Lo que pasa en las Vegas se queda en las Vegas...
Yuuri soñó toda su vida con la clásica historia de Omega x Alfa. Desde pequeño se dio cuenta que sentía atracción por los hombres, y después se dio cuenta que le gustaba ser el uke. Ahí fue cuando co...
Un cambio total. Sí, un cambio total y drástico fue el cambio de temperatura de Australia a Rusia. El caliente y soleado día de Australia se convirtió en un oscuro y frío día en Rusia. Diciembre solía ser un mes cálido en Australia, tan cálido que Yuuri y Otabek habían olvidado su vida en Estados Unidos y como las estaciones del año cambiaban en Australia. La nieve comenzó a caer al instante en que la familia salió del aeropuerto, era como si les diera la bienvenida. Afortunadamente un chofer ya esperaba a la familia para llevarlos a su futuro hogar.
Al salir del vehículo, Viktoria salió corriendo para agarrar la nieve. La pequeña estaba tan emocionada y extendía sus bracitos para poder atrapar algunos copos de nieve. Yuuri veía enternecido a su pequeño tesoro.
—Mami, Mami, te va a encantar. Mi papi y yo escogimos la casa.
El simple hecho de estar rodeado de árboles lo hacía hermoso a simple vista. El edificio era alto, muy alto. Por un momento Yuuri recordó los rascacielos de Los Ángeles.
—Vamos, vamos...—la ansiosa pequeña tomó a Yuuri de la mano y comenzó a jalarlo de la mano para entrar al edificio. El edificio era de 23 pisos y su nuevo hogar era el último piso.
La cocina-comedor y la sala de estar estaban completamente iluminadas por una pared de cristal que dejaba ver la ciudad y los bellos árboles. La cocina era lo suficientemente amplia para cocinar y la sala para que Viktoria corra alrededor.
—Mami, este será tu cuarto...—Vicky llevó a su madre al cuarto principal y después lo llevó a otra habitación
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—Este será mío.
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—Es hermoso—dijo Yuuri y la pequeña dio una pequeña risita de felicidad. Risita que derritió el corazón de Yuuri. Yuuri se puso de rodillas para estar al nivel de la pequeña—Estás feliz?—Vicky asintió—Te gusta nuestro nuevo hogar?
—Si mami, mucho—volvió a sonreír.
—Me alegro, amor. Me alegro mucho—abrazó a su pequeña y le dio varios besos en sus mejillas.
