Capítulo 62.

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Vanesa entró por la puerta siendo más cansancio que persona. Esta vez sí que llevaba llaves. Le pesaban las piernas.
Acomodó su abrigo en el perchero de la entrada y dejó su bolso en la isla de la cocina. Las luces de abajo estaban apagadas, así que supuso que Malú estaría en su habitación.
No tardó en servirse una copa de vino francés y sentarse en uno de los taburetes a descansar su cuerpo aunque sólo fuesen cinco minutos.
Había prometido que no tomaría más vino hasta que Malú pudiese compartirlo con ella, pero hoy lo necesitaba. Estaba realmente agobiada, el fin de año se acercaba y necesitaba cerrar todo cuanto pudiese. El trabajo se le acumulaba, cuando no eran contratos empresariales por revisar, eran debates que ofrecer, cuando no, conferencias, y ni siquiera hablar del caso de Vila. Éste sí que le quitaba el sueño.
Apoyó sus codos en la mesa, y su cabeza sobre sus manos. Se tomó unos segundos para respirar tranquila. Al fin estaba en casa, y tendría tres días libres a excepción de un par de llamadas que debía hacer el fin de semana.

- Vaya, ¿alguien ha tenido una mala tarde?- la directora bajaba las escaleras agarrada a la barandilla. Tan guapa como siempre. Vanesa levantó la cabeza para mirarla, y tuvo que sonreír al verla. A esta mujer nunca se le acababa la energía. Se limitó a asentir con la cabeza, y le hizo un gesto con la mano para que se acercase a ella- ¿qué haces aquí a oscuras?-
- No tengo fuerzas ni para darle al interruptor-
-¿estás cansada, cariño?- se colocó de pie frente a ella.
- Un poquito...- Malú le acarició el pelo mientras la abogada descansaba su cabeza en el pecho de su mujer. 
- Venga, cenamos, un baño, y vamos a la cama. Mañana puedes dormir hasta tarde- le dejó un beso en la cabeza, y la letrada de nuevo dejó asomar su risa.
- Me he servido una copa... espero que no te importe-
- Claro que no, puedes hacerlo cuando quieras- caminaron las dos hasta la mesa del salón, la que estaba cerca del ventanal que daba al jardín.
- ¿Qué tal has pasado tú la tarde?- se sentó en la silla y cruzó sus piernas- Tenías una cita con el director de Hudson Bay, ¿no es así?-
- La reunión es para el lunes. Me gustaría que Liam me acompañase y aplacé el día. Pero no quiero hablar de trabajo- 
- Está bien- Vanesa alzó su copa para brindar, y la directora no tardó en imitarla- Por muchas, muchísimas más cenas así para arreglarnos los días de mierda- la directora la miró muriéndose de amor por dentro.
- Y bueno, ¿qué te apetece hacer por tu cumpleaños?- la letrada alzó un ceja y sonrió desafiante.
- Me preguntas esto como si no tuvieses ya algo pensado para hacer...- no pudo evitar reír. Había sido descubierta.
- No preguntar es de mala educación-
- Estaré encantada haciendo lo que sea que estés pensando- se metió una patata en la boca- siempre y cuando sea contigo- Malú no quiso hablar. Sabía que si hablaba, se le acabaría escapando la sorpresa, y aún no era el momento.

Cuando acabaron de cenar, se tomó la libertad de levantarse con los platos hacia la cocina, y sacó un pastel de arándanos del frigorífico, el preferido de Vanesa. Colocó una vela en el centro, y la encendió para después, ahora sí, apagar la luz y cantarle hasta llegar a la mesa. Ya pasaban las doce, y era oficialmente el cumpleaños de la abogada.

- Pero cariño... esto sí que no me lo esperaba- le dijo después de soplar las velas y pedir un deseo que mucho tenía que ver con la mujer que estaba en frente. 
- Ya es viernes, será un día sólo para ti- apoyó el pastel y fue directa a besarla, era lo que más le apetecía en ese momento- Vamos a comer el postre y te enseño lo demás-
- ¿Aún hay más?-
- Mujer, esto es sólo una tarta-
- Y una cena-
- Vale, sí, y una cena-
- Y no me lo esperaba-
- Está bien, tampoco lo esperabas. Pero no es nada-
- Esto sin contar que...- decidió interrumpirla.
- Vanesa, es una niña- 
-¿Qué?- dejó su cuchara en el plato y se levantó de la silla para arrodillarse al lado de la directora. Malú le cogió una de las manos y la puso sobre su barriga.
- Cariño, va a ser una niña- Vanesa apoyó su cabeza en las piernas de su mujer, y comenzó a esconderse acurrucada en su tripa- Oye, Vane...- ella sólo alcanzaba a abrazar a Malú por la cintura.
- Me hace tan feliz esto...- por su voz, la empresaria supo que necesitaba dos minutos para recomponerse, y ella no era quién para negarle que lo hiciese en sus piernas. Le acariciaba el cuello mientras la letrada no era capaz de moverse. Lloraba, y eso la llenaba de amor hacia ella- Una niña...- finalmente dejó un par de besos cerca de su ombligo, y se atrevió a mirarla a los ojos aún estando agachada.
- ¿Qué pensabas que sería?-
- Qué más da, te quiero. Y te prometo que la voy a querer tanto, o incluso más que a ti- hizo intención de ponerse de pie, y Malú la siguió.
- Ven conmigo, te daré el otro regalo- cogidas de la mano subieron hasta la planta alta de la casa. Al lado del jacuzzi se encontraba la maleta en tonos marrones y una bolsa de viaje igual. La directora encendió el agua calentita, y la abogada se puso de cuclillas para ver qué eran los tickets que colgaban de las maletas.
- ¿Finlandia?- miró sorprendida a Malú, que aún andaba en el borde trasteando con el grifo- ¿una Navidad en Finlandia?- ella asintió con la cabeza mientras sonreía.
- ¿Te apetece?-
- Pero vida, esto es increíble- se acercó a ella para agarrarla de la cintura y atraerla hacia su cuerpo- Tenía muchas ganas de hacer un viaje contigo, creo que es el momento perfecto para ello-
- Yo también lo creo-
- ¿Y la maleta? ¿También es para mí?-
- Claro, para que comiences a hacerla cuando tú quieras-
- Oh, Malú, ¡pero no hacía falta! Es carísima-
- No rechistes, pesada... creo recordar que ya hemos hablado de eso- comenzó a desabrocharle los botones de la camisa, despacio. No tenía ninguna intención sexual, pero le apetecía cuidarla. Era consciente del cansancio mental y físico que llevaba Vanesa durante las últimas semanas, y con su familia lejos de la ciudad, ella era su único refugio. Se preguntó qué habría hecho ella en sus días malos hasta que se conocieron. El viaje sería una excusa para pasar tiempo juntas y descansar.

Le desabrochó con cuidado el sujetador, y le apartó el pelo de la cara. La sentó en el borde, y después de darle un beso despacio, con calma, le quitó los tacones negros que llevaba.

- ¿Me vas a desvestir tú?- la miró mientras reía.
- Por supuesto, señorita Martín. Sólo si usted me lo permite-
- Toda tuya- se dio el lujo de tirar de sus pantalones hacia abajo, y seguidamente hizo amago de quitarse ella su propia camisa- Para, anda. Yo lo haré- Vanesa se puso de pie frente a ella, y como si de magia se tratase, un calor que no esperaba subió hasta su estómago. La boca entreabierta de la letrada se llevó toda su atención mientras ella se concentraba en desabrochar botón por botón la camisa blanca que tanto le estorbaba ahora mismo. Hasta entonces no había conocido a nadie tan sensual y seductora como su abogada.
Mantuvo el control como pudo y reprimió más de dos suspiros que morían por salir de su garganta. No era noche para aquello.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2019 ⏰

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