Capítulo 19 |Sueños|

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Lentamente mis ojos fueron abriéndose, recibiendo la clara luz del Sol. Mi cuerpo sufrió un fuerte escalofrío al sentir la fuerte brisa helada chocar contra mi piel. Mis manos palparon en la cama en donde estaba, no era mi habitación.

Era una larga cama con sabanas blancas, mi cuerpo bajó de este. Examine mi vestimenta, un largo traje blanco, que era acompañado de una larga y abierta falda, dejaba a la vista mi pálido vientre, mis pies estaban descalzos, sólo llevaban largas cintas blancas. En la parte superior de mi traje reposaba un hermoso cintillo de color rojo, en forma de moña.

Una aguda y frágil voz llamó mi atención.

« Mamá. »

Voltee hacia mi espalda, nuevamente escuché ese llamado.

« ¡Mamá! »

Está vez se escuchaba más fuerte, como si estuviera buscándome. Mis ojos se cristalizaron al ver mi alrededor. Una jaula. Corrí para intentar pasar, las barras eran de oro muy grueso, más que empujara sería imposible.

« ¡Mamá...! »

Mi corazón latía ferozmente, el miedo a dejar de escuchar su voz me invadía de una manera horrible. Luchaba por intentar salir.

¡Acá estoy! – grité con todas mis fuerza. Sus gritos seguían y mi miedo iba en ascenso. El listón que yacia en mi pecho, deshizo su moño y una punta se amarró a mi dedo meñique.

Extrañada miré el otro extremo, este se alargaba, no sabía el porqué. Hasta que escuché su voz.

¡Asuna!

Kirito-kun. Era él.

¡Kirito-kun! ¡Kirito-kun!

Gritaba muy aterrada, no sabía el porqué me encontraba en una gran jaula, desconocía el porqué la voz de aquella niña me parecía tan familiar.

Un fuerte jalón hizo que chillara del miedo, otra vez y otra vez. Las barras de la jaula se desvanecieron como cristales y el largo listón rojo me guió hacia largas ramas de un inmenso árbol. Las voces de Kirito y la pequeña eran más audibles, estaban cada vez más cerca. Corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron, encontrando a una hermosa niña de cabello largo, con un flequillo de color oscuro, su piel tan pálida como la mía y unos grandes y bellos ojos negros... Como los de Kirito.

Yui-chan... – solté en un suspiro. Ella era nuestra pequeña, algo dentro de mí me lo decía.

Mamá... – susurró la pequeña y me abrazó tan fuerte como yo. Tras ella escuché los pasos de alguien, al levantar mi mirada lo encontré.

Asuna... – dijo y sonrió con lágrimas en sus ojos. Este vestía con un traje negro, cuatro alas sobresalían de su espalda, su cabello se encontraba desordenado y una larga espada negra era empuñada por él.

Kirito-kun...– dije y este se acercó, abrazando mi helado cuerpo contra el suyo –. ¡Kirito-kun!

Sus labios chocaron contra los míos, sintiendo aquel dulce sabor que extrañaba saborear. Lentamente se separó de mí, logré divisar que en su muñeca se encontraba el otro extremo del listón rojo, sonreí lo mejor que pude. Un fuerte ruido resonó en nuestros oídos, ramas, largas y delgadas ramas tomaban mis muñecas y mis tobillos, gimotee al sentir el repentino jalón.

Las grandes ramas que anteriormente nos sostenían desaparecieron, el pequeño cuerpo de Yui cayó al vacío, sus gritos eran grabados en mi memoria, arrancando me largas y pesadas lágrimas de mis ojos, así como gritos de dolor.

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora