Capítulo 45.

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- Rachel: ¿Irás a buscar a Octavio? – la miró. Se entendían a la perfección. No hacía falta que hablaran. Ella sabía todo respecto a su vida, sin siquiera decirlo. En cambio Lisa… - no me mires así - se puso bien la manta – Supuse que querrías hacerlo – miró hacia el fuego crepitante de la chimenea, y luego suspiró - No serías tu si lo dejaras libre y disfrutando, siendo el culpable de la muerte de tus padres - lo miró – y habiéndote librado de Carlos, ¿es lo último para cerrar tu pasado no?

- Michael: Yo… – intentaba decir algo que lo sacara de ese embobamiento que le ocasionaba la chica que estaba a su lado.

- Rachel: No importa, entiendo que pienses que no sé defenderme y que creas que soy una niña pero recuerda que no lo soy – lo miró y sonrió – Nadie me dirá que hacer.

- Michael: No te pido que no nos acompañes, porque piensa que no sabes defenderte – la miró –No te lo pido porque sé que a Luke no le gustaría, eres pequeña para todos, y tus padres no te dejarían abandonar los estudios, a parte, ¡tus hermanos me matarían si te pasara algo! - sonrió él – Así que…

- Rachel: Si, pues así es.

- Michael: Mira - se acercó- estoy muy agradecido por tener tu amistad - Ella sonrió triste – Y déjame decirte que esto que has hecho conmigo, no me llegará toda la vida para agradecértelo.

- Rachel: Vamos, no seas tan exagerado, sólo hice lo que cualquier amiga haría por alguien.

- Michael: No – se acercó más. Ella lo miraba a los ojos – realmente me has abierto los ojos ante la vida Rachel.

- Rachel: ¿Eh?

- Michael: Quiero decir, me has mostrado un mundo muy distinto al que vivía, me has mostrado que las palabras tienen un significado tan grande si sabes como utilizarlas - le acariciaba el pelo húmedo – y… - besó un mechón que caía por su rostro – quiero agradecértelo como corresponde – **Que me bese, que me bese** Pensaba ella – El vendedor dijo que te quedarían perfectos, y cuando los vi estuve de acuerdo.

- Rachel: Que es - él le puso un dedo en su boca. Tembló, al notar los labios fríos debajo de sus dedos, y deseó calentarlos con los suyos. No había duda, la deseaba, y la noche lluviosa no ayudaba a que cambiara de opinión.

- Michael: No, espera y verás - sacó un estuche de cuero y se lo ofreció. Ella lo cogió con sus dedos temblorosos y los abrió.

- Rachel: Mike, ¡son preciosos! ¿Cómo sabías que quería esos aros?

- Michael: Bueno, ¡Franklin me ayudó! Además dijiste que siempre habías querido tener unos así - sonrió – póntelos – Ella rápidamente los quitó del estuche y se los puso, pasó su pelo por detrás de las orejas y lo miró.

- Rachel: ¿Y? ¿Qué tal me quedan? – él le acarició el lóbulo de las orejas tímidamente. Ella sintió un calor que le invadía el cuerpo.

- Michael: Están hechos para ti - susurró-.

- Rachel: Gracias Mike – lo abrazó. Él la apretó hacia su cuerpo y la tiró en la alfombra, quedando encima del cuerpo de la joven. Ella lo miró nerviosa – ¿Qué haces?

- Michael: No puedo más -la besó – no puedo evitar desearte como lo estoy haciendo ahora – la besó nuevamente y ella se dejó besar. Instintivamente pasó sus brazos por el cuello y le acarició el pelo. Él la besaba con pasión, como sintiendo que sería la última vez que pudiera hacerlo. Mientras las manos de Michael acariciaban desesperadamente su cuerpo.

- Rachel: No lo evites –escuchó Michael mientras besaba el cuello de Rachel. Lo demás fue un torbellino de pasión que se mezcló con la noche lluviosa y los envolvió. Rachel temblaba en cada caricia del joven.

Aprendiendo a ser romántico (Michael Clifford y tú) *adaptación*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora