Capítulo 32.

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Los ojos casi verdes de la abogada en días nublados, fueron los primeros en abrirse. Observó el cuerpo de la directora tendida en la cama, aún dormía tranquila. Miró el reloj de la mesita, en apenas diez minutos sonaría el despertador. Se incorporó sentándose en el borde de la cama y se tomó la libertad de acceder al vestidor de la empresaria. Todo le olía a ella. La gran cantidad de camisas lucían perfectamente planchadas y colgadas en orden según la escala de colores. Prevalecía el blanco, sin duda era el que más le favorecía. No tuvo valor para descolgar ninguna. Se paró frente al ventanal de la habitación para ver la vida pasar desde sus ojos. Así que esto es tener una relación... quizás le interesara. Al fin y al cabo no se estaba tan mal. Se encaminó hacia el baño y se lavó la cara. Las ojeras del día anterior le habían dado una tregua. Suspiró y volvió a mirarse. Estaba agotada todavía, no rechazaría dos horas más de sueño. Preparó el agua caliente y quiso volver a la cama con toda la intención de que Malú le acompañase en su ducha. Apartó las sábanas de franela que le cubrían la parte baja de la cintura, y dejó un rastro de besos en su tripa y en sus piernas que en seguida encendieron su sexo. El tiempo sólo quiso concederle tres mordiscos más, como si de deseos se tratase. Uno en la cadera, otro en el borde del tanga, tirando de ella, y el último lo dejó para el interior de su muslo. Sonó la alarma. Fin del juego. La empresaria no abrió los ojos, únicamente le hizo un gesto para que trepase por su cuerpo hasta ponerse a la misma altura.
Vanesa: Buenos días- le mordisqueó el cuello, que era lo que tenía al alcance.
Malú: Mmmm sí que lo son...- quiso apretarla fuerte contra ella y se acurrucó después de darle un beso en el pelo.
Vanesa: ¿Me acompañas a la ducha?-
Malú: Por supuesto, sólo dame un minuto...- no pudo evitar hacerse la remolona un poco más. Había dormido del tirón toda la noche. Finalmente accedió a levantarse y se acompañaron la una a la otra hasta el baño.
Malú: Creo que te has dejado algo a medio hacer...-cerró la mampara desde dentro, tanteando la temperatura del agua. Ya estaba más despierta, y se acercó insinuante apoyando sus manos sobre la cintura de la letrada.
Vanesa: ¿Y quién te dice que lo he dado por acabado?- le dio un beso intenso, con fuerza, con todas las ganas que ayer no expulsaron sus cuerpos. Necesitaba sentirla dentro a todas horas y verla morir de placer. Le agarró de las manos obligándole a darse la vuelta y ponerlas contra la pared. No era la primera vez, ya había comprobado antes que le encantaba hacerlo así. La directora solía ser quien siempre capitaneaba sus relaciones sexuales, pero con la abogada era difícil no debilitarse a veces y dejarse hacer. Su sexo y su estómago respondía de una forma diferente cuando era Vanesa quien la tocaba, y sus piernas no temblaban de igual manera que con cualquier otra. Había tenido tres semanas para asumir que el sexo que está teniendo con la letrada no es comparable a ningún polvo pasajero anterior y mucho menos parecido a las aventuras de tres días que había tenido con otras mujeres. Con Vanesa no eran ni polvos comunes ni sólo tres días.
A la mujer más segura de todo Nueva York de pronto se le asomó un pequeño ápice de miedo en el pecho. Sus ganas de encontronazos aleatorios y furtivos con mujeres a las que no conocía de más de dos horas, habían desaparecido. Nunca volvería atrás y, por supuesto, no se arrepiente de nada, realmente disfrutó mucho de todos ellos, pero algo no era igual en su cuerpo desde que se encontró con la abogada.
Menos de cuatro minutos fue lo que le hizo falta para escuchar un "Vanesa, joder" entre gemidos y tener que sujetar a Malú por la cintura antes de que perdiese todas sus fuerzas. Rápido recuperó el aire y lejos de dejarlo estar, despegó su frente de la pared de la ducha y se giró para devolverle a su mujer lo que no había acabado.
Malú: Siéntate- ella hizo lo mismo sentándose en el suelo de aquella ducha hidromasaje. La otra decidió no preguntar y acatar la orden de la directora. Sentó a la letrada entre sus piernas, acogiéndola en sus brazos, pudiendo llegar con sus manos allá donde quería. Comenzó despacio para aumentar el ritmo según se lo iba pidiendo la respiración de Vanesa. Le mordió la oreja cuando la abogada echó su cabeza hacia atrás, abriendo la boca para poder coger aire y gemir más alto de lo esperado. La de Brand & Cooper no fue capaz de abrir los ojos, su estómago sólo le permitía disfrutar una y otra vez de la experiencia de Malú cuando de sexo se trataba.
Tres veces fueron las veces que la abogada llegó al orgasmo.
Vanesa: Para, por favor- aún jadeaba y se dejaba retener por la directora.
Malú: ¿Te encuentras bien?-
Vanesa: Sí, joder, pero necesito un respiro-
Malú: Te daré una tregua porque voy a llegar tarde a la reunión, pero esta noche no te me escapas- le agarró de ambos pechos con las manos, apretándolos con la suficiente fuerza como para que Vanesa volviera a gemir- Y ahora, señorita Martín, recompóngase, que la ducha le espera- un beso le dejó en la boca.
Su reunión con el representante sindical de la comunidad de Fraday Lorence, comenzaría a las nueve. Debían negociar la indemnización de aquellos a los que despidieron la semana pasada.
Vanesa: Oye, me gustaría que me dejases el número de teléfono de Elliot- cogió el champú y se volcó un poco en la mano- ayer estuve mirando su caso y me gustaría hablar con él, cuanto antes empecemos, mejor-
Malú: Pues mira, te lo agradecería, porque Robbert, mi abogado de siempre, empieza a ser algo mayor y no le quiero meter demasiada tralla-
Vanesa: ¿Robbert? ¿El consejero legal principal del bufete que hay al oeste de Madison Avenue?-
Malú: ¿Lo conoces?- frunció el ceño.
Vanesa: ¡Por supuesto! Estuvimos trabajando cuando terminé mi formación-
Malú: Pues sí, es mi abogado desde que me metí al mundo empresarial-
Vanesa: Vaya...- la directora le sonrió y la besó antes de meterse debajo del agua para aclararse el pelo.
Malú: Después te daré el número de mi hermano, entonces-
Vanesa: Fenomenal-
Malú: Y Vanesa, por favor... no dudes en ayudarle en todo lo que puedas, seré yo quien se encargue de pagarte hasta el último dólar-
Vanesa: Malú, no voy a embolsarme absolutamente nada por darle un par de consejos-
Malú: Vanesa, sí-
Vanesa: Malú, te estoy diciendo que no lo voy a hacer-
Malú: Escúchame, por favor- le cogió de las manos en forma de súplica- eres la mejor abogada de todo Nueva York y obviamente sé que tus servicios para algunos son inasequibles, pero no es mi caso-
Vanesa: Son tu hermano y tu sobrina...-
Malú: Pero es tu trabajo y tu tiempo, y no quiero aprovecharme de nada. O aceptas mi oferta de dinero o le buscaré otro abogado aunque sea más mediocre-
Vanesa: Qué carácter, cariño...- la directora sonrió triunfante y al fin se decidió a salir de la ducha.
Se vistieron tan rápido como pudieron y bajaron a la isla de la cocina a desayunar algo antes de irse.
Se les hacía tarde y hoy Malú no podría llevar a la letrada hasta el trabajo. Le indicó dónde estaban las llaves de sus coches y dejó a Vanesa con el café aún a medias cuando ella salió hacia el garaje corriendo.
Un beso y una palmada en el culo antes de irse, como de costumbre.

Todas las mujeres que habitan en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora