Definitivamente le gustaba la abogada. Se odió así misma por verse queriendo otro nuevo romance pasajero. Hace tan sólo unas horas que le prometió a su cuerpo un poco de paz mental y descanso sexual. Le era imposible. Qué poca fuerza de voluntad. Verdaderamente tenía una gran adición al sexo.
Pero no era eso lo que le removía la cabeza. No había visto ni un ápice de interés por parte de la letrada y de verdad le causaba preocupación en la misma cantidad que sorpresa. Vanesa no sabía quién era Malú, la estrella principal de finanzas de Nueva York. Hacía mucho tiempo que no estaba tan cómoda pudiendo ser quien quisiese.
Lejos estaba de ser una obscena cuando le preguntó a la directora si iban a tener sexo. Lo achacó al alcohol. Mañana no se acordaría de nada y no iba a ser Malú quien le contase a su acompañante su inesperada pregunta de anoche. Vanesa era elegantemente preciosa. Elegantemente interesante. Y que no presentase curiosidad por acostarse con ella, le parecía muchísimo más elegantemente sensual. De pronto se vio atraída por la mujer que estaba en su cocina.La no inocente abogada quiso preguntar dónde estaba el servicio, y en cuanto Malú se lo indicó, ésta última salió al jardín interior a fumarse un cigarro antes de acostarse.
Su mente se fue al trabajo. Tenía reuniones el viernes con el COO y el CSO. Debíamos implementar técnicas de venta más estratégicas. Las últimas no funcionaron como se esperaban. Pocas veces se equivocaba en negocios y sin embargo, los dos últimos clientes no entraron por el aro.
Un pensamiento rápido la llevó a otro lugar. Qué bien trabajaría con Vanesa. Mano a mano. Era consciente de lo buena que era la letrada en su puesto laboral. Estaba suficientemente informada como para quererla en su negocio internacional.
"Excesivo trabajo y yo invirtiendo el tiempo en conocer a desconocidos"- volvió a la realidad.
Realmente ni siquiera sabía si a Vanesa le atraían las mujeres o si por el contrario, debía probarlo para que así fuese. Pero quiso invitarla a su casa. Nunca habría permitido que la consejera legal cogiese el coche con tal cantidad de alcohol en sangre.
La teoría de Malú siempre fue que si no te gustaba una mujer, era porque una no te había seducido en condiciones. Y en eso ella era toda una experta.
Aún recuerda cómo se le resistió Amanda los primeros días.Amanda era una mujer de veintiocho años que desbordaba sensualidad cuando se movía, hablaba o caminaba. Malú jamás habría insistido en seducir a una chica como ella, no era la clase de mujeres por las que moría, pero notaba cierto sentimiento recíproco.
Era la secretaria del jefe del departamento de ventas. Con el tiempo se enteró de que la secretaria se había prometido con un comerciante de las afueras de Manhattan y, sin embargo, cuando Malú empezó a flirtear y dejar claras sus intenciones, Amanda no comentó que en menos de un año estaría pisando un altar.
A pesar de dejarse seducir por su jefa, Amanda
constantemente buscaba excusas para no verse fuera del horario laboral. "Sabía que caería si nos encontrábamos fuera de las oficinas"- quiso pensar, y efectivamente, en la primera cena de empresa que coincidieron, Malú le enseñó el corto y apasionado camino hacia su cama.
Ahora Amanda está compartiendo piso con una mujer dos años mayor que ella. "Nada como probarlo para saber qué es"- se dijo así misma satisfecha de lanzarse a la piscina como siempre hacía.Vanesa apareció en la puerta del jardín y carraspeó para llamar la atención de Malú, que no hizo ni el amago de sobresaltarse. Se dio una vuelta lenta para mirarla de frente.
Malú: ¿Ya estás preparada?- la abogada asintió como respuesta. Apagó su cigarrillo y fue hacia la puerta- Pues venga, descansemos que mañana tienes trabajo-
Se encaminaron escaleras arriba hacia el dormitorio de invitados- te puedes quedar aquí- le mostró la habitación, la cama con las sábanas de franela, un ventanal que ocupaba toda una pared y un enorme vestidor con elegantes vestidos, camisas y zapatos de tacón. "Malú en potencia"- pensó.
Malú: En aquel cajón encontrarás algo que ponerte para dormir, puedes coger lo que quieras- le señaló uno de los cajones del vestidor- Te despertarás tarde, así que no te dará tiempo a ir a por tu coche y volver. Puedes probarte ropa mañana, creo que encontrarás algo adecentado-
Vanesa lo sabía. Son las siete de la mañana, está empezando a amanecer.
Vanesa: Bueno... te estás portando demasiado bien sin conocerme- Malú se río.
Malú: En realidad sí que sé de ti. Más de lo que imaginas. Mañana en el desayuno preguntas, no seas impaciente, Martín- le dijo viendo las claras intenciones de la abogada- A descansar- le cerró la puerta del dormitorio y la dejó con la palabra en la boca.La una y media del mediodía pasaba cuando la directora abrió el ojo a causa del horrible sonido de su móvil. El sol la cegó.
A regañadientes alcanzaba el teléfono de la mesita.
Liam.
Siempre Liam.
Cómo se nota que no trasnochó anoche- murmuró.Malú: Sánchez-
Liam: Perdona que te moleste, sé que es tu día libre pero-
Malú: Liam, no apareciste ayer por la gala- le cortó- Te recuerdo que eres el subdirector de Fraday Lorence, que no eres un mero secretario. Tu obligación ayer era estar allí, no te estoy pagando para que no cumplas con los requisitos que se te exigen- el chico se tomó unos segundos de silencio.
Liam: Lo siento, Malú. No volverá a suceder-
Malú: Eso espero- sentenció- y ahora dime para qué me has llamado sabiendo que yo SÍ que fui al Greenwich-
Liam: necesito contactar con catering para el curso de iniciativa emprendedora de la semana que viene-
Malú: Liam, ¿y para eso necesitas mi ayuda?- suspiró tumbándose de nuevo mirando al techo.
Liam: Sólo necesito un presupuesto-
Malú: Pffff... No hay presupuesto estipulado, tira del fondo de la empresa- colgó sin despedirse. Qué poco independiente era el subdirector. En ocasiones desearía que fuese otra persona. Su absoluta dependencia sumada a su insistencia de cortejar a Malú constantemente le iban a costar su puesto de trabajo tarde o temprano.
La directora cerró los ojos dos segundos más. Tumbada boca arriba, los brazos extendidos y el móvil en la mano. Suspiró antes de incorporarse en la cama y fue directa al baño de su habitación. Puso algo de música con el volumen por debajo de la media, lo justo para no despertar a su invitada. Encendió el agua caliente y se dio una ducha rápida.Vanesa: Buenos días- dijo la abogada bajando las últimas escaleras en dirección a la cocina. Aún algo tímida y avergonzada por lo sucedido anoche. Malú le dedicó la mejor sonrisa que tenía.
Vanesa: qué bien huele. ¿Qué cocinas?-
Malú: Arroz con verduras. ¿Te gusta?- Vanesa asintió y se acercó a mirar a la vitro cerámica a ver cómo estaba quedando aquello.
"Demasiado cerca, Martín..."- pensó la empresaria. Le hizo una radiografía de arriba a abajo cuando Vanesa se dio la vuelta para ir a sentarse a la isla de la cocina. Llevaba un pijama beige de camiseta estrecha que dejaba entrever el comienzo de su pecho. Volvió la vista a la sartén.
Malú: ¿Qué tal la resaca?-
Vanesa: Bueno, podría estar peor así que prefiero no quejarme demasiado- se acomodó en el taburete.
Malú: Si quieres puedes quedarte a comer, nos arreglamos y te acerco al Greenwich para que recojas tu coche-
Vanesa: No te preocupes, ya me has hecho demasiados favores, no será necesario que me lleves, puedo coger un taxi-
Malú: Está bien, te llevaré- Malú sentenció la conversación, se giró para mirarla y ambas rieron- no es por ser maleducada, pero estás en mi casa...- se chupó un dudo al mancharse- territorio Sánchez- cogió un mantel que sacó de uno de los cajones de la encimera y se limpió las manos. Vanesa se dio por vencida sabiendo que nadie convencería a Malú para que no la llevase al hotel.
Vanesa: Bueno.. ve a lo que realmente me interesa- Malú tomó asiento en frente- ¿a qué te dedicas?- la abogada había decidido que tomaría a la mujer de la americana como rival. Como si de unos de sus juicios se tratara. Esta vez no la dejaría irse por peteneras.
Malú: ¿Te suena Fraday Lorence?- Vanesa asintió.
Como si todo pasase a la más alta velocidad por la cabeza de la letrada, de repente asoció la cara con el nombre y la revista. Le cambió la cara y Malú lo notó. A pesar de ello no mostró satisfacción alguna.
Vanesa: Oh Dios, eres extremadamente rica- se tapó la boca de tirón según sus palabras salieron de su boca. Ahora sí que la directora echó a reír. La letrada era auténticamente espontánea.
Malú: Soy la directora general de la revista-

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Todas las mujeres que habitan en mí.
FanfictionEl sexto sentido de la defensora Martín asoma al ver a la directora de la revista Fraday Lorence.