Observaba atento cada movimiento de su mejor amigo, su semblante era serio y sus manos se mantenían ocupadas hábilmente en el teclado de su computador. Daba levemente miradas fugaces al teléfono celular de su novia y volvía al computador.
— No debiste reaccionar así, Kirito-kun – dijo de una vez por todas. Éste se encontraba sentado sobre su cama.
El contrario solamente le miro de reojo y volvió a su trabajo.
— Ni tú mentirme así, Eugeo – respondió cortante. Sus dedos seguían incesantemente presionando el teclado del computador –. La ayudaste a mentirme.
Tenía un punto. ¿Pero realmente era necesario comportarse así?
— La hiciste llorar, Kirito – recordó el rubio –. Ella solo tenía miedo.
— ¿De qué? – preguntó con ironía. – ¿De que se diera cuenta su novio que un pervertido la está acosando desde quien sabe cuantos días?
— De que reaccionarás así.
Este se levantó de su lugar y tomó la silla de su amigo, para después girarla hacia su dirección mirándolo fijamente a los ojos. Demostrando pensamientos totalmente diferentes. Una pelea de azul contra negro, por primera vez estos peleaban.
Una amarga risa escapó de los labios del pelinegro, cerró sus ojos momentáneamente y se levantó de su puesto.
— Si reaccione de esa forma fue porque ella no sabe al peligro al que se expone al responderle – dijo y miro nuevamente a su rubio amigo.
Éste negó con la cabeza y cerró sus ojos en el transcurso.
— Kirito-kun, ella está asustada de ese total extraño y si ella no pudo decirte algo a ti, él debió amenazarla.
El oji negro mantuvo silencio unos segundos, Eugeo sabía más de aquel desconocido.
— No debiste ocultarmelo, Eugeo – dijo y le miro, aquella mirada traía preocupación y furia –. Con más razón debo seguir trabajando.
— ¿Crees que si descubres quien es, solucionarás lo que ocurrió entre ustedes dos?
— Yo sé lo que hago.
Esa fue la gota que topó su paciencia.
— ¡Si sabes que la lastimaste, ¿por qué actúas como si no te importara?!
Éste se limitó a no responder a lo que le había dicho su amigo, solo vio como éste se retiraba de su habitación muy enojado.
— Para disculparme en el momento correcto... – susurro al aire.
(...)
El cielo permanecía nublado, indicando un color plomizo. No había ni un solo rayo solar en el cielo, dejando que el aire fuera fresco casi frío. Era una mañana nueva y todos los alumnos caminaban en dirección a sus salones, todos en diferentes grupos.
— En serio, disculpame – dijo una avergonzada Alice, tomaba las manos de su mejor amiga–. Me deje llevar por los celos y te llegue a ofender
Ésta se había inclinado, disculpándose lo más que puedo. La castaña claro negó con la cabeza y abrazo fuerte a su compañera, se levantó de su asiento sonriendo le de la mejor manera.
— No hay nada que perdonar, Alice-san – dijo y lentamente se fue separando de ella –. De igual forma yo hubiera actuado así, eres mi mejor amiga y te entiendo.
Ésta asintió avergonzada y levantó le mirada, notando como cierto pelinegro entraba al salón de clases.
— Buenos días Kazuto-kun – saludó son una pequeña sonrisa. Éste saludó de igual forma.
— Kirito-kun y...
— Ahora no, Asuna – la cortó. Puso su mochila en el pequeño gancho, para después salir del salón.
Lentamente se sentó en su lugar correspondiente y bajó la mirada con aquel aire triste.
— No debí mentirles – dijo y entrelazó sus dedos avergonzada –. Y menos a Kirito-kun.
— Aún no puedo creer que alguien te acuse, Asuna-sama.
— Realmente ya no me importa eso, Kirito-kun está enojado conmigo y no sé que hacer para que me perdoné.
— Déjalo, no tienes que ponerle más leña al fuego – dijo un rubio que entró a la conversación, Eugeo –. Él debe disculparse, no tú.
— Eugeo-kun...
(...)
Acomodó sus lentes y miró de forma directa los ojos oscuros del contrario, se cruzó de brazos y arqueo una de sus cejas.
— ¿Qué quieres, Kirigaya-kun? – preguntó la fémina.
— Gracias por venir, Asada-san.
Conversaron primeramente de cosas triviales, para romper el hielo que había entre ellos dos; no había mucha comunicación entre ellos desde hacia mucho tiempo por problemas románticos fallidos. Kazuto pidió la pequeña reunión en una cafetería cercana a la escuela, para así distraer sus estómagos después de un largo día de estudios.
— Quiero que vayas al grano, Kirigaya-kun – pidió, dándole un sorbo a su café.
— Recuerdo que estuviste familiarizada con la familia Shinkawa, hace mucho tiempo – comenzó. Notó la reacción de ésta y sacó de su mochila su teléfono celular.
Ésta tensó su cuerpo por completo, su cuerpo instantáneamente comenzó a temblar, en contra de su propia voluntad.
— Eres la única que me puede ayudar con este problema – siguió hablando.
— L-Lo siento Kazuto-kun, pero yo no estoy dispuesta a volver a tener problemas con esa familia. – dijo y se levantó de su puesto, hizo una reverencia y acomodó su mochila en su hombro.
Ésta sintió la mano de Kazuto tomarle de la muñeca, por instinto volteó a verle, mostrándole una mirada de temor. Su cuerpo fue atraído contra el peli negro, en un acogedor abrazo.
— Sé que pasaste por mucho, gracias a esa familia – comenzó a susurrar contra su oído –. Pero ahora, más que nunca necesito tu ayuda.
Correspondió al abrazo, y acomodó su rostro bajo el pecho de este y suspiró en derrota.
— ¿Ayuda? – preguntó confundida.
Éste asintió y se separó de la fémina para que tomará su celular y mostrará la información que había tomado.
— ¿Lo conoces?
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Hilo rojo
Fanfic"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar o circunstancia. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper" Una simple leyenda... Una simple leyenda ha unido a d...