Capítulo 29.

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La nariz de Michael se enterró en el cuello de Rachel intentando fijar su perfume, su esencia de mujer. Rachel estaba intentando no llorar, porque sabía que aunque ese momento era mágico, en algún momento la magia terminaría y él se marcharía. A pesar de eso, se dio fuerzas, si no podía tenerlo, al menos le quedaría el recuerdo de esa noche, ella seguia cantando.

Michael no pudo contenerse más y la besó, sus labios la buscaron delicadamente al principio, tratando de que ella no se arrepintiera. Atrás quedó la verdadera intención de ese ensayo. Lisa había desaparecido completamente de sus pensamientos y de su vida. Sólo tenía los sentidos enfocados para estar con Rachel, y aunque fuera esa única noche no iba a desperdiciarla. Atrás quedaron los temores, el pensar en Luke, en su amigo, antes que en él. Ahora sólo le importaba estar con ella. Lentamente, mientras la canción seguía inundándolos de sensaciones, la llevó hacia la gran cama que habia. Rachel se dejaba llevar, presa de esas sensaciones que jamás, ningún chico con el que estuvo, le hacia sentir, es que era lógico, a ninguno le llegó a amar de la manera en la que lo amaba a él. Capaz de perder todo por un momento con el hombre de su vida. Al llegar al borde la cama, él se separo y la miró. No se dijeron nada. Él le estaba preguntando con la mirada si seguían, sabían que al momento de caer en la cama no habría marcha atrás, la canción volvió a sonar en sus oídos dándoles la señal de que no tenían que detenerse.

La música pareció desaparecer de su vida, al igual que cualquier duda que pudiera frenarlos. No había palabras de ningún tipo. Ninguno de los dos quería decirlas por temor a que alguno se arrepintiera de lo que estaban a punto de hacer. Michael recorrió suavemente la cintura de Rachel, y posó sus dedos en el tirante del vestido. Suspiró profundamente, bajándolo con delicadeza. Rachel se acomodó un poco y lo miró. Él tenía los ojos puestos en la piel de los hombros. La besó nuevamente, pero esta fue más pasional. Hasta que la pasión, los derrumbó.

Cuando Michael abrió los ojos, se encontró en un ambiente distinto al su dormitorio en la universidad. Y intentó enfocar la vista, hasta que lo recordó todo. Estaba en el cuarto de ayer. Había estado con ella. Inmediatamente se giró hacia el lado. La cama era inmensa y se encontraba, enroscado en las inmensas frazadas. Pensó que Rachel se encontraría allí, durmiendo, con esa mirada dulce y una sonrisa en los labios, pero a su lado no había nadie. De repente tuvo frío, ella se había marchado. **Seguramente está arrepentida**. Desganado, empezó a buscar su ropa, desperdigada por el suelo. Cuando fue a buscar el zapato, encontró la hebilla de plata que Rachel tenía en el pelo, y todo lo vivido la noche anterior fue más claro.

Flash back

Estaba nervioso. La tenía como quería y parecía que para él también fuera su primera vez. Con las manos temblorosas, recorrió la espalda de la chica, buscando el cierre del vestido. Sin dejar de mirarla, lo bajó lentamente, rozando con sus dedos la suave espalda desnuda. El vestido tardó segundos en caer. Y allí estaba, su cuerpo, tal cual lo imaginaba desde hace noches. Rachel estaba sonrojada. Tenía un brillo especial en sus ojos. Michael, lentamente se quitó la camisa y se acercó a su cuerpo. Besó cada milímetro de su piel haciendo que Rachel suspirara. Poco tardó en quitarle y quitarse la poca ropa que les quedaba, y así lentamente fue convirtiéndola en mujer. Sus cuerpos parecían estar hechos el uno para el otro. Se acoplaban a la perfección. Michael tenía una necesidad de la chica y la saciaba sin restricciones. La besó lentamente, en la frente y luego en los labios, trataba de entender que le decía ella pero nunca lo supo. Todo lo que había sentido le había anulado los sentidos. Luego se acostó a su lado y ella sin decir nada se acurrucó a su cuerpo. Hasta que los venció el cansancio.

Fin del flash back

Cogió la hebilla metiéndola en el bolsillo del pantalón y acabó de vestirse rápidamente. Miró el cuarto. Todavía tenía vestigios de la decoración de la noche anterior. No quiso quitarlos. Más tarde le pediría a Jose que lo hiciera. Salió a los terrenos y con las manos en los bolsillos, caminó lentamente hacia dentro. Se sentía contento, pero a la vez una porquería. Sabía que lo que habia hecho estaba mal, pero no había podido evitarlo. La chica era una peligrosa tentación, y estaba demasiado cerca para dejarla pasar. Pero al llegar a las puertas, comprendió que había cometido la peor estupidez de su corta vida, había arruinado su amistad. Estaba consciente de que ya nada seria igual que antes, que con su actitud, había alejado a una de sus mejores amigas para siempre, porque de algo estaba seguro, la magnifica noche pasada no lo iba a alejar de su meta, de su querida Lisa, aunque eso implicara perder a Rachel para siempre. 

Aprendiendo a ser romántico (Michael Clifford y tú) *adaptación*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora