32.

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Dolía como el infierno, si es que el infierno dolía de ese modo, mantenía sus ojos cerrados con tanta fuerza que no tenía idea del dolor que sentiría cuando los abriera, apretaba sus dientes y su cuerpo se ponía cada vez más tenso al sentir la lenta penetración de tan fina aguja, quiere gritar, pero siente que se oirá patética al hacerlo, quiere llorar, pero no sabe el porqué.

-Ya falta poco. -Logra escuchar de la voz de Robert y sólo desea que ello termine, su mano se mantiene aferrada a la de Alec y siente también el dolor de él ante tal fuerza que emerge la rubia, de un cierto modo le traspasa su dolor y a Alec se le arrancan vagas lágrimas que nadie logra notar. Alec pensaba en que si él estaba sintiendo una parte del dolor de Anny... Le costaba no pensar en que su chica estaba delirando en sufrimientos en ese momento. Quería que terminara tanto como ella.

- ¡Anny! -La rubia abre sus ojos de golpe y ese pequeño movimiento fue su perdición al sentir el grito desesperado de Robert pidiéndole que no se mueva ya que la aguja se había removido pasando a llegar una parte interna que la hace gritar como nunca en su vida.

- Mierda Jace. -Le dice Alec observándolo con rabia, el rubio se disculpa y se acerca a su amiga, le toma su mano libre y le pide más disculpas aún. Ambos observaban los ojos cerrados de la chica mientra el padre Lightwood volvía a poner aquella aguja en su lugar.

-Comenzaré a extraer los coágulos. -Ambos chicos sueltan un leve gemido cuando Anny aprieta sus manos de manera inmediatamente y con brutal fuerza. La chica siente una presión en la parte baja de su espalda, justo donde Robert Lightwood comenzaba a extraer un líquido espeso prácticamente negro, Anny comienza a soltar lágrimas rebeldes que sólo indicaban lo mucho que aquello le estaba doliendo y nadie puede evitar que suspiros de dolor salgan de ella.

- ¡Basta! -Anny comienza a gritarle al señor Lightwood que se detuviera, pero Robert hace oídos sordos a la petición de la chica, no puede parar a mitad del procedimiento, la rubia comienza a desesperarse y quiere moverse.

-Anny, sólo falta un poco, te pido que no te muevas. -Le dice de modo amable el padre de los Lightwood, queriendo calmar a la rubia quien no deja de soltar múltiples gemidos de dolor.

-Lo siento chicos. -Logra susurra Anny a los Parabatai quienes no entienden su disculpa, pero no pasan más de cinco segundos cuando Anny logra calmarse un poco y dejar pasar aquel dolor a ambos chicos a quienes les empiezan a caer lágrimas de un solo ojo, ambos muerden sus labios evitando gritar o suspirar para que Robert Lightwood no se percate de ello y de lo que Anny había hecho.

-Listo. -Dice una vez termina de extraer cerca de treinta mililitros de coágulos de la espina dorsal de la chica quien empieza a aliviarse más y más cuando siente la extracción de aquella aguja, sin embargo, los Parabatai se miran y ambos al mismo tiempo se limpian aquellas lágrimas rebeldes que se escaparon cuando Anny hizo uso de su magia, se tragan un suspiro de alivio cuando aquello acaba y siguen sosteniendo las manos de la rubia quien ahora comienza a moverse para lograr sentarse en la camilla, todo con ayuda de los hermanos.

-Tranquila Anny. -Le dice Jace cuando siente que ella quiere levantarse y la obliga a permanecer sentada. De modo innecesario se quita su remera quedando con el torso descubierto y ayuda a la chica a ponerse la prenda queriendo quitarle el dolor que su rostro refleja cuando alza sus brazos.

-Bien... Anny, no podrás realizar movimientos bruscos, casi puedo decir que ningún tipo de movimiento, quiero que permanezcas en reposo total durante al menos tres días y quiero, te pido por favor que me hagas caso.

La chica asiente sin objeciones, se pregunta donde irá a parar aquella sangre extraída de su espalda y el señor Lightwood le responde antes de irse, aquel hombre parecía conocer a la chica un poco y sabe que ella no confía en La Clave desde aquel día.

-La muestra la llevaré con la mejor patóloga que el Mundo de las Sombras puede tener y serás tú quien recibirá los informes de ello. -Se da media vuelta y se retira del lugar, anhelando que sus hijos logren protegerla, Anny en el fondo de su corazón siente calidez al saber que aquel hombre dejaría esa muestra en manos de Isabelle Lightwood, sus lágrimas empiezan a caer una a una, nuevamente, esta vez no hay dolor, se emociona desde dentro al saber que aquel calvario de las torturas que Valentine le hizo acababan, lo último que quedaba de ese dolor físico se alejaba poco a poco dentro de un frasco, sólo quedaba el leve recuerdo de que algo había pasado en su cuerpo, no se da cuenta de que sus lágrimas no dejaban de caer y que ambos chicos la observaban sin entender el porqué de su llanto.

-Cada día... -Comienza a hablar, sonando completamente ronca, trata de aclarar su voz no lográndolo y sólo decide continuar. -Cada mañana despertaba con una presión en mi espalda baja que me hacía recordar todo el dolor que viví con Valentine, esa presión me hacía recordar sus manos tocarme, acariciar mi cuello... para finalizar con una inyección... Una aguja insertándose en mi cuello que dejaba todo mi lado izquierdo inmóvil y luego ese ardor... Un ardor que se paseaba por toda mi columna hasta llegar a su final y quedarse ahí estancando... Un ardor que me despertaba todas las noches cuando dormía.... -Jace se acerca con algo de temor, evitando sentir aquello y sólo se acerca más a ella limpiando las lágrimas de su hermana, porque al fin y al cabo siempre la sintió como tal. -Solía despertar por pesadillas, solía sentir ese dolor en mi espalda y quería... Anhelaba acabar con ello de cualquier forma. Pensé en mil formas de matar aquello y pensé en morir un montón de veces. -Alec y Jace se sorprenden con tal confesión de la rubia quien mantiene su mirada en un punto perdido y muerto. -No lo hice... claramente y, ahora... Ahora hay un alivio en mí, sólo siento como se desvanece, ya no hay una presión que no me permite agacharme o un ardor que me despierte a mitad de la noche o provoque tensar todo mi cuerpo a mitad del día.

-Hay alivio. -Termina de decir Jace, quien ahora lo entiende todo y se disculpa a si mismo por lo ingenuo que fue durante la corta vida de Lya, queriendo disculparse sinceramente con la rubia por haberla dejado sola en aquel sufrimiento, une su cuerpo con el ella abrazándola e indicándole con aquella acción que la entendía, disculpándose por no haberlo hecho antes y dándole todo su apoyo, no queriendo volver a cometer el mismo error. Besa su frente y le pide que se cuide durante esos tres días, suelta sus manos y la deja en las mejores manos que él pueda creer.

Alec se posa frente a ella y en vez de abrazarla, la carga en sus brazos sintiendo el gemido de dolor ante aquel movimiento, Anny se permite admirar a su chico y no sabe cómo reaccionar, el chico debería estar en pleno sufrimiento al cargar con ella en sus brazos cuando uno de ellos estaba lastimado, pero el cariño y la preocupación que sentía por ella le daba la fuerza necesaria para llevarla a su habitación, en donde se haría cargo de cuidarla durante esos tres días.

-De aquí no te mueves y de aquí no me muevo. -Le menciona una vez la deja en su cama y comienza a buscar su pijama para que la rubia lo use. Se sienta a su lado y Anny lo observa con sus brillantes ojos verdosos, admirando aquellos ojos grises, quizás miel, jamás lo sabría.

-Prometido.

Alec se acerca lentamente y roza sus labios con los de ella cerrando sus ojos ante el tacto, ambos se permiten aquel beso tan profundo y deseado, se mantienen unidos incluso después de terminar, admirándose y olvidando por completo todo lo que está a su alrededor.

Ella olvida lo que Izzy le había mencionado de Alec, donde sus padres le buscaban alguien digno de casarse con él.

Y él olvida que le pidió matrimonio a Lydia Branwell.






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Pues... Cambié los números romanos, me gustan pero me aburrí.

Alivio y confusión en este capítulo.

Pronto subiré más, como ya les dije, por cada capítulo que subo es porque hay otro escrito.

Mil besos y cariños.

Charlie.

Heavell ~Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora