Capítulo 46

710 54 10
                                    

Dos semanas más tarde:

Asuna:

—Tome.

Dirigí mi débil mirada hacia la joven que me extendía un bocado de comida.

—Debe comer, señora. – me pidió con su mirada triste. – por su pequeño bebé.

Mis manos acariciaron mi duro vientre, abrí mi boca para recibir el bocado de comida. Mi mejilla derecha punzó horriblemente.

El golpe que me había había Suguo aún dolía.

—Sostenga esto sobre su mejilla. Es para desinflamar el golpe.

—H...Hoy Kirito-kun y yo íbamos a ir a la primera ecografía para ver a nuestro bebé.

—Señora... – dijo casi en un susurro.

Tomé la cuchara y decidí llevar más comida a mi boca. Sabía que Suguo no tardaría en venir y si se enteraba que comía a estas horas me golpearía nuevamente.

(...)

Escuché el pisar de sus zapatillas contra el suelo de la gran casa, sentía como el latir de mi corazón aumentaba por el miedo.

La puerta fue abierta mostrando su silueta.

—¿Por qué no me recibiste en la puerta? – preguntó enojado.

—¿Por qué debería hacer? – respondí con el mismo tono. – Tú no eres mi esposo.

Escuché como una fuerte carcajada salió de su boca, sus pasos fueron firmes y rápidos.

—Hay documentos que dicen lo contrario, preciosa.

Desvíe mi mirada, me acomode en la cama para poder seguir leyendo el libro que me había recomendado Alice ya hacia un tiempo.

El fuerte jalón de mis piernas me tomó desapercibida, mi cuerpo fue recostado a la fuerza sobre la cama; el miedo ahora reinaba mi sistema.

Su cuerpo estaba a unos centímetros de los míos.

—¿Crees qué por estar embarazada no pienso hacer de las mías?

Contuve la respiración con sólo escucharlo, sabía que si no hacia algo ahora sufriría las consecuencias.

Intenté golpearlo con mis brazos y manos, pero Suguo las tomó tan pronto supo que haría.

Ocupé una de mis rodillas y golpee lo más fuerte que pude su entrepierna y golpee mi frente contra la suya.

«No me tocarás un sólo cabello y no le harás nada a mi bebé, Suguo, primero muerta.»

Escuché como se quejaba del dolor, tomé lo primero que ví, al escapar de sus brazos, sería una larga noche pero no me daré por vencida hasta verlo tras las rejas.

Corrí lo más rápido que pude a uno de los baños, sabía que podría ocultarme ahí, yo oculte la llave de ese baño.

Al poner el cerrojo, me diriji al retrete, tomé una fuerte bocanada de aire para poder relajarme.

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora