieres salir con ella en serio. Quitas a Delia de tu camino y encuentras a otra que acepte el trato que tú quieres tener. Y si no encuentras una a tiempo díselo a una amiga para que se haga pasar por tu novia hasta que encuentres a la apropiada.- Aquella idea tampoco estaba tan mal aunque me escandalizó mucho su corto vocabulario.
Intenté ignorar el hecho de que había utilizado el verbo "encontrar" tres veces en la misma frase. Ya sé que muchas veces era demasiado tiquismiquis y todo eso pero no soportaba esas cosas.
-Sí. Es una buena idea. Gracias.- Se despidió Mitchel contento antes de irse.
Sinceramente, me preguntaba quién sería la afortunada que diera de lado a la pija de Delia. ¿Realmente Mitchel encontraría a una chica capaz de soportar el trato que él suele hacer? La mayoría de las chicas en el instituto eran unas pijas mimadas. Yo tuve suerte al encontrar a alguien como a Tania.
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¿Quién soy yo?
Novela JuvenilNo hay forma más básica de describir una historia que diciendo que contiene un inicio, un problema y un desenlace. No puedo decir lo mismo de esta historia protagonizada por una joven que, como muchos escucharéis decir, está perdida y parece buscar...