Capítulo 3.

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Es cierto que Vanesa se había sentido intimidada por aquella mujer, cosa que le extrañó. Normalmente es ella quien juega ese papel. Es ella la que se come al contrario.
Pero la chica desconocida lo había logrado tan sólo con una mirada. Quizás no era tan buen abogada como pensaba si se dejaba acorralar por cualquiera.
Volvió dentro del salón buscando un mínimo apoyo por parte de Marco.

Malú al mismo tiempo que colgaba la llamada con Liam, recibió un mensaje de un número que desconocía.

"Sé que hace mucho que no sabes nada de nosotros y que es tarde... pero no nos va nada bien. Estaría bien que vinieses a vernos. Emma te echa de menos, aún se acuerda de ti.
Número 532 de la calle 27 al oeste de la Quinta Avenida.
Espero noticias. Un abrazo."

Al leer aquel nombre del mensaje se le congeló la sangre. ¿No les va nada bien? ¿Habría pasado algo?
Sentía la necesidad de disculparse con la mujer del vestido con escote, pero estaba dispuesta a volver más tarde. Ahora no había tiempo.
Se acercó al aparca coches y le pidió las llaves de su Rolls Royce blanco. Diez minutos más tarde, a las dos menos cuarto de la madrugada, estacionaba con las luces de emergencia delante de su banco para retirar una cantidad generosa de dinero.
Se quedó un minuto pensando dónde estaba el lugar que le habían mandado y sin pensarlo dos veces aceleró.
Emma sólo tenía dos años cuando Malú fichó por la dirección de la revista F.Lorence y desde entonces no había sabido prácticamente nada de su sobrina. Llamó al timbre de la casa que quedaba frente a ella, viendo ya el cartel de "se vende" en la puerta.
Un cansado pero contento Elliot abrió esperando saber quién era. Los dos hermanos se abrazaron un largo minuto hasta que Malú volvió a acordarse de la gala. Aún le quedaban por hacer un par de gestiones allí. Mierda.
Elliot: Hola, Malú. Shhh, Emma está durmiendo...-
Malú: Elliot, escúchame. Puedo venir el domingo a veros, podemos comer juntos si os apetece, pero ahora no tengo demasiado tiempo, tengo alguna que otra negociación abierta y tengo que solventarla- se entristeció al pensar que hoy, definitivamente, no podría dormir acurrucada junto a su pequeña.
Elliot: Malú, verás.. me parece perfecto que nos veamos el domingo, pero...-  se rascaba la cabeza y le sudaban las manos. La invitó a pasar dentro, y se sentaron en la isla de la cocina.
Malú: ¿Necesitáis dinero? Dime la verdad- directa al clavo. Se acomodó en la silla y lo miró a los ojos apiadándose de él, con todo el amor que tenía dentro.
Elliot: Sí. Sinceramente, sí- la empresa fue a pique el mes pasado y tengo muchísimas deudas con los clientes...- no fue capaz de seguir mirando a su hermana a los ojos- nos han embargado la casa y apenas tengo para comprarle comida a Emma-
A Malú le dolió hasta el estómago al escuchar aquello.
Malú: ¿Y dónde está tu mujer?- ella no la podía ni nombrar. Envidiaba tanto a Malú, que cuando consiguió fichar por la dirección, alejó con todo lo que pudo a su hermano y a su sobrina de ella. Nunca le perdonará del todo a Elliot que no diese nunca señales de vida y que hubiese elegido un amor sucio y rastrero antes que el incondicional suyo.
Elliot: Se fue cuando todo se desmoronó y no sé nada de ella. La chiquilla no deja de preguntar dónde está su madre y creo que le vendría bien una figura femenina.. como la tuya-
Malú, con experiencia más que de sobra en situaciones de levantamiento económico y con un poder por las nubes, accedió a ayudarles.
Malú: Bueno, empieza tirando esto- dijo con el cartel de "Se vende" en la mano y se lo dio a su hermano para que lo tirase- Mañana por la mañana te hago una transferencia para que pagues el embargo. Respecto a tus clientes.. ¿de qué cifra estamos hablando?-
Elliot: Pff Malú... mucho dinero-
Malú: Déjate de tonterías, que no tengo tiempo. ¿De cuánto dinero hablamos?-
Elliot: Cinco millones y medio- Malú resopló aliviada.
Malú: Joder, me esperaba una cifra muchísimo más alta- rápidamente sacó de su bolso un lápiz y un papel y apuntó un número de teléfono- Toma, este es el número de mi abogado, Robbert. Es de confianza. Cuéntale todo y veremos cuánto dinero adeudas al final- cerró la cremallera del bolso y se lo volvió a colgar al hombro- dile que tus gestiones van a mi cuenta- ella apoyó sus manos en los muslos de Elliot.
El chico sólo supo abrazarla. Le besó la cabeza y Malú se acurrucó en su cuello disfrutando del afecto real, que tristemente, nunca tenía.
Elliot: Pequeña, yo.. muchas gracias. Siento muchísimo todo lo que pasó. Creo que te debo más de una explicación-
Malú: No te preocupes. Lo hablaremos cuando llegue el momento- se volvió a poner firme y se recompuso lo mejor que pudo- mañana por la mañana os llegará la compra a casa. Tengo ganas de ver a Emma- le dio dos besos a su hermano mayor y se dirigió a la puerta.
Elliot: Malú- la chica se giró quedando de frente de nuevo- gracias- ella se limitó a sonreírle dulcemente para después abrir la puerta y marcharse de nuevo al Greenwich.

Vanesa rondó la sala alguna que otra vez con esperanza de encontrarse de nuevo a la chica de la americana, aunque sólo le apetecía contemplarla desde lejos después de su estúpido encuentro anterior. Tras dos vagos intentos fallidos de divertirse en aquel salón, decidió que su mejor aliado sin más dilación, esta noche sería el alcohol.
Iba más animada de lo normal, tambaleándose, tratando de quitarse de encima a un empresario que no conocía pero que Malú sí que caló de inmediato desde la puerta. Le situó en el cargo y la empresa correcta. Un mediocre.
Él, insistente, no paró hasta poder acercarse al cuello de Vanesa, la cual le propinó un empujón hasta que lo apartó. Aquel conflicto le provocó unas ganas terribles de ir al servicio.
Vio a Vanesa tropezar dos veces antes de doblar la esquina en dirección al aseo y a Joan Vila visiblemente excitado detrás de ella.
La situación no la dejó quieta y salió decidida para buscar a la chica del escote y asegurarse de que estaría bien.
Vanesa: ¡Joder! ¿Puedes hacerme el favor de dejarme tranquila?- volvió a apartarle la cabeza de su cuello y su pecho- ¡para, joder!- le faltaron dos minutos más para ponerse a llorar como una cría.
Malú: ¡Joan! ¿Qué cojones está pasando? ¿No ves que no quiere nada contigo?- entró pegando un portazo que asustó tanto a la chica como al empresario- ¡venga, fuera de aquí!- Malú adoptó su figura de mujer imponente. Esa que le salía en las reuniones importantes. A él le faltaron piernas para salir corriendo de aquel baño de mujeres cuando Malú puso el cerrojo por dentro para evitar curiosos.
Vanesa: Gracias... me he agobiado un poco- bajó la mirada al suelo y se empezó a colocar el vestido.
Malú: Tranquila, no es más que un pobre desesperado. No funciona en la cama. O eso dicen- Malú intentó ofrecerle una sonrisa para relajar a la chica que ahora, con el vestido a medio colocar, tenía más escote aún al descubierto- quería pedirle disculpas por el trato en el jardín. No hemos empezado con buen pie. Soy Malú, encantada- le extendió la mano a Vanesa, quien le apretó todo lo firme que el alcohol le permitía.
Vanesa: Yo soy Vanesa Martín, y estoy un poco borracha, pero es un placer- ésta vez fue la letrada la que sonrió.
Malú: Será mejor que vayamos fuera, señora Martín. Joan dudo que vuelva a acercarse-
Vanesa: ¿Estás segura de eso?- la miró con preocupación durante un segundo.
Malú: Estoy muy, muy segura de que no volverá a acercarse a usted- El trato de cortesía por parte de Malú hacia ella, le hacía extremadamente sensual para sus ojos- ¿su acompañante sigue en la fiesta?- Vanesa frunció el ceño. No estaba nada segura de que Marco siguiese ahí a las 4:30 de la madrugada.
Vanesa: Quizás sí... pero no estoy segura. De todas formas, he venido sola en mi coche, no hace falta que le espere- sonrió la abogada sin saber qué intenciones tenía Malú.
Malú: Disculpa, pero no creerás que vas a coger el coche con tal borrachera encima, ¿verdad?- a la mierda el buen trato. Un sutil tono de enfado salió por la boca de Malú. No permitiría bajo ningún concepto que cogiese el coche ebria. Era un asunto que siempre le enfadaba bastante.
Vanesa: No puedo pedir un taxi... vivo un poco lejos y se me hará imposible venir mañana a buscar el coche- agachó la cabeza arrepentida.
Malú: Bien. Te llevaré a casa entonces- finalizó sin dejar decir una palabra más a la encantadora mujer- Y dime, Martín, ¿a qué se dedica cinco días a la semana que le hace permitirse un precioso y carísimo vestido de Dennis Basso?
Vanesa: Soy abogada- dijo, sintiéndose atraída por la voz pausada de Malú, que no mostraba ni un ápice de interés pero tampoco de lo contrario.
Malú: Cuéntame, ¿estás en la práctica privada o con algún bufete?-
Vanesa: Soy consejera legal en Jefe de Brand & Cooper-
Malú se sorprendió al saber con quién estaba hablando. Sin embargo, no dejó que su expresión impasible cambiase. Era la mujer que fichó por la compañía a sus veintisiete, y que dicen que es una bomba en el estrado. No podía tener más de treinta y pocos y ya ocupaba la más alta posición judicial de una de las principales cadenas de la ciudad.
La tenía bien resabida para ver si conseguía que Vanesa trabajase para ella algún día. Por fin daba con ella.
Malú: Eso suena fenomenal. Enhorabuena, estás haciendo un buen trabajo-

Todas las mujeres que habitan en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora