Extra; Los Vélez.

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Cuatro años después…

Cuando Christopher Vélez abrió sus ojos lo primero que vio fue la dulce sonrisa de Charlie que lo contemplaba fijamente sentada a su lado en la cama con las piernas cruzadas y una paleta en forma de corazón en la mano izquierda.

—¡Feliz San Valentín, papi!—anunció tirándose sobre él para envolverlo en un largo abrazo. Danna con Leyre en brazos se echó a reír cuando una gran sonrisa se instaló en los labios del castaño. Una pequeña risita brotó de los labios de la niña que contemplaba a su padre y hermana fundidos en un largo y bonito abrazo.

—Dios, que linda sorpresa.—respondió él pasando su brazo por la espalda de la niña. Charlie se dejó caer a su lado y él comenzó a dejar muchos besos en su cabello bajo la atenta mirada color miel de Leyre.—Feliz San Valentín a mis tres princesas…—agregó.

—Leyre, mami y yo tenemos una sorpresa para ti.—le dijo con una sonrisa traviesa que fue directamente al corazón de Christopher.

Él sonrió.—¿Otra sorpresa además de una paleta de corazón…?—preguntó con un deje de diversión.

—Claro, papi. Es San Valentín.—le recordó la pequeña castaña encogiéndose de hombros como si fuese la cosa más obvia del mundo. Christopher se echó a reír antes de incorporarse en la cama y tenderle sus brazos a Leyre. La niña le sonrió e hizo amago de  acercarse a él. Los labios del muchacho se posaron encima de su frente y Danna se quiso morir de amor en cuanto los observó a los tres.

Christopher y las niñas eran definitivamente lo mejor que le había pasado en la vida y no importaban cuantas cosas más pasaran. Siempre iban a ser lo que más amaba en la vida y lo mejor que tenía.—Dudo mucho que cualquier regalo pueda superar el hecho de estar con las tres mujeres de mi vida…—Charlie le sonrió y apoyó su cabeza en el antebrazo de Christopher.—aunque la verdad es que yo también tengo que admitir que tengo un regalo para ustedes…bien, en si no es un regalo pero estoy muy seguro que les va a encantar mucho…

—Tù nos encantas…—susurró Danna con una linda sonrisa en los labios. Los ojos de Christopher se posaron en ella.

La castaña se acercó a su familia y sintió su corazón acelerarse a sobremanera cuando los labios de su marido se posaron encima de los suyos.

Levantarse todas las mañanas y ver a Christopher  descansando a su lado lo consideraba como la bendición más linda que había recibido en su vida pero verlo a él junto a sus dos hijas riendo era otra cosa completamente diferente. Los detalles hacia ella nunca habían faltado  y aunque la mayoría de las veces Danna los consideraba un poco innecesarios en el fondo le gustaban. El Christopher detallista que había conocido a los veintidós años seguía estando presente de la misma manera en la que el amor que sentía por él seguía creciendo más y más.

Justo cuando creía que no era capaz de amarlo más; Christopher lo conseguía con algún pequeño detalle, una palabra, un beso o simplemente con una mirada.

—No mires, Leyre.—le ordenó una Charlie de nueve años a su hermana menor de cuatro. Leyre rio divertida escondiendo su cabeza en el pecho de Christopher.

Danna se echó a reír y negó un poco apartándose de su marido.—Creo que es momento de levantarte para que puedas ver tu regalo…—anunció poniéndose de pie.

—Mami…—susurró Leyre tendiéndole sus brazos. Danna le sonrió antes de tomarla en brazos. A diferencia de Charlie; Leyre era tímida y muy callada. Todo lo contrario de Charlotte que era decidida y no dejaba de hablar un segundo.

—Cinco minutos…—pidió él. Charlie se puso de pie y lo observó un momento.

—Ni un minuto más,  papá…—le ordenó antes de salir de la habitación. Christopher se quedó en silencio un momento y luego se echó a reír.

—Vaya…—Danna rio.

—Ya la escuchaste; Christopher. Ni un segundo más…

(…)

Christopher detuvo sus pasos al encontrar la mesa del comedor completamente puesta. Llevó sus ojos hasta las niñas que ya se encontraban sentadas en sus respectivos lugares y luego a su esposa que lo observaba expectante.

—¡Esto es increíble!—decidió.

—Charlie y yo ayudamos.—le informó Leyre.

—Mamá y yo preparemos panqueques y Leyre los decoró…—añadió Charlie.

—¡Me encanta!—Él les sonrió antes de tomar asiento en su lugar habitual; tomó cuidadosamente la taza de café y la llevó a sus labios. Automáticamente las facciones de su rostro se contrajeron ante la amargura de la bebida pero se obligó a sonreír.—¡Y yo hice el café! ¿Te gusta,  pá…?—cuestionó Charlie completamente orgullosa.

Danna le lanzó una mirada de advertencia. De una muy mala forma había aprendido que a los niños de las edades de sus hijas no era tan bueno hablarles siempre con la verdad.—Claro que si,  ninja. Sabe increíble…

ÉXTASIS(Éxtasis #3)|C.V.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora