Capítulo 38

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9 años después:

—¡Oye, Asuna!

Una hermosa trigueña se acercaba a la mencionada, quien la esperaba en una de las tantas mesas de la cafetería, acompañada de varios compañeros de trabajo. Esta le saludo con su mano y se saludaron con un beso en la mejilla y un abrazo.

—¡Diane-chan! – saludó la castaña.

Esta río junto a los demás y tomó asiento junto a ella, acomodó uno de sus mechones tras su oreja y apoyó sus brazos sobre la mesa, entregándole una hermosa sonrisa a la oji miel.

—Ya te he dicho que no me digas así, Diane está bien. No estoy acostumbrada a ese tipo de tratos – rodo sus ojos avergonzada.

—Lo siento... – musitó, juntando sus manos. – es... La costumbre.

¡Diane-chan! ¡Oh, Diane-chan! dijo burlesco otro compañero de trabajo.

—¡Cállate, Oscar-kun! – respondió con el mismo tono la castaña oscuro.

Las fuertes carcajadas de otros se hizo presente en la mesa.

—¡Moo!, ustedes son muy malos.

—Para ser mayor que yo, te comportas como una niña, Asuna – comentó el mismo, mirando a la mencionada.

Esta se ruborizó al escuchar sus palabras, había logrado crear amistades a lo largo de los años en América. Su dominio con el idioma le facilitó todo, viéndose obligada a enseñarle un poco a su pareja, este no lo dominaba por completo.

—Que se comporte de forma infantil, no saca a un lado el hecho que es la Jefa en la cocina – mencionó una pelirroja.

—Es verdad, lograste superar a todos con tus recetas y maneras extraordinarias en el manejo de la cocina – continuó otro. – enseñame tus secretos, maestra.

—Es una lástima que pronto regresaras a Tokio – dijo la misma castaña oscuro. – ¡Te voy a extrañar mucho!

Esta se levantó de su puesto y la abrazó fuerte, esta correspondió con el mismo sentimiento.

—¡Llegaré de visita algún día, lo prometo!

—Te esperaré con ansias, Diane-chan

—Oye y ¿porqué te marchas? – preguntó un rubio.

—¡Andrew! – reprochó su novia – ¡eso no se pregunta!

—Tranquila, volveré por mi familia – comentó con una sonrisa.

—Tú no volverás a Tokio sólo para ver a tu familia – respondió su amiga con una sonrisa picarona. – tú nos ocultas algo.

Esta bajó su mirada con una sonrisa en sus labios y sus mejillas adornadas por un hermoso carmesí. Acomodó un mechón de su cabello tras su oreja y levantó la mirada.

—También iré por mi boda

—¡¿Boda?! – preguntaron sorprendidos. – ¡¿Te casas?!

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora