Capítulo 31.

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Mil mensajes y llamadas aparecieron en el móvil de la abogada. No pensaba contestar a ninguno de ellos, quería que todo fuese una sorpresa y desde luego, si hablaba con la directora, sabía que le acabaría sacando información de los planes.
Bajó a la planta cero y se dirigió de nuevo a Helena.
Malú: No me pases más llamadas, por favor. ¡Que tengas una buena tarde!- se fue con prisa hacia su coche, y saltándose la mayor parte de las señales de tráfico, llegó a su casa.
Se metió en la ducha con una risa nerviosa y una sensación en el estómago que no se le iba desde que había recibido aquel paquete. Desde luego le encantaba la abogada. Impaciente, al salir se atusó el pelo con un tratamiento hidratante, y lo dejó secar al aire. Un tanga de color granate, con ciertas transparencias, y un sujetador del mismo color y encaje, fue lo que se puso. Miró su reloj. Las seis y media. El tiempo parecía no querer pasar por su vida. No pudo esperar más y se puso el vestido cortito que Vanesa decidió regalarle. Lo reconoció al instante. Un dineral. Se miró al espejo y no pudo evitar dar una vuelta sobre sí misma para mirar qué tan bien le quedaba puesto. Se lo quitó para no estropearlo, una camiseta de pijama, unas pastas y un té calentito fueron los elegidos para amenizar la espera.
El maquillaje como siempre, sutil pero insinuante. Ya tenía el pelo seco y había elegido los zapatos que llevaría.
Su cuerpo le obligó a leer la nota de nuevo.
Por fin casi las ocho. Vanesa llegaría pronto. Se puso otra vez el vestido, esta vez para no quitárselo. No al menos que la letrada se lo pidiese.
El timbre hizo que se sobresaltara.
Malú: ¡Ya bajo!- gritó desde su habitación con la esperanza de que la abogada la escuchase. Ella no iba a ser menos, y al abrir la puerta, una radiante y sexy Vanesa aparecía con una sonrisa preciosa que encandiló a la directora desde el primer momento.
Malú: Vaya, estás preciosa- sin disimular, la miró de arriba a abajo. Le perdían sus piernas, tan morena como siempre.
Vanesa: Pfff debo decir lo mismo. Te queda espectacular- le dio la mano a la empresaria para que se girase y poder observarla bien. Su perspectiva no cambió, estaba realmente inconcebible y ella jodidamente incontrolable. Se abalanzó a su boca con ganas, la había estado esperando toda la tarde.
Vanesa: Ya era hora... parecía que nunca llegarían las ocho-
Malú: Ni que lo digas- sonrió tímidamente, para su sorpresa. Hubo silencio pero ninguna le puso pegas- Dame un minuto- entró de nuevo a casa para coger su bolso, activar la alarma y cerrar la puerta con llave.
Salió al porche y no le dio tiempo a dar dos pasos cuando se encontró de cara con el Ford Thunderbird del sesenta y cinco.
Malú: ¡Pero bueno! Todo un clásico-
Vanesa: Me siento en la obligación de decir que me gustan más tus coches...-
Malú: Este es perfecto- se paseó por toda la carrocería- ¿Dónde vamos?-
Vanesa: Ahora lo verás, no seas impaciente- arrancó y después de conducir alrededor de media hora, un cartel imponente se alzaba ante ellas.
Vanesa: Tienes las entradas en la guantera- la directora se apresuró a sacarlas corriendo.
Malú: ¡Oh, Vanesa, me has traído a un cine!- le dio un abrazo cargado de ilusión. Para ella esto era importante.
Vanesa: No es un cine cualquiera, es un autocine. Me parecía un buen plan para la primera vez que vienes-
Malú: ¿Un autocine?- frunció el ceño- ¿no salimos del coche entonces?-
Vanesa: Eso es. Tengo el maletero cargado de comida-
Malú: ¿Habrás traído...?-
Vanesa: Por supuesto- la interrumpió- dos botellas, por si acaso- la empresaria suspiró aliviada.
Malú: Uf, menos mal- la abogada se puso a la cola para validar las entradas de la película, le indicaron dónde estacionar el coche y así lo hizo- me encanta este sitio-
Vanesa: Me alegro...- jugueteó con sus dedos en el volante, estaba algo nerviosa por esta cita sorpresa- ¿sabes? Creo que hay otro cine que te gustará aún más-
Malú: ¿Tú crees? Este me encanta, eh- no podía dejar de mirar por la ventanilla y observarlo todo.
Vanesa: Está más cerca que este. Alquilas un jacuzzi y ves la película desde dentro-
Malú: Mmm me quedo con este... dudo que terminase bien ese plan-
Vanesa: ¿Por qué? Si te encantan...-
Malú: Porque querría hacerte el amor desde el primer minuto en que te quitases la ropa para meterte dentro. Y habría gente... no sería una buena idea, créeme- la letrada sonrió ya dejándose ganar por la directora. Comenzaron los anuncios.
Malú: ¿Es de superhéroes?- asintió con la cabeza y Malú fue hacia su boca, le apetecía sentirla cerca.
Vanesa: Sí, de Marvel-
Nunca nadie le había dado una sorpresa así. Siempre fue ella la que regalaba ropa interior carísima, habitaciones en hoteles de lujo y noches de mucho sexo. Nada parecido a lo que estaba sintiendo en este momento. Se alegró de que fuese Vanesa y no otra.
En el coche no se escuchaba nada más que el sonido de las palomitas aplastándose en la boca de ambas. La abogada apoyó la cabeza en el pecho de su mujer mientras compartían el bol. La historia estaba fascinando a la empresaria, que no perdía de vista la gran pantalla y le daba ánimos a los personajes que se llevaban los golpes.
Malú: Levanta, por fi- Vanesa se incorporó y la otra sirvió dos copas del francés- me gustaría brindar. Suele ser muy clásico y tradicional, pero viendo lo que me has preparado, es lo mínimo que puedo hacer...-
Vanesa: ¿Por qué quieres brindar?- le puso un mechón de pelo detrás de la oreja y aprovechó para acariciarle el cuello.
Malú: Mmm- se armó de valor aunque estaba muerta de vergüenza y cogió aire para seguir- por todas esas personas que aparecen cuando crees que menos falta te hacen, y te giran la vida- alzó su copa y la abogada se tomó dos segundos para digerir aquello. No tardó en devolverle el gesto.
Quisieron hacer que no había pasado nada, pero lo cierto era que las dos se sentían confundidas constantemente la una con la otra. Se dejaban llevar y no les iba mal, pero querían entenderse así mismas y por más esfuerzo y empeño que ponían, todo era en vano. Cuando parecían tener algo claro, siempre llegaba la otra para desmoronarlo todo. Se acurrucaron de nuevo y de vuelta a las palomitas. Hoy no cenarían.
Cuando la película acabó, la directora quiso invitar a la abogada a pasar la noche con ella. Lejos de tener alguna intención sexual, necesitaba tener a la letrada pegada a su cuerpo. Y Vanesa, que jamás podría rechazarle una invitación así, aceptó entusiasmada.
Malú: Me ha encantado la película-
Vanesa: ¿De verdad?-
Malú: Claro. Repetimos cuando tú quieras- ella ya andaba sin el vestido por la habitación, preparándose todo para mañana.
Vanesa: No te imaginaba viendo esa clase de cine-
Malú: Yo tampoco, pero me ha sorprendido gratamente- sacó los tacones para ir a la oficina el martes. Eran altísimos. Vanesa se sentó en el borde de la cama, esperando que la directora parase quieta- ¿Quieres que te deje un pijama?-
Vanesa: Pensé que en tu cama nunca se dormía con ropa...-
Malú: Podré hacer una excepción si vas a tener frío- le sonrió y le dejó un beso rápido en los labios.
Vanesa: No te preocupes, no me hará falta-
Malú: ¿Estás segura? No quiero que te sientas comprometida a nada-
Vanesa: Tranquila, prefiero dormir desnuda-
Malú: ¡Vamos!- alzó las manos en señal de victoria- ¡triunfaste, Malú!- aquel comentario hizo que la consejera legal riese a carcajadas.
Vanesa: Anda, cállate y ven a la cama ya, estás tardando demasiado- le dio una palmada en el culo cuando la directora pasó por delante de ella.
Malú: Si quieres mañana te acerco a la compañía. No me importa madrugar un poco-
Vanesa: Me harías un favor, porque no pienso ir con ese coche que no pasa de ochenta-
Malú: ¿A qué hora tienes que estar allí?-
Vanesa: Sobre las nueve más o menos-
Malú: Fenomenal, pues voy a poner la alarma- se giró en la cama y apagó la luz. Se quitó el sujetador y se acurrucó en los brazos de la abogada, que le abrazaba desde atrás. 
La cama de Malú esa noche fue una descarga de sentimientos por las dos partes.
Vanesa: Mmm tenerte y no tocarte debería ser ilegal y estar penalizado...- metió la cabeza entre el pelo de la empresaria. Qué bien olía siempre. Malú resopló antes de cerrar los ojos- ¿qué pasa, nena?-
Malú: Tenemos inspección de Hacienda la semana que viene, y aunque estoy más que tranquila porque todo se está revisando exhaustivamente, me da apuro que algo salga mal-
Vanesa: Malú, vosotros declaráis todo, ¿verdad? Todo de forma legal y correcta-
Malú: Claro...-
Vanesa: Pues ya está, no hay de qué preocuparse. Es simple rutina para ellos. No te van a dar un informe desfavorable por algún pequeño error-
Malú: No sé, quizás mañana llame a una auditoría para que me realicen una voluntaria-
Vanesa: ¿Para qué?-
Malú: Pues no sé, para dar transparencia y fiabilidad... total, a mediados de año tenemos la autoría obligatoria, no pierdo nada-
Vanesa: No sé, en verano está todo más despejado... si lo haces ahora, durante unas semanas, vas a tener colapsado al departamento contable-administrativo. Además, hasta que solicitan información sobre la compañía y sus saldos contables a bancos, asesores, clientes y acreedores, pasa bastante tiempo-
Malú: Ni de coña para la semana que viene, ¿verdad?-
Vanesa: Ni lo intentes- le acarició la cintura- y ahora intenta descansar, es algo tarde. Buenas noches- le dejó un beso en la nuca a la directora que le hizo estremecerse.

Todas las mujeres que habitan en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora