4.

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Las horas habían pasado después de todo lo que había sucedido en la habitación de Anny, lo cual fue bastante intenso, ya que, era la primera vez que Alexander Lightwood tenía sentimientos externos a lo fraternal, básicamente a sentir algo y tener aquella necesidad de expresarlo, pues, estaba acostumbrado a ser la persona que era, alguien reservado, a veces un ser frío, alguien que no sentía la obligación de hablar sobre él mismo y en aquel momento, simplemente no podía, no podía sacar de su mente lo cálida que era Anny, lo bien que se sentía al estar con ella. No la podía sacar de su mente.

Alec se encontraba en la sala de entrenamientos, mejoraba su puntería, aún con unos sentimientos tan fuertes recorriendo su mente, necesitaba saber si era capaz de manejar aquello. No quería perder la cordura si alguien le llegase a descubrir que sentía algo por Anny, no podía dejar de lado aquello que lo estaba carcomiendo lentamente pero, estaba cansado incluso de pensar tanto en "sentir".

-Tu puntería da asco hoy día. ¿Qué sucede? -Fija su mirada en Jace, quien hace presencia en el lugar y no le dice nada, no sabe cuánto tiempo llevaba él observando, estaba desconcentrado y ahogado en sus pensamientos, aquello no era nada bueno para un Cazador de Sombras como lo era él, no era bueno para nadie en absoluto. -Llevo una hora observando tus movimientos, ni siquiera te has percatado del momento en el que llegué. Estás ansioso y demasiado nervioso. ¿Por qué?

-No es de tu incumbencia. -Deja de mirarlo y vuelve a fijar su concentración en su batalla de flechas, esta vez dejando que la rabia se apodere de sí mismo, logrando que una de las flechas que lanzaba, atravesara el centro blanco. Aprieta sus dientes y siente la necesidad usar la runa para calmar su rabia.

-Wow. -Su Parabatai estaba completamente sorprendido por la fuerza con la cual la lanzó, era primera vez que veía a Alec tan furioso por lo que se interpone delante de él, lo suficientemente cerca y lentamente le retira el arco de sus manos. Alec instintivamente suelta la última flecha de su mano. - ¿Qué sucede? -Vuelve a preguntar el rubio de ojos claros y trata de leer la mirada de su hermano, no logra descifrarla y acude a su vínculo, pensando en él y queriendo sentir lo que él, encontrándose con lo mismo, ansiedad y nerviosismo.

-Nada. -Fue la respuesta que Alec le da a su hermano para finalmente abandonar la habitación, no se detiene ni cuando ve entrar a Izzy y Anny, quien la última mencionada no despega vista de él y Alec, tan solo, arrancó de ahí, no sin antes haberle dado la misma mirada que Anny le dio a él.

- ¡Alec! -Esta vez Jace grita y sale detrás de su Parabatai, quizás, logrando entender por lo que estaba pasando su hermano, y es que el cruce de miradas entre Anny y Alec no pasó desapercibido por nadie. Fue obvio y exquisito. 

Único.

Jace terminó por salir del lugar dejando a las chicas solas, quienes comenzaban una batalla con distintas armas, Anny debía entrenar el doble de lo que podía dar su esfuerzo, y es que al haber perdido a su Parabatai estaba más débil de lo que se puede esperar, su cuerpo no reaccionaba igual, sus reflejos daban asco en comparación a como eran antes y es que había perdido habilidad y fuerza y necesitaba recuperarse, por más que doliese, su mente pedía a gritos una recuperación, pero no lo haría si no se perdonaba a sí misma primero, porque eran esos los pensamientos que la atacaban cuando entrenaba, llevaba tres meses sin salir a una misión y tres meses en donde todos lograban vencerla.


-De verdad tienes que trabajar tu defensa, antes era fácil vencerte, pero nunca fue tan fácil. -Le mencionó Isabelle, haciendo énfasis en el "tan fácil", como burlándose de ella y tumbándola en el suelo por tercera vez y, por primera vez le dio en la razón, Anny la miró a los ojos e Izzy vio un atisbo de brillo en estos, fue la pequeña sonrisa de lado la que la desconcertó y logró que Anny tomara primer lugar en la pelea, sintiendo una fuerza que hace tiempo no percibía, poniéndose de pie y dejando en el suelo a Izzy. -Eso es lo que estaba hablando. -Sonrió su amiga, tomando la mano de Anny para ponerse de pie y seguir con la lucha, olvidando completamente que quería molestar a su amiga por aquella mirada que le dio a Alec.


- ¡Alec!, ¿Qué sucede? -Jace corrió detrás de Alec hasta lograr encontrarlo y detenerlo en la entraba de su habitación, no fue grato para él ver la pieza de este algo destrozada, cosas regadas por el piso, algunas rotas antes la poca estabilidad de lo que sea que hayan sido esos objetos y su hermano completamente frustrado por todo lo que pasaba en su mente. - ¿Qué pasó acá?

-Yo... -Pero su hermano no lograba emitir otra palabra que no fuese más que "yo", no sabía como expresar sus sentimientos, cómo luchar contra ellos, como decir o simplemente como hablar. Sentía que había perdido la habilidad de hablar y con sus manos se toma su cabeza como queriendo borrar lo que había en su mente, intentado aclarar sus pensamientos.

-Los sentimientos nublan nuestro juicio.

- ¿Es eso lo que te preocupa? -Jace aún no lograba entender qué estaba pasando por la mente de Alec, lo miraba tratando de encontrar una puerta que le diera el pasó a ver toda la información del chico y se encontraba con la nada.

-Es Anny. -Dijo al fin, en un leve susurro que Jace alcanzó a escuchar, Alec sorprendido porque al fin lo dijo, se sentó en su cama, resignado a aceptarlo. -No logro saber cuando empecé a sentir algo por ella, no sé cuando la deje de ver como mi hermana, crecí con ella y no sé, estoy demasiado confundido... Con miedo. -Aquella explicación dejó a Jace sin respuestas, era la primera vez que Alec era tan sincero consigo mismo y le había pillado de sorpresa. Se sienta a su lado y deposita un beso en su cabeza en modo de indicación de que estaba para él. 

Alec lo mira esperando una ayuda de su parte, encontrándose con que su Parabatai no tenía palabras qué decirle. Sonría ya expuesto y termina de expresarse.

-Ella... Ella está mal y temo que tenga que ir a una misión y le pasé algo, no está lista o quizás si lo está, aún así no dejo de pensar en que le pueda pasar algo y...

- ¿Quién dice que tiene que ir a una misión ahora? -Jace se burlaba internamente, ella estaba pasando por un infierno, era imposible que la dejaran salir.

-La Clave. -Pero dejó de lado su sonrisa burlona ante lo que acaba de escuchar. Se levanta confundido, no podía estar pasando. -Ellos dicen que tienen que verificar qué tan mal está y al próximo ataque demoniaco tiene que ir. Si sigue en una condición deplorable, tendrá que ir con los Hermanos Silenciosos... Ordenes...- Su hermano no lo deja terminar, lo detiene con una mano frente a su rostro.

- ¿Ordenes de la Clave? Esos hijos de...

-Cuida tus palabras. La Inquisidora me lo dejo bien en claro.

-No lo puedo creer.

-Temo por su vida y su mente. Ella no está bien, no está lista...- Alec se pone de pie furioso, vuelve a tirar las últimas cosas que estaban encima de su mueble. Toma asiento en la silla cercana y tapa su rostro con sus manos.

-Ella es fuerte. Podrá lograrlo.

-De cualquier forma, corre peligro. Si logra salir viva de la siguiente misión, de todas formas, tiene que ir a hablar con la Inquisidora, y si sale mal, obviamente terminará en enfermería y tendrá que ir con los Hermanos Silenciosos. Y ni hablar de si la Inquisidora piensa que no esta mentalmente capacitada, de todas formas, ella sale perdiendo.

-Tranquilo hermano. Sólo debemos cuidarla, como lo hemos estado haciendo todos estos días. -Jace decide dejar la conversación hasta ahí, no había un punto de equilibrio, solo uno muerto en donde de todas formas Anny terminará con los Hermanos Silenciosos, aquellos seres con poderes superiores a los que tenían los Cazadores de Sombras. -De todas formas, va a recibir ayuda, pensemos en eso. -Termina su oración, pensando que ese es el punto medio. Anny recibiría ayuda de todas formas. -Ahora me preocupa más el hecho de que te gusta Anny. -Esta vez su mirada vuelve a ser burlona y Alec, siendo no propio de él lo empuja con su mano, sonriendo avergonzado.

-Cállate.

Heavell ~Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora