12.

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Anny sentía su cuerpo más pesado de lo normal, eso de despertar con un dolor expandiéndose en tu ser era algo que no le traía buenos recuerdos.

La última vez que se sintió abrumada y expuesta, su hermana menor había resultado asesinada a sangre fría. Por lo que, de un solo golpe se incorpora, encontrándose en una habitación oscura y algo terrorífica, el sólo ver criptas, cruces y tumbas en aquel lugar, junto con las velas; le indicaba que estaba en territorio vampírico. En el Hotel DuMort para ser exactos.

En su mente comenzaba a hacer memoria de lo que había sucedido, necesitaba recordar cómo había llegado ahí, siendo que estaba bastante alejada de su última localización. En sus recuerdos sólo aparece el sentimiento de frustración que sentía por Alec al verlo en la entrada de la Ciudad de Huesos tan afligido por algo, por ella para ser específicos. Le estresaba que aquel muchacho se estuviera comportando tan frío, era como si a ratos olvidara que no quería sentir más cosas por Anny y de la nada estaban tomados de la mano, intercambiando calor entre ellas para que nadie pase frío. Le daba rabia su chico y el solo hecho de pensar que lo llamaba como "su chico" en su mente.

Se paseaba por aquella habitación como queriendo encontrar algo que lograra liberarla de aquel lugar, cada segundo que pasaba por su cuerpo corría más escalofríos, veía distintas calaveras y huesos que podían ser de cualquier ser y anhelaban esos no fuesen de mundanos. Trata de acercarse a ellos y averiguar de qué trataba este nuevo secuestro. Quizás intentado encontrar una salida también.

-Auch... -Pero se ve interrumpida por un dolor en sus costillas y toca aquella parte afectada, viendo sangre en sus manos y asustándose por ello, su cuerpo estaba bajo la adrenalina por lo que no sentía dolor, pero a medida que pasaban los segundos, a su vez, estaba saliendo de aquel estado comenzando a sentir la debilidad a causa de la pérdida de sangre y comenzando a sentir el dolor de aquel corte.

Intentó buscar su estela entre sus cosas y se golpea en la frente al no haber aprendido a no dejarla en su chaqueta, tenía esa mala costumbre y todos le indicaban que debía dejarla de lado. Ahora estaba encerrada en un lugar algo oscuro, sin salida, herida y no lograba calcular cuánto tiempo llevaba con aquella pérdida de sangre que la hacía sentir más débil en cada momento.

Como método de sobrevivencia rompe su camiseta para presionar la herida con la tela, sus quejidos se hacen audibles al presionar y suenan más fuertes al realizar el amarre de aquella tela, veía como la sangre se empezaba a acumular lentamente, como también la que ya había salido se adheria a aquella tela y con ello se aseguraba que no perdería más sangre.

-Veo que decidiste despertar, princesa. -Con un susto no visible mira al frente encontrándose con Camille, una vampira con siglos de vida, la conocía muy bien porque ya una vez ella había intentado secuestrarla y después de que aquello sucedió, Anny decidió averiguar sobre ella, logrando dar con respuestas fatídicas, Camille había y ha roto los Acuerdos con la Clave miles de veces y de alguna forma siempre lidiaba con aquellas situaciones, teniendo un expediente limpio y sin condenas ni castigos. -Me tomó tiempo llegar a ti, corazón.

De alguna forma, logró descubrir que Camille tenía una pequeña obsesión con ella, no por ser una gran Cazadora de Sombras, ni el hecho de tener sangre de ángel en sus venas, como todo Nefilim. Sentía curiosidad, una muy grande y peligrosa.

-La primera vez que te vi, eras una niña indefensa en las calles de Nueva York, intentando aniquilar a un demonio, uno de tus primeros si no me equivoco. Te hiciste un corte muy feo aquella vez y desde ese momento, no he podido olvidar el olor de tu sangre. -No podía entender a qué se refería, Camille se había acercado a Anny, amarrándola sin que ella pudiera defenderse, el relato que le estaba contando sólo podía indicar que Camille sabía algo que nadie debería conocer. Ni siquiera ella misma.

-Es el mismo olor que siento ahora, ese corte está muy cercano a tus costillas y me encantaría probar un poco de ti. -Se sentía acomplejada, aterrorizada, sentía el mismo temor de aquella vez en la que Valentine la secuestró. -Eres una mestiza mi querida Anny.

Y ahí estaba aquello, la palabra por la cual sentía repugnancia y la hacía sentirse el peor de los monstruos o demonio de la existencia. Camille se acercó a su espalda logrando llegar a su cuello. Anny era alta y aquello no sería una batalla para la vampira, pasó su lengua desde su hombro a su cuello, logrando quedar afirmada con la punta de sus pies y le dio vuelta sin que ella lograse movilizarse para evitar todo ello. La acariciaba sin ningún pudor.

-Me pregunto qué tan exquisito será el sabor de tu sangre...

-Ni lo sueñes perra. -Esta vez logró capturar su valentía y la encaró, golpeándola con sus manos juntas debido a las cuerdas atadas en ellas, soltándose y comenzando a pelear cuerpo con cuerpo. Anny tenía más de quince años de experiencia, pero Camille... La vampira tenía siglos.

-Conmigo no podrás. -No era una pelea justa, Anny estaba débil, su cuerpo no le respondía como debía, pero no se daba por vencida. Vio como aquella vampira se alejaba un poco para tomar fuerzas y llegar a morderla, Anny con sus mejores reflejos rodó hacía un lado logrando que Camille se golpeara en el piso. Ambas volvieron a empezar aquella batalla, golpes iban y venían, rasguños por parte de Camille se hacían presentes, sus largas uñas le jugaban dolorosas pasadas a la rubia, pero ella sólo lograba responder con sus reflejos, esquivando la mitad de los golpes de Camille y devolviendo un cuarto de los que recibía.

- ¡Suficiente! -Cansada del juego, Camille la toma y la aprisiona en la pared, Anny no se percata, ni lo había hecho mientras observaba la habitación cuando estaba sola, la pieza era una habitación de tortura, cuando Camille levanta los brazos de Anny y estos llegan a unas cadenas que la aprisionan, justo en aquel momento confirma que la sangre esparcida por ciertos lados, y aquellos huesos viejos y desgastados eran de mundanos o cualquier otro ser.

Tan sólo logra gritar a lo que más den sus pulmones, haciendo arder su garganta, dañando sus cuerdas vocales. Camille le había removido su venda casera y la muerde justo en el medio de su herida abierta y no pensaba detenerse.

Heavell ~Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora