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Esa era la decisión, la había tomado a penas escuchaba la voz de su abuela quien le entregó la vida a su madre, incluso lo hacía por su madre quien le designó todo ese poder que era de otra persona y que le permitió seguir con vida. No podía seguir sufriendo de ese modo, amaría y cuidaría de Alec por todo lo que a él le quede de vida, pero no podía seguir sufriendo a través de un vínculo que cada segundo se sentía menos.

Simplemente no podía lidiar con ello y la fuerza de aquella magia que les pedía y gritaba desde lo más profundo de sus corazones que permanecieran juntos.

Si, la debilitará por un par de días y quizás Alec ni se percate de ello, pues él no se veía tan afligido como ella lo estaba, era como si el mismo Alexander Lightwood ya hubiese roto aquel vínculo magistral, él no lo desea y ella no puede hacer nada más que liberarlo de ser una sola alma con un ser tan despreciable como ella.

"Eres... despreciable"

No podía quitarse ni dejar de oír la voz de Alec repitiendo una y otra vez aquellas palabras. No había otra cosa en la cual pudiera pensar más que en el odio que Alec sentía por ella o más bien en el cual ella pensaba él sentía.

Porque Alec no sentía aquello y cada paso que daba de vuelta al Instituto se arrepentía de lo que había dicho, quería devolverse y esperar la explicación de Anny, pero no se dejaba, sentía que no la merecía, no después de todo lo que le ha dicho, no después del modo en el cual la destrozaba, se odiaba a si mismo por ser tan ingenuo e imbécil al decirlo eso a la persona que ama.

Aquel chico de más de un metro ochenta de altura, con una piel tan blanquecina como un papel, un cabello algo largo y desordenado, sumamente negro, no se había percatado que estaba en su pieza y frente a él estaba la misma chica a la que llamó despreciable.

-No debí haberte dicho eso.

Piensa que habla y que dice esas palabras en voz alta, pero de su boca no suena ni sale nada. Ni una sola palabra que pueda decirle, ni una sola disculpa que ella se merezca.

-Anny...

Se sentía estático, inmóvil, quieto, congelado y todo lo que pueda conllevar estar en shock.

-Después del juicio de Izzy te daré la decisión de si quieres que remueva nuestras runas.

- ¿Qué? -Los minutos pasaban y le había costado mil veces formular la pregunta, sin creer lo que Anny le estaba dando a elegir. Sin saber qué responder y sin saber qué sucedía. Quizás Anny hablaba por hablar, por sentir rabia de él, de estar tan enamorado de él que dolía lo suficiente para alejarse por siempre o quizás Anny de verdad quería alejarse de él para siempre, porque él la dañó y la rompió tanto que ella ya no quiere estar unida a él.

O... Eso era lo que el chico pensaba.

-Si deseas... Con mis poderes puedo remover nuestra runa del... amor... Tengo la capacidad suficiente para hacerlo y si no quieres tener nada que nos una, lo haré.

Anny de verdad esperaba que él le dijera que no, que la dejara como el único recuerdo que podría tener de ella y que aquella conexión permaneciera durante toda la vida aun cuando él se iba a casar, aun cuando él fuese a morir y ella seguiría en vida. No esperaba que él se levantara de su cama dejándole a la vista la diferencia de quizás cinco centímetros de altura que había entre ambos, logrando que Anny se sintiera intimidada. Ninguno de los dos podía sentir o pensar en lo que podría haber en la mente del otro. Estaban centrados en su dolor y en el daño que se causaban estando juntos, un daño indirecto que los bloqueaba a ambos no permitiéndole saber que querían permanecer unidos.

Heavell ~Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora