Capítulo 23 Extra

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Su mirada denotaba tristeza, preocupación, miedo. Sus manos se mantenían apegadas contra su pecho, sintiendo inevitablemente los fuertes latidos de su corazón.

« Eugeo-sempai... »

— Tieze-chan, ¿qué pasa?

La pelirroja, miró por unos segundos a la castaña oscuro a su lado y volvió a ver la ventana frente a ella.

Eugeo y Alice discutían.

— Es mi culpa...

— ¡¿Cómo que tú culpa?! ¡Pero si te estabas ahogando!

La pelirroja hizo señas de que bajara un poco la voz, sus ojos lentamente se cristalizaban al ver como Eugeo detenía a Alice de alejarse de él. Otra vez discutían por ella.

— S-Sólo fue un calambre... É-Él no debió ir por mí, R-Ronnie ya me estaba ayudando...

Lentamente su voz se quebraba. Un gran dolor se concentró en su pecho al ver como Alice abofeteaba a Eugeo.

— ¡Es mi culpa! – gritó antes de correr hacia la planta alta de la casa.

— ¡Tieze-chan! ¡Espera!

Ronnie fue detrás de ella, se había levantado de la mesa donde jugaba damas junto a Sugu. Un silencio incómodo se creó en el ambiente, ambas chicas miraron hacia la ventana buscando a la pareja de rubios. Estos ya no estaban a la vista.

— ¿Juegas damas?

— Si es para romper el hielo, sí.

(...)

— ¿Una fiesta?

Asintió, sujetando la cintura de la castaña, manteniendo la cercanía entre los dos.

— Nunca he ido a una fiesta con ese tipo de temáticas – comentó la castaña, lentamente acariciaba los cortos mechones de cabello de la parte inferior de la cabeza de su novio.

Ambos se encontraban a cierta distancia de sus amigos, nadando juntos en las cálidas aguas de la hermosa playa en la que se encontraban.

— Se siente bien estar así, juntos.

Musito el de ojos negros. Sonrió al ver la hermosa imagen que tenía de frente, un hermoso atardecer que iluminaba a su castaña favorita.

Asintió como respuesta, correspondiéndole la sonrisa. Tomó las mejillas de su novio y lo atrajo hacia ella, para así depositarle un casto beso en sus labios.

— Debemos salir, o pescaremos un resfriado – comentó la fémina, tomó las manos de su peli negro y lentamente se dirigieron a la arena.

(...)

Asuna:
La noche ya había caído, preparé una rápida cena para todos... Bueno para todos menos Alice y Eugeo, me dijeron que salieron un rato así que no tendría que hacer mucho.

Me había puesto el hermoso vestido que me había regalado la señora Midori, era realmente cómodo y nada llamativo a las pijamas que normalmente utilizaba. Sugu se  ofreció para ayudarme, fue muy amable de su parte, no había interactuado mucho con ella; siempre se encontraba ocupada o fuera de casa.

No pasó mucho después de la cena, las chicas decidieron irse a dormir temprano, ya que se encontraban exhaustas. Yo no era la excepción, solamente esperaba a Kazuto, intentaba llamar a Eugeo y a Alice, pero ninguno contestaba. Quizá y quieren un momento a solas. Las sabanas de la cama fueron levantadas por Kazuto, voltee a verle y sonreí. Nos acomodamos lo mejor posible, la cama no era para nada pequeña, pero nos gustó la idea de dormir juntos.

Kazuto apagó las luces de nuestra habitación y besó mi frente.

— Buenas noches, Asuna.

Sonreí y besé su mejilla.

— Buenas noches, Kirito-kun.

Sentir su calidez me hizo sentir tan protegida que en cuestión de segundos quedé profundamente dormida. Su embriagante aroma fue lo último que presenció mi nariz y sus cálidos brazos abrazarme.

Una fuerte luz me forzó a abrir los ojos, no sé cuanto tiempo pasó, pero ver las reacciones de todas era claro que era muy tarde.

— ¡No quiero oír tus excusas, Eugeo!

Sus manos halaban fuertemente de mis muñecas, mis ojos intentaban acostumbrarse a la repentina luz.

— ¡Ya te dije que no son excusas, Alice! ¡Eres tú la que no quiere escuchar la verdad!

— ¡¿Ahora soy yo la que se crea historias en la cabeza?!

— ¡Sí, Alice!

« ¿Qué está pasando? »

— A-Alice-san... – musite. Pude ver de reojo como Kirito salía de la habitación igual de confundido que yo.

Mi mejor amiga dejó atrás a Eugeo, caminando a largos pasos, noté como Sugu, Liz, Ronnie y Tieze miraban preocupadas la escena.

Alice chocó su hombro contra el de Tieze, provocando que está retrocederá unos cuantos pasos, iba a reclamar esa reacción, pero Alice nos adentró a la última habitación del pasillo. Encendió la luz y se arrojó a la cama, lanzando patadas al colchón.

— Alice-san...

— Asuna-sama... Pienso terminar con Eugeo.

— ¡¿QUÉ?!

Podría jurar que mi boca se  abrió lo suficiente para hacerla incomodar. Trague fuerte ante tal repentina noticia, no lograba entender nada en lo absoluto.

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora