Capítulo 30.

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De nuevo otro café y otro portazo más en el despacho del subdirector Will. Era su forma de demostrar que no le había gustado nada la actitud de la abogada ante la reunión de hace dos días. Ahora trabajaría solo, sin la mano amiga de Vanesa.
Anoche se acostó casi a las dos de la madrugada, estaba demasiado cansada para aguantar a nadie.
No podía evitar darle vueltas al asunto. Realmente hacer todas aquellas tareas no le correspondía a ella sino al director de la compañía, y en su defecto, a Will.
Vale que ingresaba una gran cantidad generosa de dinero todos los meses, y vale también que le encantaba todo el trabajo que desempeña en Brand & Cooper, pero tenía claro que no iba a permitir que nadie, absolutamente nadie, se involucrase en quién entraba o salía de su cama.
Fue la primera vez que por su cabeza pasaba de pronto la idea de trabajar para otro bufete. Era la mejor consejera legal de toda la ciudad, podría trabajar en cualquier otra empresa que se pudiera permitir pagarle un sueldo tan elevado.
Portazo número doce de Will. Otro trago de café.
Ignoraría a su superior que ahora parecía tener quince años.
En menos de una hora tenía una reunión con todos sus compañeros de profesión para llevar a cabo los nuevos contratos de compra venta de acciones empresariales. 
Terminaría pronto, era una mera rutina básica. Miró su correo mientras hacía algo de tiempo, la directora de Fraday Lorence ya le había enviado material suficiente para ponerse manos a la obra con el juicio que ambas tenían pendiente.
Releyó varias veces los emails que intercambió Malú con Moore, qué formal era cuando quería y qué poco descaro tenía la tía cuando de sexo se trataba.
Notó cómo le subía el calor hasta sus mejillas, como siempre le pasaba cuando tenía pensamientos íntimos con la directora y dueña de la revista.
"Martín, con lo reservada que has sido tú siempre..." - pensó y se sonrió para sí misma mientras volvía a escuchar el decimotercer portazo. Se levantó de golpe ya cansada y fue directa al despacho de su compañero. Entró sin llamar, no le daría ese placer.
Vanesa: ¿Qué cojones pasa?-
Will: ¿Podrías ir a tu puesto de trabajo? Tengo mucho por hacer- no levantó la vista ni siquiera para mirarla, algo que la encendió aún más.
Vanesa: Llevas toda la mañana comportándote como un crío, Will-
Will: Mira, no tengo tiempo ni para eso-
Vanesa: Sabes tanto como yo que no es esa mi función, tío- se sentó frente a él en una silla- escúchame, mírame- se llevó otro rechazo por su parte- fenomenal- se levantó de mala gana y ésta vez el ruido en la puerta lo dejó ella.

Entre preparar el papeleo para la reunión y revisar que todo el proceso de los contratos estuviese en regla, se le hizo la hora de visitar el bufete. Llegó un poco antes, como de costumbre. Lo suficiente para poner a cargar su portátil y dejar en la mesa unas cuantas circulares de las nuevas reformas legales en un par de artículos.
Eran las once de la mañana cuando le llegó una llamada entrante en su teléfono. En mitad de una explicación hacia los otros abogados, notó cómo vibraba el bolsillo de su pantalón.
Vanesa: Disculpadme- lo miró por si fuese importante. La directora la reclamaba, pero no era el momento más oportuno, así que muy a su pesar, tuvo que rechazarle la llamada. Dio por hecho que la empresaria lo entendió porque no volvió a recibir otra noticia por su parte.
Cuando acabó ese encuentro informal, casi era hora de comer. Volvió a su despacho y Marco fue tras ella. Habían hecho migas al fin y al cabo. Un par de toques a la puerta y una sonrisa fue lo que le hizo falta para abrirse paso.

Marco: Señorita...- el hombre irrumpió en su despacho y le ofreció un cortado. Por lo visto todos en la compañía ya sabían del enfrentamiento que hubo el sábado en las instalaciones de la empresa.
Vanesa: ¿Tú también lo sabes, ¿verdad?- el abogado asintió con la cabeza.
Marco: ¿Cómo estás?-
Vanesa: Yo bien, joder. Tengo la conciencia muy tranquila-
Marco: Bueno, no insistiré. Creo que a Henry se le ha ido la cabeza... ¿con Malú todo bien?-
Vanesa: Sí- le fue inevitable sonreír- no es como la gente la imagina, Marco-
Marco: Pfff prefiero no imaginar nada, no me gustaría ponerme cachondo- se llevó de propina un golpe en el brazo de parte de la letrada.
Vanesa: ¡Pero bueno!- por fin alguien le hacía reír en toda la mañana de mierda que llevaba.
Marco: Anda, ¿comemos?-
Vanesa: Mmm sí, me parece bien. Dame dos minutos y bajo, que tengo que hacer una llamada-
Marco: Okey, recojo y te espero abajo-

Cogió el móvil de su mesa y la elegida, cómo no, fue la directora de la revista.
A Malú la pilló en la cafetería de la empresa, con la boca llena y revisando sus asuntos con Hacienda. Tragó en seguida y descolgó el teléfono sin leer el nombre en pantalla.
Malú: Sánchez- bebió un sorbo de agua.
Vanesa: Hola, Sánchez, soy su abogada. Sólo llamaba para preguntarle qué quería usted antes- a la empresaria se le instauró de inmediato una sonrisa en la cara.
Malú: Eres imbécil- le hizo reír- sólo quería saber qué tal te iba la mañana, he visto que anoche te acostaste tarde-
Vanesa: Sí...- resopló con ganas- he tenido mañanas mejores-
Malú: ¿Tiene algo que ver con tu jefe?- le cambió el tono de voz y la abogada no supo descifrar bien si estaba molesta o enfadada.
Vanesa: Nada que tenga que preocuparte, cariño-
Malú: Vanesa, no tiene derecho a demandarte nada. Ni a que le hagas su función en la empresa ni a determinar con quién te acuestas. Tenlo claro-
Vanesa: Ya lo sé, Malú, estate tranquila-
Malú: No, no estoy tranquila. Ni siquiera puede considerar o debatir si le parece correcto que sea yo u otra persona-
Vanesa: No lo hace, no se lo permito-
Malú: Eso espero-
Vanesa: ¿Vas a dejar de regañarme?- casi se lo suplicó pareciendo una niña pequeña.
Malú: No quiero que te manipulen, nada más. Lo siento- sentía la necesidad de proteger y resguardar a alguien que era, incluso, más íntegra que ella- ¿paso a buscarte luego? Puedo mejorar tu día-
Vanesa: No, pasaré yo a por ti-
Malú: Lo que me pidas- sonrió y se despidió de la letrada volviendo a su inspección tributaria.

La comida con Marco no fue nada aburrida aunque se tuvo que ir corriendo.
La abogada tenía todo preparado para su cita de cine con Malú. Esta mañana le había llegado un vestido precioso que ya tenía nombre. Lo guardó en una caja en forma de regalo y sacó de su cajón el papel que escribió hace dos días.

" Si éste fuera un mundo perfecto, no escribiríamos novelas ni haríamos películas. Lo viviríamos, a través del amor de los demás.
Contigo siempre hay algo para celebrar, y hoy será que me remueves y me tientas.
Paso a buscarte sobre las 20:00 por casa. No te pongas demasiado guapa o tendré que lidiar con estas ganas constantes de besarte.
Todo esto es para ti.
Un abrazo,
Tu (oficialmente) abogada."

También lo metió junto al vestido. Fue hasta el local de alquileres de coches clásicos para recoger las llaves de su Ford de 1965. En el maletero otra caja, esta vez llena de todo tipo de dulces, palomitas para parar un tren y un par de botellas del vino francés que tanto le gustaba a la directora, en una nevera portátil llena de hielo.
Llenó de cojines el resto del espacio.
Un rato después, aparcaba bajo la atenta mirada de todo trabajador, en las puertas de Fraday Lorence. Le entregaría a la mujer de recepción la caja con el atuendo de Daniel Basso.
Cuando la letrada abandonó la entrada de la revista, Helena no tardó en llamar a la empresaria.
Helena: Buenas tardes, Malú. Tengo un paquete para usted-
Malú: Fenomenal, Helena. En seguida bajo-
Dicho y hecho. En dos minutos lo estaba recogiendo, y aunque pecaba de ser impaciente en demasía, aguantó hasta poder abrirlo a solas en su despacho.

Todas las mujeres que habitan en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora