C42: Decisiones.

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Danna cerró sus ojos fuertemente tratando de alejar los malos pensamientos que estaban invadiendo su cabeza de a poco. El temor de no volver a ver a su familia la hacía estremecer a tal grado de sentir que la desesperación estaba ganándole.

Se puso de pie y avanzó hasta el escritorio pensando en Charlie. Hacía más de doce horas que no la veía y el sentimiento de añoranza que tenía instalado en el pecho era completamente abrumador. Dejó escapar un largo suspiro antes de encaminarse a la única ventana por la que podía ver un poco de la luz de la luna.

¿En qué momento su vida se había complicado de esa manera? Sólo Danna Francis era capaz de estar en la cumbre de la felicidad un momento y al siguiente con la vida enredada al borde del sufrimiento.

—¿Dan...?—la amortiguada voz de Christopher llegó hasta sus oídos y fue entonces que se dio cuenta que se había vuelto completamente loca. Negó un poco y volvió a apoyar su cabeza en la ventana.—Danna... ¿estás aquí, mi amor...?

El corazón de la chica dejó de latir un momento apartándose de golpe del cristal. Se encaminó a la puerta y colocó la palma de su mano en la madera antes de comenzar a golpetearla con fuerza.—Christopher...—lo llamó con la vaga esperanza de que su cerebro atormentado no le estuviese jugando una mala broma.

—Dan...—respondió él de nueva cuenta y ella sonrió ampliamente.—¿Dónde estás...? Hay tres puertas...

—En la oficina de Blondi...—musitó lo suficientemente alto como para que él del otro lado de la puerta lo escuchase.—Está cerrado con llave como era de esperarse...—agregó en medio de un suspiro.

—Dame un momento, mi amor.—le pidió él.—Voy a buscar algo para abrir la puerta, sólo darme un par de minutos...

—Christopher...

—¡Aléjate de la puerta, Dan!—le indicó. Danna obedeció de inmediato volviendo a la ventana. Los golpes contra madera comenzaron a hacerse presentes un momento antes de que la puerta cayera totalmente y un Christopher completamente jadeante quedase frente a ella.

Sus ojos se encontraron y eso fue suficiente para que ella se echara a llorar mientras se acercaba a él. Los brazos del castaño la envolvieron en un largo y fuerte abrazo que la hizo sentirse segura de nueva cuenta, el aroma de su loción se coló por sus fosas nasales y la suavidad de sus labios contra su frente la hicieron temblar. Estaba a salvo.

—Perdón...—susurró apartándose un poco para poder mirarlo a los ojos.

—No tienes que pedirme perdón por nada, mi amor...—respondió él dejando otro beso sobre su frente.—No tienes la culpa de nada de lo que ha pasado...no sabes la impotencia que sentía de no saber nada de ti...

—Quiero irme a casa, Chris...quiero ir con nuestra hija y no volver a separarme de ustedes nunca más...—musitó con nuevas lágrimas resbalando libremente por sus mejillas. Pudiese ser que fuese por la considerable cantidad de emociones que había vivido en un día o por su embarazo pero las ganas de llorar siempre estaban acechándola. Christopher retiró las lágrimas delicadamente con sus dedos y la volvió a abrazar con fuerza.

—Ya iremos con Charlie...—le prometió.

—Por favor, Chris...—suplicó.—Vámonos a casa...

—¿Chris...?—la voz de Zabdiel llegó desde el otro lado de la puerta derribada un momento antes de quedar frente a sus ojos.—Gracias a Dios están bien...—susurró.

—¿En dónde están Finnley y Moriah?—cuestionó Christopher anclando sus ojos en los de Zabdiel.—¿Zabdiel...?—murmuró cuando él se quedó en silencio.

ÉXTASIS(Éxtasis #3)|C.V.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora