Capítulo 41 EXTRA

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Boda:

Narrador:

—Buenas noches, hermana.

—Buenas noches, Alice-san.

La rubia sonrió de la mejor manera al ver a su hermana menor y a su pequeña cuñada.

—Descansen, niñas.

Apagó la luz de la habitación y cerró la puerta, dió media vuelta y se dirigió a la planta baja.

—Alice-san – llamó Asuna.

—¿Dónde están Eugeo-kun y Kazuto-kun? – preguntó mirando a su alrededor.

—Salieron un momento a conversar. – mencionó dando pequeños toques a su mejilla con su dedo índice.

Alzó sus cejas y se acercó a su amiga, tomando asiento en el pequeño sofá que tenían.

—¿Cuánto tiempo tienes de embarazo, Asuna-sama?

Las mejillas de la castaña tomaron un tono leve, sonrió levemente y tomó las manos de Alice.

—Cuatro semanas y media – contestó.

—¡¿C-Cuatro semanas?! – preguntó sorprendida. – ¿C-Cómo supiste tan pronto?

—Fue un poco fácil de averiguar... – confesó. – había pasado una semana después que había tenido mi última visita menstrual, el dolor de pecho y de vientre habían vuelto, pensé que pasaría, pero no fue así, fui a un hospital a averiguar porqué me sucedía eso, decidieron hacerme exámenes y el resultado fue...

—Un bebé... – Continuó.

Asuna asintió con una sonrisa.

—¿Cuándo piensas decirle a Kazuto-kun?

—Antes de nuestra boda – contestó.

Kirito:
Después de la gran sorpresa que le habíamos dado a Eugeo y a Alice, ambos sonrieron como nunca, sabía que les iba a encantar su sorpresa. Asuna me había conversado que las tres personas que morían por no perderse la boda de nuestros amigos eran sus dos hermanas y ella.

Así que no lo pensé dos veces cuando la idea de ir por sus hermanas y traerlas unos días antes de la boda, le había hablado a Asuna con anticipación por del tiempo de viaje. Logramos llegar antes del anochecer, las llevé al hogar de ellos, recordé que Eugeo me comentó que guardaba una llave de respaldo en una macetera.

—Gracias, Kirito. – dijo. Sonreí al escucharlo. – Tanto a Alice como a mí nos sorprendió verlas otra vez, realmente las extrañaba...

—No es nada, Eugeo. – respondí.

—¿Viste a nuestros padres?

Asentí como respuesta. Él suspiro con pesadez, sabía que aún no se encontraba emocionalmente preparado para verles a la cara.

—¿Q-Qué te dijeron?

Ahora quien suspiro fui yo, entrelace mis dedos, mirando detenidamente al suelo. No sabía cómo tomaría lo que le diría.

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora