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Sentía dudas, sentía inseguridad, su cuerpo estaba inestable, tembloroso, con temor, miedo angustia, nerviosismo, culpabilidad, cualquier sentimiento relacionado a lo que estaba a un paso de hacer, quiso correr pero el temor a ser asesinado lo aterró más, estaba traicionando a la única persona en la cual en algún momento pudo tener algún tipo de confianza, una que él mismo se dignó a destruir día a día, defraudándola, haciéndola sentir menos para que pueda lograr más, dándole a entender que jamás sería fácil para su vida cotidiana como Cazadora de Sombras porque él jamás redimir de lo que una vez estuvo a punto de hacer.

Porque Hogde casi entregó a su hija por su libertad, pero... ¿No lo estaba haciendo en esos momentos con la Copa Mortal guardada en su bolso? ¿Por qué dolía de ese modo? ¿Por qué no lo hizo la primera vez?

Porque a pesar de todos los malos momentos que la hizo vivir, los duros entrenamientos aun peor que a los cuales debían recibir los demás, donde múltiples veces salió herida, sangrando, con luxaciones desplazando huesos de sus articulaciones, dolores musculares que nunca sanaban con las simples runas o una ducha fría, dolores que duraban días pero que la convirtieron en lo que era, en la mejor Cazadora de Sombras que el Mundo de las Sombras podría tener y sentía orgullo de ella, como lo sintió de Lya, aquella pequeña que se obligó a tener para no avivar rumores sobre la procedencia de ella.

Donde conoció una afable chica la cual logró conquistar y con la cual tuvo una hija, Amelya, quien tenía características parecidas a la de su hermana, hermosa por dentro como por fuera y criada del mismo modo... Hodge... Jamás se perdonaría lo que hizo, era una culpabilidad que llevaba dentro suyo y lo llevaría a su tumba, jamás admitiría que fue él el encargado de darle fin a la vida de la madre de su hija menor, fue él quien se encargó de llevarla a una misión imposible, incentivándola aún sabiendo que nunca lo lograría y fue de ese modo, Lya jamás conoció a su madre y todos supieron del largo amorío que ellos habían llevado, de un cierto modo igual aquella mujer se sintió atraída por aquel misterioso hombre que no podría dejar jamás el Instituto de Nueva York.

Cuando un día tan solo apareció con una niña de cinco años lista para entrenar, tenía otra mayor que había vivido un tiempo en Idris... Junto con otro secreto que jamás contaría, tuvo que ocultarla, le hizo prometer a la mujer que perdió que nunca dijera que esa chica completamente morena y casi platinada no era su hija, Azzanya era conocida en Idris desde pequeña, todos juraban era una hija no reconocida por la madre de Lya de quien tampoco sabían el embarazo que llevaba. La ocultaron por un tiempo, dejándola en manos de otra persona mientras que Sophia Kyle tenía el interés suficiente en Hodge, encariñándose y siguiendo cada uno de sus caprichos, le ayudó en todos sus planes, no esperando jamás que moriría de aquel modo en un ataque para todos aleatorios de demasiados demonios, dejando un bebe de no más de cinco meses a la intemperie de un hombre como lo era Hodge.

Pero ahí estaba, siendo escoltado por varios miembros del Círculo, tratando de mantener el control de sus sentimientos y su cuerpo, queriendo huir peor sabiendo que no lograría nada, ya estaba hecho, veía a Valentine Morgenstern frente suyo y podría jurar que aquel hombre era un monstruo, pero jamás lo superaría a él por todo lo que ha hecho, pro todo el dolor que ha causado a tres mujeres inocentes, dos de ellas ya muertas y una...

-Creo que tienes algo que me pertenece. -La arrogancia con la cual Valentine dice aquellas palabras hacen que su rostro se aflige un poco, no había vuelta atrás, lo estaba haciendo, estaba entregando básicamente a su hija... Le estaba confirmando con las miradas de dudas, estaba colapsando pero Valentine quizás no se esté dando cuenta, porque toma la Copa Mortal en sus manos sintiendo el poder y solo concentrándose en el brillo resplandeciente del objeto, Hodge no podía dejar de sentir temor y de un cierto modo quería huir de inmediato, pero mira a su alrededor y está rodeado de mundanos y otros Cazadores de Sombras, no se iría de ahí hasta que aquel hombre le deje.

Heavell ~Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora