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Anny había pensado en toda la situación, en todo lo que la rodeaba, en lo feliz que se podía sentir al pensar que no volvería pisar pie en ese Instituto a no ser que sus amigos necesitaran de ella.

Estaba dispuesta a revelar su verdadera identidad con tal de ver a su padre fracasar en lo que sea que estuviera planeando, le creía capaz de hacer hasta lo más significativo para ella para su propia libertad, estaría segura que aquel hombre que solo se había esmerado en enseñarle el arte de las batallas, matanza de demonios y dominación de armas, aquel hombre que solo la obligaba a aprender, como una especie de entrenador con su alumno favorito; Hodge sería capaz de entregarla o darle la información a Valentine sobre ella. Estaba segura de ello.

- ¿Puedo entrar? -Cordialmente solicita la entrada a la habitación de la persona que podría ayudarla, más bien era a ella a quien quería ayudar. Sabe que las opciones no son muchas y sabe que ella corre peligro al tener custodiada la Copa Mortal.

- ¿Qué haces acá? -Se estremece un poco al escuchar el tono de desagrado de la rubia, mirándola con el ceño fruncido como si quisiera asesinarla y, faltas no tenía, Alec había cancelado la boda por ella.

-Necesito hablar contigo Lydia... Creo... Creo que estás en peligro y quiero ayudarte.

- ¿Ayudar en qué?

Lydia decide ceder el paso a la entrada de la habitación y Anny descubre por primera vez que es más alta que aquella chica, la gran mayoría de las veces no suele tener contacto con nadie y siempre se sorprendía cuando estaba de pie frente a cualquier Cazador, su altura era muy parecida a la de Alec, no eran más que un par de centímetros de diferencia entre ambos.

Siente como Lydia se siente pequeña a su lado y decida tomar la silla del escritorio más cercano, lo que menos quiere es sentirse intimidada por alguien y por esa razón, a ella menos le gusta la sensación de temor en los demás; Lydia capta su actuar y decide no darle tantas vueltas al asunto y escuchar lo que sea que vaya a decirle.

-Habla. -Se irrita un poco al verla tan quieta y sin nada que decir y Anny se asusta al volver a la realidad, no sabe cómo empezar, no sabe si ella confiará en ella, no sabe si creerá en sus palabras.

-Sé... Tengo más en claro que soy la hija de un traidor, que provengo de alguien que no merece tener tal don con las armas y conocimientos en batallas, pero debo decir que tu ibas a casarte con un hijo de dos traidores...

-Los Lightwood han enmendado todos sus errores...

- ¿No lo he hecho yo? ¿No peleado lo suficientemente bien?, ¿no me he lastimado más que los demás por tratar de lograr cumplir cada peligrosa misión?, ¿no he estudiado todos los días para tener los conocimientos que tengo?, ¿no me he hecho valer por cada logro que he cometido?, ¿Acaso eso no ha sido suficiente? ¿Acaso tengo que hacer más? Hago incluso más de lo necesario que cualquier otro Cazador y...

-Entiendo... -Anny le mira y se sorprende ante el suspiro de la rubia, ve como su cuerpo se aligera más después de confesarle aquello tan simple, en una sola palabra, Lydia la mira con compasión y la entiende, hace un intento de sonreírle, pero ya nada podía salir de ella, ambas se sienten algo derrotadas por todo lo que han vivido.

-Estoy cansada de hacerme valer por cada vez que alguien me recuerda que Hodge es mi padre y básicamente, es cosa de todos los días pues él es mi padre y es por eso por lo que estoy acá. Porque necesito que confíes en mí, que creas en mis palabras y... Que me dejes protegerte.

- ¿Sobre qué?

-Existe la posibilidad de que mi padre quiera robar la Copa Mortal y, puede que lo haga durante esta tarde, dado que tu ya estás casi lista para marcharte a Idris.

Heavell ~Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora