3.

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- ¿Va a estar bien? -Alec se cuestiona aquella pregunta más a si mismo que a su hermana.

-No lo ha estado durante todo este tiempo.

Y en definitiva no es la respuesta que quería oír, ve como su hermana se aleja de la habitación y él sólo se acerca a la puerta con nuevas intenciones de entrar, esta vez queriendo tocar antes, pero se detiene cuando escucha los sollozos de la chica.

-Anny. -Susurra para si mismo y se siente desfallecer al oírla gritar un poco y decidido entra a su habitación, encontrándose con la sorpresa de que Anny no estaba en ella, no se demora en encontrarla, la regadera ha delatado la ubicación de la chica, Alec se pone en duda si entrar o no, la última vez que lo hizo Anny lo golpeó bastante fuerte, pues estaba expuesta, pero ahora había una necesidad, sentía que debía entrar ahí sin importar lo que encontrara y lo hizo.

Anny estaba tirada en el suelo de la ducha, sus lágrimas se escondían entre la lluvia artificial, se aferraba su desnudo cuerpo, apoyándose en la pared.

-Anny. -Sintió su corazón débil, lo sintió quebrarse al verla así y con rapidez se aferró a ella, abrazándola bajo el agua helada de la regadera, en su cuerpo recorrió un escalofrío al realizar la acción, no se esperaba que el agua estuviese tan helada, lo dejo ser cuando cálidas lágrimas se posaban en su remera. -Estoy aquí, contigo. -Anny lo dejó abrazarla y lo dejó que la sacara de la ducha.

Alec tomó la toalla colgada y la envolvió en ella. No se había acostumbrado aún a verla tan indefensa.

-Sácalo todo Anny. -Ella no dejó de llorar, es más, sus sollozos ahora eran leves quejidos de dolor, porque eso es lo que sentía día a día después del fatídico momento de perderla. -Estoy aquí para ti, sólo, sácalo todo.

Ambos estaban recostado en la cama de Anny, Alec al ser alto y más grande que ella lograba cubrirla casi por completo, además de que Anny era un ovillo envuelto en una toalla, aferrada a Alec como si fuese el peluche más cómodo y ninguno de los dos se dieron cuenta cuando Anny dejó de llorar, había solo pequeños espasmos en su lugar, el dolor había disminuido y el cansancio la invadía, así había sido por largos tres meses desde la muerte de su hermana. Un último suspiro por parte de Anny los hizo volver a la realidad y salir de la comodidad que sentían ambos al estar cerca del otro.

- ¿Mejor? -Pregunta el pelinegro y la obliga a mirarlo, le da una sonrisa sincera y tierna, Anny no puede evitar responder con el mismo gesto y le agradece en un susurro. Se separa de su cuerpo y siente como el frío se mete en su cuerpo.

-Lo siento, estás todo mojado. -Anny agacha la mirada, se sentía avergonzada de que la haya visto de ese modo, por más que hayan crecido juntos, jamás quiso que alguien la viera en aquel estado.

-Jamás lo sientas, conmigo no al menos. Eres... Eres importante para mi Anny, quiero que sepas que no estás sola y quizás no puedo entender tu dolor, pero me lo puedo imaginar, si yo perdiera a Jace... -Se detiene antes de terminar sus palabras, no se puede imaginar una vida sin su hermano, sin su Parabatai. Anny le mira a los ojos y duda en darle un beso, en sus labios, no lo hace porque no lo siente correcto.

-Gracias Alexander, eres un gran hombre, un gran amigo.

- ¿Cómo no estar para ti?, eres como mi hermana. -Alec no se había dado cuenta de sus palabras, ni se fijó en cómo le dolieron a Anny. Ambos se miran una última vez y una incomodidad los empieza a aprisionar. 

Mientras él se acomodaba en la cama, Anny se vestía, dándole la espalda. Su dolor la adormecía de la mayoría de sus acciones y no se había percatado que estaba completamente desnuda y que se vestía con normalidad estando detrás de ella el chico que había dominado su corazón.

Pero, Alec no apartó la vista, observaba cada movimiento que ella daba, cómo abrochaba su brassier, situaba sus bragas en su lugar, no podía dejar de admirar cada parte de ella, su piel se veía suave y brillante. Dejó de admirarla cuando se percató en las heridas de su espalda y cómo éstas cubrían cicatrices que jamás dejarían su perfecta piel.

Sus movimientos fueron involuntarios. Anny tenía puestas sus calzas y estaba a un paso de ponerse su remera cuando sintió las heladas manos de Alec por su espalda. Un escalofrío la recorrió completamente, no se esperaba aquella acción y juraba que él ya había abandonado la habitación, Alec no dejaba de acariciar su espalda, ella sabía que seguía un patrón en específico.

-Ya se irán. -Obviamente se borrarían aquellas heridas, como también quería que se borrara el sentir las manos de Alec en su espalda, era un hematoma de múltiples colores, con cortes y raspaduras que resaltaban desde su espalda baja y terminaba en su cuello.

-Las runas no están haciendo su efecto. -Fue más una afirmación que una pregunta, por lo que Anny no supo que responder, se dio vuelta, quedando frente al muchacho y terminó de ponerse su remera, pasó a su lado, esquivando la mano de Alec, el cual anhelaba tener frente suyo unos segundos más. En cambio, dejó su mano en el aire, queriendo ignorar sus pensamientos.

La sigue con su mirada y ve como ella se ata sus zapatillas. Una vez terminada la acción observa como se ata el cabello en una coleta y la ve desaparecer de la habitación. En su mente hay miles de pensamientos. Por qué no se fue, por qué no la dejo sola como solía hacerlo. Nunca la había visto así de vulnerable, sintió su dolor por unos segundos, jamás la había abrazado con tal fuerza y jamás se había preocupado de sus sentimientos hacía otra persona. Siempre la vio como su hermana, creció junto con ella como con sus otros hermanos, nunca la había mirado con otros ojos. Aquellos que la observaron mientras ella vestía sus prendas, con lujuria y con deseo, pero se lo negó todo. Salió de ahí a paso rápido como si aquello ayudara a olvidar lo que se sentía en aquella habitación.

Sin darse cuenta llegó a la suya para cambiarse de ropa, pero cada movimiento o acción que realizaba no podía quitarse de su mente los ojos verdes de Anny, no se iban, ni dejaban su mente, su rostro era en todo lo que podía pensar, sobre todo en sus labios.

Heavell ~Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora