Capítulo 13.

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Malú: ¡Vanesa! - gritó sin obtener respuesta. Echó un vistazo rápido a la habitación hasta que se acercó al baño y escuchó el sonido del agua. La abogada estaba en la ducha.
Hacía algo de frío aún en la habitación así que encendió de nuevo la chimenea para que fuese calentando. Recogió su ropa sucia de ayer y la guardó en la maleta con el fin de poner algo de orden. El servicio de habitaciones llamó a la puerta y Malú les abrió con su mejor sonrisa.
Camarero: Buenos días, ¿señora Martín?-
Malú: Sí, es aquí-
Camarero: Permiso- entró con el carrito del desayuno y lo dejó cerca de la mesa de la chimenea- que lo aprovechen-
Malú: Muchas gracias. ¿Lo pueden cargar a la cuenta de Malú Sánchez?-
Camarero: Por supuesto. Firme aquí, por favor.
Malú: Gracias de nuevo- le acompañó a la puerta y la cerró tras él.
Se sirvió un cortado para ella y zumo de naranja para las dos. El sonido del agua cesó y en menos de dos minutos la abogada estaba fuera del baño tapada con una sola toalla. El pelo suelto y mojado.

Malú: Buenos días, Martín- le dijo desde la mesa.
Vanesa: ¡Coño, Malú! - se cruzó de brazos para que la directora no notase el frío que su pecho tenía- Avísame y no salgo así-
Malú: Esa boca...- hizo referencia a la palabrota- No pasa nada, ayer ya te vi en toalla-
Vanesa: Ya joder, pero bueno...- se puso nerviosa y siguió haciendo esfuerzos para taparse. Malú se levantó de la silla y se acercó un poco.
Malú: ¿Qué tal estás? No te he querido despertar porque me he levantado muy temprano-
Vanesa: Bien, estoy mejor. Gracias- se abrazó así misma. Estaba helada. Miró a la cama y encontró el portátil de la empresaria allí tirado- ¿has estado trabajando?- Malú negó con la cabeza.
Malú: Sólo debía mandarle un correo a Liam-
Vanesa: ¿Liam?-
Malú: El subdirector de la revista- no le dio más importancia y se acercó a la mesa- ¿Cómo tomas el café?-
Vanesa: Con leche, pero sin azúcar, por favor-
Malú: Venga vístete que me muero de hambre- la letrada se acercó a su parte del armario donde anoche colgaron toda la ropa y eligió algo cómodo para ponerse.
Vanesa: ¿Hace frío?-
Malú: Ahora un poco. Quizás después mejore el día, que aún es pronto-
Vanesa se sentó en el borde la cama, de espaldas a la mesa donde estaba cómodamente Malú. Bajó su toalla y la directora sólo alcanzaba a ver su espalda. No se cortó en mirar. Se colocó un sujetador, blanco esta vez que le hacía un contraste precioso con el moreno de la piel. Encima de éste iba una camisa azul clara, lisa, que conjuntó con unos tejanos desgastados a media pierna. No pudo dejar de mirarla. Llevaba unas Converse en los pies que le hacían parecer una quinceañera. Preciosa, eso sí.
Una vez en pie, se acercó a la mesa donde estaba Malú. La abogada se sentó a su lado en el sillón y apoyó sus codos en las rodillas. Sostenía la taza entre las dos manos.
Vanesa: Malú, respecto a lo de anoche... -
Malú: No tienes por qué decirme nada que no quieras, Vanesa-
Vanesa: Lo sé, pero es que sí que quiero contártelo- le dio un trago al café caliente y volvió la mirada a la taza- es muy difícil que alguien me atraiga y tú lo haces todo el tiempo-
Malú: Pero Vanesa, yo...-
Vanesa: Déjame acabar, por favor- la directora asintió y también bebió- no sé qué me pasa contigo, sinceramente. Desde la gala benéfica no entiendo a mi cuerpo. Me pide ciertas cosas que no ha probado nunca y...-
Malú: A mí me pasa lo mismo- esta vez fue la letrada la que hizo silencio- no entiendo bien qué siento pero estoy cómoda cuando hablamos y no me gustaría darle más vueltas por el momento-
Vanesa: Me parecería lo mejor... disfrutemos ahora del desayuno que no quiero que se nos haga tarde-

La defensora legal tenía todo planeado. La llevaría a una cala donde iba con sus padres de pequeña. Recuerda que le encantaba jugar con la arena y sentarse a ver el mar. Aunque no hacía tiempo de baños ni toallas en la arena, no descartó un paseo por la orilla y una comida en las terrazas de alrededor. Fue la directora la que llevó el coche en esta ocasión. Vanesa la iba guiando por las carreteras de esta ciudad desconocida para Malú.

Después de pasear un buen rato, salió el sol a mediodía. Decidieron tomar asiento cerca de las rocas de la playa que hacían frontera con las casas.

Vanesa: Me encanta esto- miró al mar.
Malú: A mí también... todo esto es nuevo para mí- sonrió y me imitó mirando al mar- me siento una niña de cinco años- en ese momento Emma le vino a la cabeza. Tenía que traerla. Quería darle todo lo que a ella no le dieron sus padres de pequeña. Ya fuese por trabajo o compromiso, nunca estaban en casa. Eran diferentes niñeras las que año tras año cuidaban de la pequeña Malú, que esperaba impaciente la Navidad para ver a sus padres sentados en la misma mesa que ella. La compraban con regalos caros y muñecas nuevas.
Vanesa: Me quedaría aquí sentada toda la vida- cerró los ojos y cogió aire profundamente- pasé mi adolescencia tocando la guitarra aquí sentada-
Malú: ¿Sabes tocar?-
Vanesa: Sabía. En pasado. Hace mucho tiempo que no pruebo a coger una. Tengo demasiado trabajo...-
Malú: Es tu culpa, por ser tan buena en lo tuyo- Vanesa le dio una palmada en el muslo- podríamos comprar una-
Vanesa: ¿Una qué?-
Malú: Una guitarra- la miró y la abogada se puso más seria de lo habitual- me gustaría verte-
Vanesa: No creo que sea buena idea, eh...-
Malú: Venga, yo compro la guitarra y tú un buen vino, que el de ayer no estaba mal pero... no tiene nada que ver-
Vanesa: Tienes razón- rió sin protestarle y apoyó su cabeza en el hombro de la directora.
Después de un rato relajadas las dos, con la tranquilidad del mar y el olor a sal, se levantaron para ir a comprar todo lo que se habían prometido.
Por parte de Malú, compró una guitarra más para ella que para Vanesa, pero estaba encantada. Una edición especial de Nirvana. Vanesa recorrió varias bodegas buscando el vino que le ofreció la directora en su casa. Decidió coger dos botellas y no una por lo que pudiese pasar.
Estaba anocheciendo y debían volver. Malú subió a su coche y llamó a la abogada por teléfono para recogerla e ir juntas hasta el hotel.
Al llegar ambas se descalzaron y llamaron para pedir algo de cena. Esta vez se decantaron por una ensalada para las dos y algo de carne poco hecha.
La primera copa con la cena, la segunda llegó frente a la chimenea, tiradas en la alfombra.
Vanesa: Tenía ganas de pasar un día como el de hoy-
Malú: Sí.. yo también lo necesitaba-
Vanesa: Podríamos hacer esto más a menudo-
Malú: ¿Hacer el qué? ¿Tomarnos una copita? Creo que es lo único que nunca dejo de hacer- las dos rieron.
Vanesa: No, idiota... escaparnos del trabajo con más frecuencia-
Malú: Acepto el trato. Quiero ver mundo-
Vanesa: Aún no puedo creer que siendo quien eres apenas hayas viajado-
Malú: La verdad es que es difícil... cuando tuve edad y economía propia para independizarme lo hice y desde entonces no he dejado de trabajar y estudiar...-
Vanesa: Tiene mucho mérito, aunque nadie te lo diga-
Malú: Bueno, lo valoro yo y me es suficiente. Nunca he necesitado a nadie que me vaya dando palmaditas en el hombro a cada cosa que hago bien-
Vanesa: ¿Sabes? Llevo todo el día queriendo atreverme a juzgarte-
Malú: Puedes hacerlo. Soy todo oídos-
Vanesa: Me pareces una mujer profunda, de las que siente mucho y cuenta poco. No te lo han puesto fácil y has sabido darle la vuelta para hacerte grande de ello. Te superas con creces a ti misma constantemente y no quieres hacerlo público...-
Malú: Puedes parar ya. No sé cómo aceptar tanto piropo junto-

Todas las mujeres que habitan en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora