Capítulo 52.

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Jane: Una noche conmigo y son todas tuyas-
Vanesa: ¿Un polvo, Foster? ¿Eso me estás pidiendo? ¿En serio?- bajó la voz considerablemente. Malú estaba preparando la cena y aunque ella hubiese salido al jardín, le daba pánico que la escuchase. Aquel miércoles habían quedado en su casa.
Jane: Piénsalo. Serán sólo unas horas, y seguro que no pasas un mal rato- la abogada no daba crédito ante la propuesta de la fotógrafa.
Vanesa: Sabes que tengo un compromiso con Malú, no voy a aceptar tu petición-
Jane: Dejarás de tener ese compromiso si las fotos se hacen públicas. ¿Tengo que recordarte que es la directora de una revista con millones de clientes conservadores, que no aceptarán que la dirija una persona homosexual? Vanesa, te creía más inteligente... Malú jamás te antepondría a su trabajo, y tú lo sabes- la letrada por primera vez se vio sin saber qué decir. Sabía que Foster tenía razón, aunque su cabeza no lo admitiría nunca- ¿De verdad rechazas mi propuesta?- pensó dos veces qué decirle.
Vanesa: Mañana a las nueve en hotel Row, haré la reserva a mi nombre- colgó y se sentó en los sillones del jardín de la directora. Debía pensar bien lo que iba a hacer. ¿Le merecía la pena? Ni siquiera ella lo sabía.
Malú: ¡Vane, la cena está lista!- la escuchó gritarle desde la cocina y ella, obediente, fue a sentarse en la isla.
Vanesa: Mmm, qué bien huele...- le dejó un beso rápido a su mujer y sirvió algo de francés para las dos, disimulando su nerviosismo.
Malú: ¿Estás emocionada? Mañana comienzas tu tan ansiada reforma- se sentó a su lado en otro taburete.
Vanesa: No te lo imaginas... he visto ya un par de colores de pintura que podrían quedar bien-
Malú: Me dejarás ayudarte, ¿no? Me niego a que tengas un bufete con una imagen clasista- la abogada echó a reír.
Vanesa: Deja de reírte a mi costa...- sopló un poco su plato, aún quemaba- He estado mirando casas cerca de la playa, y he comprado una-
Malú: Oh- la directora abrió los ojos- Eso sí que no me lo esperaba- la miró perpleja.
Vanesa: Preveo que vamos a viajar bastante hacia la costa, así que por qué no tener un lugar donde sentirnos cómodas- de pronto una sensación de plenitud invadió el cuerpo de la empresaria. Sentía que la abogada se había tomado en serio la relación.
Malú: ¿La quieres para las dos?- la letrada asintió- ¿Me la enseñas?- se puso de pie para coger su móvil del jardín.
Vanesa: Es una obra nueva, seguro que te encantará...- dijo cruzando el salón y volviendo a su lado. Le enseñó un par de fotos.
Malú: Mmm Vanesa- terminó de tragar- ¡es preciosa! ¿Cuánto te ha costado? Podríamos pagarlo a medias si la vamos a disfrutar las dos-
Vanesa: No señorita, no caeré en eso. Siempre haces lo que te da la real gana, déjame a mí esta vez-
Malú: ¿Podremos ir a verla pronto?-
Vanesa: Cuando usted guste, Sánchez-

A las siete y media el despertador sonó, haciendo que la directora lo apagase de mala gana y se recostase un par de minutos más antes de ir a trabajar. La noche había sido dura. La letrada apenas la dejó dormir. Por un momento creyó tener agujetas al levantarse de la cama. Le dolían las piernas. Miró a Vanesa, que aún dormía profundamente en el lado izquierdo del colchón. Quién lo diría... ella que se desvelaba por nada y la otra que no amanecía ni aunque pasase un terremoto por la habitación. Le tuvo envidia durante unos segundos, hoy la abogada no tendría que madrugar.
Se fue directa hacia el baño, no le hizo falta quitarse el pijama, Vanesa se había encargado personalmente de hacerlo anoche. Sonrió al recordarlo. Le encantaba el sexo con ella. A ratos parecían insaciables.
Preparó el agua caliente y la ducha no duró más de quince minutos. Su reunión con Liam y varias tiendas de la ciudad le esperaban con los brazos abiertos.
Bajó a por un café después de colocarse su americana. Pura y mera rutina.
Vanesa: Buenos días, madrugadora- la abogada bajaba los últimos escalones en dirección a la cocina.
Malú: Buenos días, guapísima-
Vanesa: ¿Qué tal has dormido?- se acercó a ella a dejarle un beso.
Malú: Estupendamente... tengo unas agujetas en las piernas que me harán recordarte todo el día- le sonrió con todo el cariño que pudo- ¿Quieres un café?-
Vanesa: No esperaba menos, la verdad- la empresaria se dio la vuelta y encendió la cafetera.
Malú: ¿Qué haces despierta ya?- miró su reloj nuevo- a penas son las ocho y cuarto-
Vanesa: Estoy nerviosa, tengo ganas de comenzar con el proyecto-
Malú: ¿Para cuánto tiempo tienes?- le echó algo de sacarina al suyo.
Vanesa: Tan sólo semana y media, me han dicho-
Malú: Eso está fenomenal- nuevamente dejó otro beso y se acabó el café de un trago- bueno, lamentándolo mucho, debo irme o Liam querrá matarme- se levantó del taburete y dejó su vaso en el fregadero.
Vanesa: ¿Tienes reunión ahora?-
Malú: Me temo que sí. No durará demasiado, pero lo suficiente para agotarme por hoy-
Vanesa: Puedes pasarte por el local más tarde, estaré allí hoy-
Malú: Lo vamos hablando, ¿de acuerdo? Tengo que ir a mirar algo decente para la celebración- la letrada asintió y bebió de su taza- Adiós, cariño- se acercó para besarle la cabeza.
Vanesa: ¡Luego te llamo!-

La reunión con el subdirector duró tanto como ella tenía previsto. Ni un minuto más.
Se tomó un segundo café con él cuando salieron donde Liam le preguntó por su relación con la consejera legal y ella le contó sin demasiado detalle el problema entre manos de las fotografías. Hablaron también de lo que él llevaría puesto para la fiesta del próximo sábado, y le pidió quince o veinte minutos de atención para hablar de su experiencia en la sede de la revista durante la ceremonia.

La obra había abierto su inicio al fin. Vanesa observaba todo desde un rincón, con un sándwich de pollo entre las manos. De vez en cuando entablaba conversación con los trabajadores, pero su aburrimiento iba en aumento, tenía poco en lo que trabajar, así que por qué no llamar a su mujer. 
Dudó si contarle la proposición indecente que la fotógrafa le había hecho la noche anterior, y que ella había aceptado para acabar al fin con el tema. Estaba más nerviosa de lo habitual, inquieta por su encuentro a las nueve, con mil ideas en la cabeza sobre cómo podía acabar todo aquello. Pensó de nuevo si era lo correcto, pero no tendría otra opción. No podía dejarlo todo a manos de la justicia. A veces no acertaban en las sentencias y se negaba a ser otra víctima más del Estado.

Vanesa: ¡Hola! ¿Qué tal esa reunión?-
Malú: Fenomenal, estoy en la cafetería. Cuéntame, ¿mucho movimiento por allí?-
Vanesa: Sí.. y mucho ruido también. Creo que mi oído ha envejecido al menos diez años-
Malú: ¿Te apetece acompañarme a comprar? Puedo pasar a buscarte en menos de media hora-
Vanesa: Sí, por favor-
Malú: Venga, pues quedamos allí-
Vanesa: ¡Ahora nos vemos!- colgaron y la directora se levantó de su silla.

Malú: Bueno Liam, te dejo al cargo, debo irme-
Liam: Tranquila, disfruta del día, hasta mañana-
Malú: Hasta mañana- cogió su maletín y fue directa al garaje.

Todas las mujeres que habitan en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora