Capítulo 45

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—¿Qué es lo que recuerda antes del incidente?

—Fui hacia la habitación donde se encontraba mi hija... Después de conversar unos minutos con ella recibí una llamada... Salí de la habitación para atender...

—¿Qué ocurrió después?

—No lo recuerdo... Lo siento...

[...]

—Un tipo nos amenazó con un arma, su rostro estaba tapado con una gorra y un tapa boca de color negro; nos causó mucho miedo, intentamos detenerlo, pero sólo disparó a la pared muy intimidante.

—¿les hizo daño?

—Sólo nos empujó y gritó...

[...]

—Cuándo escuché el disparo, supimos que algo andaba seriamente mal, Kazuto-kun y yo salimos rápidamente a averiguar qué es lo que ocurría. Los gritos de miedo de cada dama de honor nos alertó.

—¿Cuándo fue la explosión?

El rubio cerró sus ojos antes de contestar. Tomó una bocanada de aire y apretó el agarre de sus manos.

—Verificamos si todas se encontraban bien, pero cuándo dirigimos nuestras miradas hacia las de ellas vimos el cuerpo inconsciente del señor Yuuki.

El oficial asintió y lo observó atento.

—Kazuto-kun corrió hacia él para verificar su estado, cuándo llegó hasta él fue la explosión. Recuerdo haber caído contra el suelo y gritar el nombre de mi amigo, sabíamos que Asuna estaba en peligro, pero él sólo corrió hacia la habitación de ella.

[...]

Kirito:
Abrí mis ojos con pesadez, mi cuerpo dolía, sentía mi garganta seca. Una reconfortante calidez se concentró en una de mis manos, mi ojos querían ver a quien esperaba que fuera, pero no fue así.

—¡Hermano, despertaste! – gritó Sugu al verme. Parpadee lento.

Mis tíos al verme se levantaron de sus asientos y se dirigieron hacia donde estaba.

—¿D-Dónde está Asuna...?

Al escucharme, sus expresiones no me agradaron para nada, provocando que dolor en mi pecho incrementara. Sentí como los recuerdos llegaron a mi mente como un golpe, llevé una de mis manos hacia mi sien.

Mi mente reprodujo el recuerdo de la explosión. Cuando un mal nacido llevaba en brazos el cuerpo inconsciente de MI prometida.

—¡D-Debo encontrarla! – grité asustado. Intenté quitarme las agujas.

Mi familia al ver lo que estaba intentando hacer, me pedían que me detuviera, tomándome de los brazos o las manos.

—¡Kazuto, debes tranquilizarte! – pidió mi tía. – ¡la policía ya se está haciendo cargo de eso!

El médico que al parecer me atendía, entró junto a dos enfermeras y unos detectives.

—¿Cómo se siente joven Kirigaya?

Preguntó el hombre mayor. Lo observé unos segundos, pensando en mi respuesta.

—Aturdido... Asustado, inquieto.

—Y ¿fisicamente?

—Me duele todo el cuerpo...

El médico asintió, tomando nota. Tomó una bocanada de aire, dirigiendo su mirada hacia la familia y el paciente.

—Tras recibir el impacto de balínes en su costado y hombro provocó que perdiera mucha sangre. Su cuerpo se encuentra adolorido por el fuerte golpe contra el suelo tras presenciar la explosión. – habló el médico. – debe descansar para que sus heridas sanen.

[. . .]

Sus ojos pesaban, su parpadeo era lento y pesado. Removió su cuerpo sobre las suaves sabanas donde se encontraba.

Al intentar llevar una de sus manos hacia su adolorida cabeza, sintió el fuerte agarre en sus muñecas y tobillos. Fruncio el ceño confundida.

Hasta estar completamente despierta. Intentó articular alguna palabra siendo acallada con cinta adhesiva cubriendo sus labios.

«¿D-Dónde estoy?» pensó.

Gimoteo al sentir la presión del agarre de sus muñecas y tobillos, sus ojos se cristalizaron por completo al recordar todo. Su cuerpo se encontraba despojado de su vestido de novia.

Ahora tenía puesto un largo vestido de color blanco, apegado a su cuerpo y figura. Las lágrimas amenazaban en caer cuando escuchó las pisadas de alguien acercándose a la puerta.

La puerta fue abierta, mostrando la silueta de un hombre, alto y joven. Reconoció su descarada sonrisa.

Podía sentir el fuerte latir de su corazón, debía intentar controlar lo que sentía, sabía que eso no le haría bien a su pequeño bebé.

«S-Sugou...»

—Cuánto tiempo, amada mía.

Sus pasos fueron lentos pero largos, acercándose hasta la castaña. Elevando la mirada de esta conectadola con la suya.

—Esperé por mucho para poder tenerte así.











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Lo sé, lo sé. Aparte de corto tarde demasiado tiempo en escribir esto.

Lo lamento tanto.

Lo cierto es que he tenido problemas para desarrollar las ideas que tengo; he tenido muchos problemas con todo eso, pero no se preocupen volveré a escribir más seguido.

Les ofrezco una enorme disculpa por mi falta de presencia.

Hasta la próxima. Prometo que el próximo capítulo será un poco más largo que este. Chau chau.

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora