Capítulo 50

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Narrador:
El picar en sus nudillos era muy poco a comparación de lo colérico que se encontraba.

Quería verlo morir en sus manos.
Ver la sangre sobresalir de la boca y nariz de Sugou no era nada comparado al daño que le había hecho a su amada.

Sugou escupió en su cara, incrustando en su costado el bisturí que tenía en manos.

Su cuerpo cayó al suelo, sintiendo como la cálida sangre llenaba su traje de sangre. Sintió como este le arrebató de golpe el bisturí amenazando con volver a golpear.

Sentía su sangre correr, con dificultad intentó levantarse, viendo como Sugou se posicionaba encima suyo.

—Te mataré, te mataré. – exclamó casi en un grito. – ¡Te mataré!

El fuerte y rápido latir de su corazón lo hizo vacilar. Contuvo la respiración. Sintiendo la adrenalina correr a toda velocidad por sus venas.

No podía vacilar. Debía ser fuerte, valiente. Ser el hombre que protege a su familia por amor.

Con fuerza retuvo el brazo de Sugou y con un fuerte cabezazo lo hizo caer a su lado. El ardor en sus nudillos, el dolor en su costado y frente se fueron a la mierda.

Un golpe. La secundaria y sus constantes acosos.

Otro golpe. Descubrir que todo lo que sufrió Asuna con Shouichi fue por él.

Otro más. La boda.

Y otro. El secuestro.

Y otro más. Sachi...

—¡Ya basta Kazuto! – escuchó la voz de Shinon.

Vió como Sugou sonreía al ver como tomaban los brazos de Kazuto a la fuerza para separarlos.

—Ya fue suficiente – esta se posicionó frente al peli negro. Posando sus manos en el pecho de este para tranquilizarlo.

—T-Tal como un perro... – escupió sangre.

A este lo tomaron los oficiales para ponerle las esposas. Siendo levantado con brusquedad.

—Guarde silencio Sugou Noboyuki, está bajo arres...

—¡Ella es mía... Después de todo es mía! – exclamó.

Sus fuertes carcajadas tan desquiciadas como él, provocaban un dolor de cabeza irritable en el peli negro, sus palabras no le agradaban.

—¡Después de escucharla gemir, gritar!

Su rostro se deformaba a una horrenda y degenerada, provocando escalofríos en algunos presentes.

— Y ¡¿tú?!

Con esfuerzo se intentó quitar de encima a los policías que lo tenían retenido.

—¡Siendo un marica!

Kazuto se deshizo del agarre del oficial que lo tenía de los brazos e hizo a un lado a Shinon.

Sin pensarlo y dudarlo, empuño su mano derecha y golpeó nuevamente la cara de Sugou.

—¡Kazuto! – gritó Shinon.

(...)

—¿Por qué lo hizo, señor Noboyuki?

Alzó una de sus cejas y sonrió cínicamente.

—Porque la amo.

—¿Amor? – inquirió uno de los oficiales. Cruzándose de brazos, mirándolo a los ojos. – Lo que usted llama "amor", es obsesión para mí.

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora