« El cielo está nublado. »
La fresca brisa de la tarde de ese día indicaba que haría mucho frío. Respiró hondo y caminó hacia un lugar más seguro; tal parece que planear una tarde de chicas con Shinozaki no era muy buena idea, ya que la dejó plantada. Lo único que le animaría el día sería un baño caliente y un poco de música.
— Voy a ayudarte a conquistar a Kazuto-san.
Detuvo su paso y suspiró. Aún no estaba cien por ciento segura de fiarse de todo lo que le había dicho Sachi, pero con solo imaginarse en una relación formal y oficial hacía que su corazón bailará de alegría. Negó con su cabeza y siguió caminando, pequeñas y delgadas gotas de agua le tomaron por sorpresa, alzó su vista y vió como comenzaba la lluvia.
« Maldición »
Olvidó su paraguas. Con sus manos trató de cubrirse y comenzó a caminar más rápido, su ropa se arruinaría por completo y a su madre no le agradaría esa idea. Eso le irritó mucho. Fue mala idea llevar zapatillas con tacón estaba expuesta a sufrir una caída y eso podría lastimar la. Intentó buscar un lugar seguro con la mirada, no obstante al correr resbaló en un charco de agua.
Sus manos habían sufrido leves raspones y sus piernas un irritante dolor, quiso maldecir su suerte, pero las gotas de la lluvia no le caían más. Alzó su vista y notó como un paraguas de color negro le cubría, volteó a ver quien era su portador y sus mejillas le delataron la vergüenza y la sorpresa que pasó en esos momentos.
— Kirito... – musito. Éste solo le sonrió y se hinco.
— ¿Necesitas ayuda princesa? – preguntó.
— No necesito de un príncipe para salir de un problema – respondió como defensa. Intentó impulsarse con sus brazos recibiendo como respuesta el pulsando dolor de sus raspones.
— Tomaré eso como un sí – dijo y con mucho cuidado la ayudó a levantarse para así poner uno de sus brazos por encima de sus hombros y caminar cuidadosamente. – Mi casa está cerca, veré que ropa prestarte y sanar tus heridas.
(...)
Con sumo cuidado retiro prenda por prenda, quedando solamente en ropa interior, Kirito le había prestado un suéter de color negro, en sus mangas se lograban ver dos tipos de espadas. Se acomodó el suéter, realmente era cómodo y tibio, perfecto. Deshizo sus pequeñas trenzas y lo peinó con sus manos, para así esperar a que secara.
Toc toc.
Sonrió de forma ladina y dió autorización de pase, observo que Kirito llegó con un botiquín de primeros auxilios. Se sentó en la cama y este se hincó frente a ella para examinar la y tratar las heridas y raspones. Hubo silencio absoluto, no fue incómodo y sus miradas llegaban a conectarse. Este sonrió al ya haber tratado cada herida y raspon, posteriormente guardó cada cosa que utilizó y se levantó.
— Ya regreso – dijo y salió de la habitación.
(...)
« Después de todo no fue tan mala esta tarde. »
Aún no sabía cómo habían terminado, al lado de Kirito. Sus mejillas estaban sonroja, estaban recostados sobre la cama de Kirito. Sus miradas estaban conectadas, no decían palabra alguna, solamente guardaban silencio. Olvidando la lluvia, el frío, su exterior.
Su cercanía la ponía nerviosa, frente a frente. Sus manos se encontraban entrelazadas, el silencio reinaba entre ambos. Sus respiraciones eran lentas.
— Recuerdo el día que estuvimos así de juntos – comenzó. Extendió su mano libre y acarició con mucho cuidado la mejilla de la contraria, como si fuera de porcelana.
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Hilo rojo
Fanfiction"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar o circunstancia. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper" Una simple leyenda... Una simple leyenda ha unido a d...