Capítulo 43.

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Después de la cena, decidió que antes de llegar a su encuentro con Michael, pasaría por el cuarto de su cuñada y le rogaría perdón. Pensó que lo más conveniente sería ponerse de rodillas e implorar, porque conociendo a Ashley, debería recurrir a medidas extremas. No en vano, recordaba la vez que Ashley y Luke se pelearon antes de su noviazgo, porque él se había burlado de ella. Y ella y Luke sólo se perdonaron cuando a su hermano lo atropellaron, luego pensó **¿Tendré que hacer que me atropellen para que me perdone?**

Llegó al cuarto y golpeó la puerta. Al instante apareció Mickie y la miró sonriente. Ella le preguntó por Ashley y la chica le permitió la entrada. Cerca de su cama, en su escritorio, estaba Ashley leyendo revistas como siempre. Cuando levantó la vista, miró a Rachel y su rostro se puso serio de repente. Rachel cogió aire, dándose valor, y fue hacia el escritorio. Ashley siguió leyendo como si nada. Rachel suspiró, pero Ashley no dio señales de querer hablar. Rachel suspiró denuevo. Sería bastante difícil.

- Rachel: ¿Qué haces? – dijo para romper el hielo. Ashley no dijo nada – Es una noche muy bonita ¿has cenado ya? las patatas estaban para morirse…

- Ashley: ¿Qué quieres? – dijo secamente – Dudo que hayas venido sólo para decirme que tal estuvo la cena – Rachel se puso roja – Si no te has dado cuenta, yo estaba cenando, ahórrate …

- Rachel: Ashley -la cortó- Quiero hablar contigo.

- Ashley: ¡Pero yo no! – dijo con voz severa-.

- Rachel: Aunque sea sólo escúchame, ¿si? No te pido que hables, sólo quiero que… – Ella siguió leyendo y no dijo nada. Era la señal que le indicaba a Rachel que al menos, Ashley la escucharía. – soy una tremenda idiota - Ashley suspiró – Si, es que, no sé por qué fui tan tonta en decir esas estúpideces - Respiró – mira, yo nunca haría lo que dije, nunca le diría nada a mi madre, ¡pero es que Luke me sacó de quicio! – Ashley la miró – Siempre está refregándome cada una de las cosas que hago con los chicos, haciendo entender que soy una puta – Sus ojos se aguaron – y yo tengo que quedarme callada, pero lo que dije, sé que no tengo perdón, lo siento– bajó su cabeza.

- Ashley: Rachel - dijo ella en un tono más maternal – Me molestó mucho, sabes que mi relación con tu hermano es… llega hasta… bueno ya lo sabes, pero no quiero que todo el mundo sepa qué hacemos cuando estamos solos, me hiciste quedar mal frente a Mike y quién sabe cuantos más habrán escuchado.

- Rachel: No había nadie, pero eso no es lo que importa – se acercó y se tiró al suelo – ¡perdóname!

- Ashley: ¡Rachel! levántate por favor – dijo su amiga colorada – no tienes que llegar al extremo.

- Rachel: Pero lo haré, si corre peligro la amistad que tenemos, tienes razón, estoy frustrada. Mike está con esa infeliz y él me manda mensajes que confundo, me mira de una manera, y luego, cuando habla, borra lo que entiendo en su mirada.

- Ashley: ¡Estás chiflada! – dijo ella sonriendo.

- Rachel: ¿Te das cuenta? – preguntó secándose las lágrimas – ¡él me tiene trastornada! Por eso, no tomes en cuenta lo que te he dicho hoy, fue un intento de abochornar a mi hermano, una inocente broma, sólo que no medí las consecuencias y no pensé que eso podría hacerte daño a ti.

- Ashley: Está bien, pero…

- Rachel: ¿Volvemos a ser las amigas de siempre?

- Ashley: Claro que sí – dijo ella y se abrazaron.

- Rachel: Te quiero

- Ashley: Pero aún siento que no eres completamente honesta conmigo – ella se separó y la miró sin entender –no me has contado qué pasó realmente en vuestro encuentro esa noche.

- Rachel: No hay nada que contar - dijo colorada.

- Ashley: Está bien - suspiró su amiga – entiendo que no quieras decírmelo, esperaré pacientemente hasta que tengas el valor de contarmelo, no te presionaré.

- Rachel: Yo, tengo que irme. -dijo nerviosa-.

- Ashley: ¿Dónde vas a estas horas?

- Rachel: Tengo que hacer deberes, el castigo de historia, ya sabes.

- Ashley: Ah - dijo sin creerle – bueno, ¿nos vemos mañana?

- Rachel: Así es, ¡hasta mañana Ashley!

- Ashley: Hasta mañana – Rachel se fue y Ashley la miró hasta que desapareció por la puerta – ¿en que estarás metida que no quieres contarme?

La noche estaba oscura. La luna estaba escondida tras gruesas nubes que amenazaban con inundar el mundo. Muy a lo lejos, se podían vislumbrar los rayos que anunciaban la inminente lluvia. Rachel llegó a la hora acordada, pero Michael todavía no daba señales. Tenía dos opciones, entrar, o esperarlo fuera. Y se dio cuenta de que tendría que elegir la segunda opción, porque no había llevado las llaves, para colmo, un trueno desgarró el silencio del bosque y la lluvia empezó a mojar su cuerpo. Se pegó a la puerta, para que el techo la protegiera un poco de la fría lluvia, pero eso no evitó que se mojara. Un minuto después, llegó Michael. Él la miró y ella tenía ganas de matarlo. Abrió la puerta rápidamente y la dejó entrar. El perro se abalanzó hacia el chico, pero este no lo dejó salir, la lluvia caía copiosamente, y dudaba que el perro dejara el cuarto limpio una vez que volviera de su excursión por el patio. Después de acariciarlo levemente, el perro se acomodó en su cama, y se durmió. Michael encendió la fogata de la chimenea y secó su ropa. Rachel al no tener con que secarlo, le pidió que secara las suyas, así que Michael realizó lo mismo con ella. Pero ella aún tenía frío, por lo que se sentó cerca del fuego. Él se sentó en la alfombra. No dijeron nada hasta unos minutos después. Rachel lo miraba. Él había secado su ropa pero no así su cabello, que mojado estaba, lo que lo hacia más sexy aun. Él se refregaba las manos, estaba visiblemente nervioso. ¡Y claro que estaba nervioso! Michael estaba que se moría por besarla, pero no quería arruinar su amistad. Aunque entendía que nada era igual, ellos casi ni se hablaban desde lo sucedido en la cena. La miró. Su pelo estaba mojado y se le pegaba a los lados de la cara. El brillo del fuego, reflejaba la palidez de su piel. Se fijó en sus labios. Estaban morados, tenía frío.

- Michael: ¿Tienes frío? – Ella lo miró con rabia.

- Rachel: ¡Habías dicho que a la hora de siempre!

- Michael: Perdóname, es que… Luke quería venir.

- Rachel: ¿Qué? – preguntó alarmada.

Aprendiendo a ser romántico (Michael Clifford y tú) *adaptación*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora