Capítulo 40.

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No le dio ni cinco segundos que ya la tenía abrazada al cuello.
Malú: ¿Qué te pasa?- la chica no paraba de llorar pero tampoco soltaba a la directora- Entra, hace frío- cerró la puerta tras ella.
Johanna: ¿Puedo dormir hoy aquí?- esta vez sí la soltó.
Malú: Pues, verás... no estoy sola, Johanna- alzó la vista escaleras arriba, con claros signos de prácticas sexuales. Los tacones y las camisas tanto de ella como de Vanesa, estaban tirados por los escalones.
Johanna: Oh, perdón. No quería molestarte Malú, yo...-
Malú: No te preocupes-
Vanesa: Cariño, ¿todo bien?- terminó de hacerse la lazada de su bata cuando apareció en el salón.
Malú: Sí Vanesa, puedes subir si quieres-
Johanna: No, yo ya me iba- se secó un par de lágrimas que le cayeron. No soportaba imaginar a la directora manteniendo sexo con otra.
Vanesa: Tranquila, puedes quedarte. ¿Estás bien?- le surgió una preocupación por la joven- Soy Vanesa Martín, abogada- le tendió la mano y Johanna le devolvió el saludo presentándose también. No tardó en entender quién era aquella chica que le acababa de interrumpir su noche placentera- ¿quieres un té? Te vendría bien-
Johanna: De verdad que no, siento haberos interrumpido, no debía haber venido-
Malú: ¿Estás segura? Puedo prepararte algo para llevar, al menos- la letrada se fue hacia su bolso.
Vanesa: Malú, ¿me esperas arriba?- la directora asintió, tenía ganas de acabar con esto. Vanesa retornó la vista hacia el primer piso para asegurarse de que la empresaria había subido- Toma- le dio su tarjeta de presentación- me han contado qué te ha pasado, si necesitas cualquier cosa o te animas a llevarlo más allá, puedes llamarme-
Johanna: Muchas gracias, señora Martín- le acompañó a la puerta para despedirla.
Vanesa: ¿Necesitas dinero para el taxi?- la joven negó con la cabeza- Cuídate, Johanna- cerró la puerta y se apoyó en ella. Sintió una gran lástima por esa chica aunque le hubiese interrumpido el polvo y se hubiese acostado con la mujer que le esperaba ahora en la cama.
Subió después de beber agua y se acercó hasta Malú, la directora se había quedado dormida esperándola, y eso que no había tardado. La observó desde el otro lado del cuarto, cerca de la puerta del vestidor. Se sentía afortunada de poder dormir allí con ella. Después de contarle que nunca nadie se había metido en su cama, ella podía andar libremente y con seguridad por allí. Como si fuese su propia casa. Estaba preciosa. La directora llevaba una gran semana de trabajo intenso, estaba realmente agotada, entendía que su cuerpo no le diese para más. También habían influido los días en los que no supo nada de la abogada. Poco durmió esas noches. La volvió a mirar sentada a su lado esta vez. La quería, era eso. No podía ser otra cosa lo que le hacía sentir.

Eran las siete y cuarto cuando la abogada despertó con el sonido de la ducha. Bajó a preparar café para dos y recogió la ropa tirada en la escalera. Hoy sería un gran día en la sede de Fraday Lorence y ella quería formar parte de eso en su pequeña medida. Dejó la cafetera en el fuego y fue derecha a vestirse. Llamó dos veces a la puerta del baño. Sin respuesta. Llamó una tercera.
Malú: ¡Pasa!- la abogada abrió y una nube de vapor con olor a vainilla la envolvió.
Vanesa: Pffff, ¡pero sí aquí no hay quien respire!- se le fueron los ojos al cuerpo desnudo y mojado de la directora, que asomó la cabeza tras la mampara.
Malú: ¡Exagerada! Ven aquí a darme un beso-
Vanesa: Qué manera de provocar, Sánchez...- se acercó a regañadientes a darle un beso rápido a su mujer.
Malú: Salgo en un momento, no tardo- le sonrió de verdad, con ganas.
Vanesa: ¿Puedo cogerte algo para ir a trabajar?-
Malú: Claro, ¡pero nada de escotes, no quiero llegar tarde!- le gritó mientras se terminaba de enjabonar y sonreía para sí misma, pero esta vez con picardía. Vanesa negaba con la cabeza por los comentarios siempre divertidos de la empresaria.

Ya vestida la abogada, Malú salió del baño y se sentó en la cama aún desnuda a ponerse la ropa.
Malú: Qué guapa estás-
Vanesa: Gracias, cariño- se sonrojó y aprovechó para meterse al servicio. Un moño bien alto y el flequillo suelto. Silbó piropeando cuando vio a la directora con un precioso vestido corto que sólo dejaba a la imaginación el principio de sus piernas. Los tacones y ella venían de la mano.
Malú: ¿Te gusta?- se dio una vuelta sobre sí misma para que Vanesa la pudiese ver bien.
Vanesa: Por supuesto. Estás preciosa-
Malú: Venga, hazme hueco que me peino y bajamos a desayunar-

Se sentaron en la isla de la cocina a tomarse cada una su café con sacarina. Cortado para ambas.
Vanesa: ¿Sobre qué hora pasará Liam a buscarte?-
Malú: No debería tardar- miró su reloj- antes de y media estará por aquí-
Vanesa: Oye, y Liam... ¿nunca ha intentado nada contigo?-
Malú: Cariño, te sorprendería la cantidad de gente que ha querido tener algo conmigo-
Vanesa: Dudo que me sorprendiese-
Malú: Bueno... me ha pasado de todo- bebió un trago de café y le dio una calada a su cigarro- Liam siempre me ha insistido en salir a comer o cenar, pero nada más. Últimamente sólo hablamos de trabajo y bueno, sabe que estoy conociendo a alguien-
Vanesa: ¿Se lo has contado?-
Malú: Se dio cuenta él cuando nos fuimos el fin de semana a Nueva Jersey- de nuevo otra calada.
Vanesa: ¿Te puedo hacer una pregunta?-
Malú: Suéltalo-
Vanesa: ¿Nunca han querido sexo a cambio de alguna contratación o nuevo proyecto empresarial?-
Malú: Mmm eso no. Hubo una vez que el jefe de una editorial me pidió que saliese a cenar con su hijo y él publicaría un artículo sin coste-
Vanesa: ¿Con su hijo?- se rió burlándose de ella.
Malú: No te rías, como esa hay mil... al menos treinta empleados me han pedido consulta en mi despacho para pedirme el número de teléfono o invitarme a salir-
Vanesa: ¿Tengo que preocuparme?- frunció el ceño.
Malú: Tranquila, ninguno de ellos es una mujer- le sacó la lengua y se terminó el café- Después hay alguno que ni siquiera me habla, eh. Me los cruzo en los pasillos y no se atreven ni a mirarme-
Vanesa: ¿Tanto impones?-
Malú: No sé, dímelo tú. Te recuerdo que en el acto benéfico del mes pasado me acerqué yo, no hubo manera de que lo hicieses tú-
Vanesa: ¡No seas mentirosa!- sonó el timbre de casa, ahí estaba el subdirector. Chaleco y pantalones blancos impecables. Su casi metro noventa, su barba recortada y la sonrisa que siempre le hacía encantador. Cualquiera caería rendida a sus pies. Pero Malú nunca fue una cualquiera.
Malú: Buenos días, Liam- puso su mejor sonrisa para saludar a su compañero de profesión.
Liam: Buenos días, guapa- la empresaria vio su Aston Martin aparcado en el porche. Los lujos también venían de la mano de Liam.
Malú: Pasa, ¿quieres un café?-
Liam: Sí, por favor- él se quitó la chaqueta y la apoyó en el respaldo del sofá- tu debes ser la prestigiosa consejera legal de Brand & Cooper. Soy Liam, un placer- se dirigió a la abogada y le tendió la mano. A Vanesa no le sorprendió que supiese quién era. Le pasaba constantemente.
Vanesa: En efecto, Vanesa Martín, el placer es mío- le devolvió el apretón y le sonrió. Él se hizo hueco en la mesa de la cocina.
Malú: ¿Preparado?-
Liam: Eso espero. Algo nervioso, nada más-
Malú: Tienes que estar a la altura, subdirector-
Liam: No me metas más presión, por Dios- la directora se rió burlándose de él.
Vanesa: ¿Quieres azúcar o sacarina, Liam?-
Liam: No, no. Gracias Vanesa, lo tomo solo- hubo cierta conexión con la abogada desde el principio- ¿qué tal se presenta el fin de semana?- las dos mujeres se miraron cómplices.
Malú: Aún no tenemos ningún plan. Quizás organicemos la fiesta anual de la revista, ¿verdad, Vanesa?-
Vanesa: Puede. Tengo que citarme con un par de entidades bancarias antes de nada, pero sí, puedo ayudar-
Liam: Os invito a comer el sábado si queréis y hablamos de la organización-
Malú: Uy, ¿dónde nos vas a llevar?-
Liam: Donde las señoritas quieran-

Salieron de casa con tiempo de sobra para tomarse el segundo café en la oficina. Si algo tenía el empresario es que era políticamente muy correcto, y jamás haría ningún comentario desafortunado. El momento de preguntarle a la directora por la presencia de Vanesa a esas horas en su casa, fue de camino a la torre de oficinas. 
Liam: Bueno, ¿qué tal?- la sonrisa pícara le delató.
Malú: Al grano, Liam-
Liam: ¿Te estás acostando con la abogada?-
Malú: Lo estoy haciendo, sí. Desde hace ya algún tiempo-
Liam: Es guapa- la directora asentía con la cabeza- y es muy buena en su trabajo- volvió a asentir- y está bastante bue...-
Malú: ¡Liam! Para ya- le pegó en el hombro- sí, está tremenda, es preciosa, la mejor en lo suyo y el sexo es espectacular-
Liam: Bien. Lo quería escuchar de tu boca- se rió él esta vez.
Malú: ¿Sabías que me gustaban las mujeres?- se hizo la sorprendida.
Liam: Siempre lo intuí. Has rechazado a media empresa, entre los cuáles me incluyo, y bueno, siempre ha habido rumores-
Malú: Liam, esto no puede salir de aquí. Los clientes más conservadores cerrarían contratos con Fraday Lorence y no me puedo permitir que mi vida privada sea motivo de prensa- se puso seria. Salió la Malú de los negocios que tanto le imponía y ponía a partes iguales al subdirector.
Liam: Tranquila, no sólo eres mi jefa sino también mi amiga, si estás bien la empresa va bien y eso es lo primordial-

Fueron muchos los que especularon rumores al verlos llegar juntos en el coche de él. Rumores a los cuáles la directora siempre hacía caso omiso.

Todas las mujeres que habitan en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora