Capítulo 39.

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Esa noche, un restaurante japonés de tres estrellas Michelín les esperaba en Brooklyn.
La directora no se disfrazó en aquella cena, decidió ir de ella misma para su primera cita formal; su camisa blanca de Dior, estrecha y con escote, tal como quería. Le gustaba provocar a la letrada y así lo haría. Una falda de tubo por encima de las rodillas y, por supuesto, los taconazos de siempre. La abogada en cambio, que era a veces, más extravagante, quiso llevar una camisa negra abierta de los dos botones de arriba, Malú no sería capaz de mirarle a la cara, un pantalón estrecho y oscuro, taconazos, obviamente, y no pudo faltar una chaqueta de cuero negra y azul, edición especial de uno de sus diseñadores preferidos de la ciudad.
El metre las sentó al fondo, el cartel de "reservado" lucía sobre la mesa.
Malú: ¿Te gusta el sitio?-
Vanesa: Mucho- le sonrió- estuve aquí cuando me contrató la compañía, celebrándolo-
Malú: Yo suelo venir bastante, me gusta-
Vanesa: Tendremos que repetir entonces- de nuevo la sonrisa a la vista. El camarero les tomó nota y les sirvió las bebidas en apenas tres minutos.
Malú: Bueno, ¿es pronto para empezar a hablar?-
Vanesa: Es el momento perfecto- hizo una pausa- me gustaría que me contases por qué saliste deprisa esta tarde de mi casa- la directora resopló.
Malú: Es un poco complicado- bajó la vista.
Vanesa: Quiero que puedas decirme cualquier cosa- Malú: Antes de conocerte me acosté un par de veces con una mujer, y bueno, me llamó hace unos días para que fuese a buscarla-
Vanesa: ¿Has vuelto a tener sexo con ella?- le interrumpió.
Malú: No, para nada. Nada de eso- le cogió la mano para tranquilizarla, le notó un poco tensa en el momento- Me llamó con ansiedad, era tarde y no sabía dónde estaba. Me pude ubicar más o menos por lo que había alrededor y fui a recogerla- cogió aire- estaba desnuda, por lo visto había quedado con un hombre después de que yo le diese largas una mañana que vino a buscarme a casa, y él le drogó- a la abogada le costó digerir aquello- y ahora no se acuerda de nada-
Vanesa: ¿Ha denunciado?-
Malú: No quiere ir, yo le he insistido y sus padres también, pero no hay manera. Quiere olvidar todo cuanto antes-
Vanesa: ¿Y tú qué tal estás? ¿Os conocíais de antes?- la directora negó con la cabeza.
Malú: No, pero la vi tan indefensa Vanesa, no te imaginas- se detuvo dos segundos en los ojos de la letrada- tenía golpes en la espalda y los brazos, y lloraba con una angustia en su cuerpo como nunca he visto en nadie...-
Vanesa: Malú, debería ir a la policía, es lo mejor que puede hacer. Yo puedo hablar con ella, bueno, soy abogada y creo que le aconsejaría bien. Quizás a mí me escuche-
Malú: No, Vanesa- ahora fue ella la que le interrumpió- no tengo ningún compromiso con ella, no soy ni su amiga ni su mujer, he hecho hasta donde he podido- la letrada no dijo nada más queriendo así terminar la conversación- haría más si pudiese pero no es el caso. Me apetece disfrutar de ti, he estado días sin verte- en su voz hubo un tono entre lástima por no haberla podido tocar y felicidad por al fin tenerla consigo.
Vanesa: Ya sabes por qué, a veces soy un poco imbécil-
Malú: No, te entiendo, de verdad. Entiendo que necesitases espacio y dedicarte tiempo para ti, tiempo para pensar-
Vanesa: No tuve que pensar nada, lo tuve claro desde la gala benéfica, pero siempre intenté negármelo, nunca me había atraído una mujer y bueno... debes reconocer que tu reputación sexual no es un secreto celosamente guardado, y me hablaban de una Malú altiva en la cama, sin ganas de compromiso, de las que aparecen una noche, te enamoran y se van-
Malú: Y lo he sido. No me arrepiento de nada, pero estoy encantada con esta estabilidad de las últimas semanas-
Vanesa: ¿Te doy estabilidad?- sonrió sin poder evitarlo y la directora pudo ver que de repente se volvía a sonrojar. El camarero de nuevo se acercó a dejarles la cena en frente. Salvada por la campana.
Vanesa: No te hagas la loca, señorita. Te he hecho una pregunta-
Malú: Pues sí, quizás sí. Llevaba años dedicándome exclusivamente a mi trabajo y necesitaba algo parecido a esto-
Vanesa: Malú- la empresaria la miró dándole paso a seguir hablando- me gustaría que me ayudases a montar el bufete. Que me eches una mano en cuanto a contabilidad y tema de gestión de empresas. Tengo algo de base pero no la suficiente-
Malú: Claro, no te preocupes por eso, pretendía hacerlo me lo pidieses o no-
Vanesa: Mañana hablaré con el director de Brand & Cooper y me retiraré-
Malú: Creo que harías bien centrándote sólo en tu nuevo negocio, lo otro ocuparía parte de tu tiempo en vano-
Vanesa: Lo sé, ya lo he pensado. Tengo muchas ganas de empezar. Mañana miraré reformas a ver si comienzo cuanto antes-
Malú: ¿Vienes mañana a buscarme a Fraday Lorence? A mediodía habré terminado, tengo que supervisar la entrevista al presidente y vendrá Liam a buscarme a casa por la mañana. Podríamos comer juntas-
Vanesa: Sí claro, sin problema. Yo espero terminar pronto en la compañía- hubo un minuto de silencio en la mesa, la cena estaba buenísima- ¿y tú qué?-
Malú: ¿Yo?-
Vanesa: El trabajo, que qué tal. ¿Estás hasta arriba?-
Malú: Bueno, esta semana es que hemos tenido un poco de movimiento. Hacienda nos ha hecho una inspección durante tres días, y claro, yo ya he estado fuera de juego, he ido controlando los proyectos pero no tanto como me hubiese gustado. Y a eso debo sumarle que mañana entrevistamos al gobernador, y he tenido que informarme bien sobre las elecciones y sus propuestas políticas- suspiró cansada.
Vanesa: Bueno, esta noche a relajarse, yo si quieres puedo quitarte el estrés- le guiñó un ojo, iba con una doble intención y esperaba que la directora lo entendiese.
Malú: Si no quieres dejar la cena a medias, es mejor que te ahorres estos comentarios-
Vanesa: Estoy deseando llegar a casa, no puedo evitarlo-
Malú: ¿Dormiremos juntas?-
Vanesa: No esperaba otra cosa, sinceramente- ambas rieron de forma sutil, la comodidad reinaba esa noche- ¿tu casa o la mía?- la empresaria se señaló así misma, tenía comida en la boca y no pudo hablar hasta después de beber agua.
Malú: En la mía, que tiene que venir Liam-
Vanesa: Oh, es verdad. Se me olvidaba-

Eran pasadas las once cuando llegaron a casa. La necesidad de sentir a la otra era casi irremediable. Se repartieron besos por el cuello y el principio del pecho, aún sin entrar en el porche de la casa. Apoyadas contra la pared, la abogada alzó la falda de la directora con la intención de colar sus manos por debajo. 
Malú: Afloja Martín, que ya llegamos- se dio la vuelta y buscó las llaves en el bolso. La letrada la agarró de la cintura, le apartó el pelo y le mordió la nuca. Un escalofrío recorrió la espalda de la empresaria. Intentó escaparse de los brazos de Vanesa, que paseaban por su estómago y el abdomen. No hubo manera. Hoy nadie frenaría a la abogada. Consiguieron abrir la puerta después de unos cuantos intentos, desactivó la alarma, soltó el bolso en el suelo y fue directa hacia Vanesa, quien la esperaba impaciente. Los primeros besos llegaron casi a la altura de la escalera, donde las dos se deshicieron de la camisa de la otra. A trompicones subieron al primer piso, ambas descalzas fueron a la habitación, y fue la directora quien decidió comenzar a tomar el control. No tardó en quitarse la falda y bajarle los pantalones a su mujer, lejos de querer tener cuidado esta noche, se puso sobre ella en la cama, agarrando sus manos por encima de la cabeza. Bajó con su lengua por su cuello, su oreja y su pecho. Vanesa se mordía el labio, suspiraba y reprimía las ganas. Le desabrochó el sujetador como pudo, la abogada no dejaba de moverse. Le podía el hecho de tener en ropa interior a su directora, ver que moría de ganas por tocarla a ella, despeinada pero preciosa, y por supuesto, excitada.  Al fin Malú bajó con su boca por el cuerpo que tenía bajo ella, las manos de la letrada fueron directas al pelo, obligándole a meter la cabeza entre sus piernas. No podía más. Necesitaba más. La empresaria no le haría esperar, pero sí el timbre, que sonó tres veces seguidas, con impaciencia.
Malú: No puede ser-
Vanesa: ¿Esperas a alguien?- negó con la cabeza.
Malú: Quédate aquí- le dio un beso y se levantó paseándose en tanga por la habitación, hasta que llegó a la segunda estantería del vestidor y se colocó su bata de franela para bajar abajo.
Vanesa: ¿Tardarás?- le gritó desde la cama.
Malú: ¡Espero que no!- bajó el último escalón y fue hacia la puerta. La cámara del telefonillo le dijo que Johanna le esperaba.

Todas las mujeres que habitan en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora