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A duras penas abro los ojos, me sentía un ser muerto por dentro, un ser derrotado que no quería levantarse de su tumba.
Decidí a abrir los ojos completamente y emprender la caminata hacia el baño para completar la rutina matutina de todos los días.
Me desventuro a hurgar en mi armario, esta vez me decidí rápido, el golpe del sueño me estaba tirando al suelo, así que me decidí por cualquier cosa, en ese momento, todo daba igual, yo sólo quería volver a mi cama, sin embargo, debido a responsabilidades académicas debía permanecer constante en mi asistencia a la universidad; escogí una camiseta de la NASA que adoraba, y un vestido tipo jardinera encima de la camiseta, no se veía nada mal, pero verme bien o verme horrenda, me daba igual, me cepillé los dientes y bajé las escaleras apresurada.

La mesa estaba vacía aquella mañana, papá salía recientemente de su habitación, al parecer, se había quedado dormido.

- padre, ¿te has quedado dormido? -.
- al parecer si, ¿puedes despertar a Liam, mientras hago el desayuno? -.
- claro, papá -. Me dirigí la plantea alta y toqué la puerta de Liam. - Liam, ¿estás ahí?, es hora de ir a la escuela -. No hubo respuesta alguna. - ¡Liam! -. Grité. - ¡Liam! -. Grité más fuerte. La puerta se abrió.
- ya te oí, ya te te oí -. Dijo saliendo con una expresión soñolienta.
- ve a ducharte, es tarde -.
- lo sé -. Contestó dirigiéndose al baño tambaleándose en el camino por la culpa del sueño.
Bajé las escaleras, papá tenía servida una taza de café en la mesa.
- ¿es para mí esta taza? -. Pregunté mirando en dirección a la cocina.
- si, hija -. Oí.
- gracias, lo necesitaba -. La bebí de casi un sorbo.
Llegó mi padre con unas galletas con chips de chocolate.
- ¿buen lunes? -. Preguntó.
- no -. Dije tomando otro sorbo de café. - creo que ha comenzado horrible, te juro papá que el sueño es de muerte -.
- ya veo, hoy entro a trabajar a las once y media -.
- ¿por qué tan tarde esta vez? -.
- porque me ascendieron -. Respondió con una sonrisa dibujada en el rostro.
- ¿¡qué!?, ¡papá eso es fantástico! -. Dije emocionada.
- lo sé, lo sé, últimamente todo me ha salido bien -. Dijo.
- me alegro tanto por ti, papá, sabes que estoy muy feliz -.
- gracias, hija, ustedes son los que me motivan a seguir adelante -.
- eres un gran ejemplo a seguir -. Le sonreí. El también hizo lo mismo.

Clase n°1 del día lunes, derecho romano I, auditorio n°5. La universidad tenía diversos pasadizos donde una persona podía perderse, tenía una estructura que perduraba desde el siglo XIX, y le sentaba de maravilla, amaba caminar por los pasillos, era como transportarse a otra época, se que ya lo había mencionado, pero es algo que no deja de sorprenderme.

- __________, ¿no piensas que deberíamos ir a la fiesta de las hermanas Dawson? -. Preguntaba Alan.
- ¿quiénes son las hermanas Dawson? -. Pregunté.
- son unas chicas de tercer año de Literatura, son muy lindas, yo digo que son ángeles -.
- ¿y te invitaron a su fiesta? -.
- claro, y de verdad no quiero ir sólo, ¿me acompañas? -.
- es que, Alan, verás, yo no voy a fiestas, no me agradan -.
- por favor, ________, te lo pido de rodillas, eres mi única amiga aquí -.
- lo siento, Alan, perdóname, pero no suelo ir a fiestas, y tampoco quiero ir -. Dije fríamente.
- por favor, es hoy -. Se veía desesperado.
- no puedo, menos hoy, tengo que ir a cenar con mi madre, se lo prometí -.
- ah, entiendo, no te preocupes, pero debemos ir a una fiesta universitaria algún día, dime que si, por favor -.
- no te prometo nada, pero lo consideraré -. Dije no pensando del todo. - bueno, me tengo que ir, no puedo dejar a mamá esperando, adiós -. Dije alejándome de Alan.

Al llegar a casa de mamá, llamé a la puerta y me abrió ella misma.
- ¿qué tal, hija? -. Me sonrió.
- bien, ¿y tú, mamá? -. Dije entrando detrás de ella.
- bastante bien, ahora que estás aquí -.
- hola, ________ -. Me saludó Mike, que se encontraba sentado en el sofá jugando con un móvil.
- ¿qué tal, Mike? -. No me contestó.
- bien, hija, pasa, siéntate -. Me ofreció la silla.
- gracias, mamá -. Me senté en ella.
- ¿y bien? Cuéntame, ¿cómo te ha ido? -.
- excelente, he aprendido mucho sobre mi carrera y creo que le atiné, es a lo que quiero dedicarme toda la vida -. Dije.
- me alegro tanto, cariño -. Se dirigió a la cocina y de ella salió un exquisito aroma.
- ¿mamá, que cocinas? -. Dije inspirando.
- bueno, cómo hoy te quedas a cenar decidí hacer lo mejor, tu favorito -.
- ¡no puede ser!, ¿es tortilla de verduras? -. Pregunté emocionada.
- ajá -. Dijo. Mamá hacía una tortilla de verduras que ponía mis sentidos de revés.

- Gracias, mamá -. Dije mientras comíamos en familia, allí me di cuenta de lo sola que se encontraba mamá, sólo con la compañía de Mike cada día, por un momento, me sentí mal, triste de ver a mamá tan solitaria y tan destruida, pero tampoco podía dejar sólo a papá. - es hora de que me vaya, mamá, ya son las 11:40, casi media noche, se me hará tarde, muchas gracias por la comida -. Dije tomando mi bolso, mamá se levantó de su silla y fue a abrazarme.
- no te preocupes, hija, muchas gracias por acompañarme hoy, ojalá se repita la ocasión -. Dijo felizmente.
- ojalá si, mamá, volveré frecuentemente -.
- gracias, hija -. Me retiré.

Estaba totalmente oscuro, las calles desoladas y solitarias, mamá vivía por un lugar bastante lúgubre y solitario, de un momento a otro, comenzó a hacer mucho frío y el ambiente estaba triste, tal cómo yo lo hubiera representado cómo una de las noches más nostálgicas del año, siempre hay una de éstas durante el ciclo terrenal, veo la belleza en la luna que es escurrida por algunas nubes, se ve hermosa, la noche lo es.

- oye preciosa, ¿qué haces sola? -. Dijo una voz masculina detrás de mí.
Volteé con cierto temor. Estaba un hombre de al menos treinta y cinco años junto a dos casi de la misma edad, imaginé lo peor, si mi muerte era hoy, ya estaba enterada. - entréganos tu teléfono, tu cartera y luego veremos que hacer contigo -. Dijo seriamente. No quería entregarles nada, pero de otra manera podían matarme.
- ¿p-para qué? -. Dije cuando recuperé la voz.
- es obvio, para qué, preguntas cosas obvias hermosa -. Dijo otro acercándose a mi y oliéndome el cabello, temblé. - o mejor no, te dejaremos ir con tus pertenencias, siempre y cuando nos abras las piernas -. Dejé de respirar por un momento, no podía ser así, estaba en estado de shock, pero seguía pensando en los límites de mi humanidad.
Se estaban acercando a mi demasiado, uno de ellos tocó mi mejilla, y la acarició, y otro me puso la mano en la espalda. Quería gritar, y creo que se dieron cuenta así que me taparon la boca, estaban todos acechándome y de pronto sentí una mano recorriendo mi hombro bajando por mi piel y otra mano por mi baso, bajando hacía el ombligo, las lágrimas no paraban de salir de mis ojos, quería zafarme pero me tenían contra la pared, estaban a punto de llegar a mis órganos sexuales, fue allí cuando comencé a desesperarme.

- ¡NI PIENSEN EN TOCARLA! -. Se escuchó una voz masculina. Los hombres voltearon, y yo me desesperé aun más, no me dejaron ver de quién se trataba.
- ¿qué te crees niñito?, ¿quieres salvar a tu novia? -. Decía el primero de los hombres.
- ¡no la van a tocar!, ¿me oyeron? -. Dijo la voz otra vez.
- ¿quién te crees para venir a hablarnos así chinito? -. Dijo el mas grande de todos. ¿Chinito? ¿A qué se refería?
- ¿quién se creen ustedes para tocar a una inocente chica? -. Dijo enojado.
- lograste hartarme, niño, cuando yo quería disfrutar la noche, tu vienes a arruinármela, lo lamentarás -. Dijo separándose de mi y yendo hacia el hablante.
Pude divisarlo, su rostro me sonaba familiar, hasta que el hombre dió el primer golpe, el chico lo esquivó y le dió un golpe en el rostro. Los demás hombres me soltaron y fueron a la ayuda de su amigo. Me senté en el suelo melancólicamente, quedando en posición fetal mientras lloraba entre mis piernas, de seguro esa noche moriría, en cuanto se libraran del héroe, tomarían mi virginidad y luego me matarían mentalmente. No quise observar la pelea, sólo lloré y lloré entre mis piernas, sin dejar de hacerlo, queriendo escapar, pero con miedo a que me acorralaran otra vez y esta vez si me tocaran.
- ¿estás bien? -. Dijo una voz suave y cansada. Levanté la mirada, se trataba del chico asiático que me salvó. Asentí con la cabeza. - tranquila, tranquila, ven, te llevaré a tu casa -. Me tendió la mano para levantarme. Le tomé la mano. - ven -. Reposó su mano sobre mi espalda escoltándome a un auto que había allí, me abrió la puerta del copiloto; vi como estaban los cuerpos inconscientes de los hombres allí, o quizás no lo estaban, pero estaban acostados y malheridos, me asusté un poco de quién tenia al lado, pero se trataba de la persona que me había salvado. - soy Jeon Jungkook, lamento meterme así, pero no pude soportar que te violaran así, no podía, lo siento, sé que ahora no tienes muchas ganas de hablar, te he visto en la universidad, así que eres un rostro conocido para mí, lo siento mucho, pero debo saber dónde vives, te pido que confíes en mi, no quiero hacerte daño, sólo quiero llevarte a tu casa -. Dijo mirándome mientras conducía.
- sigue derecho -. Dije entre dientes.
- bien, ¿cuál es tu nombre?, digo, no quiero sonar grosero, pero, ¿podría saber tu nombre? -.
- s-soy ________, Elsembach -. Dije en voz baja.
- que lindo nombre -. Dijo sonriendo. - lamento que te haya pasado aquello, la sociedad está yendo cada vez mas bajo y la humanidad está convirtiéndose en el infierno divino -. Dijo. Asentí aún sin poder recuperar la voz del todo. - ahora ambos tenemos un trauma juntos, te ayudaré a conllevar esto, no te dejaré sola otra vez, seamos amigos -.
- no tienes que hacer eso por mí -. Dije.
- si tengo, no puedo soportar que te hagan algo así, por lo tanto, si puedo hacer algo para evitarlo, lo haré -. Contestó.
- gracias -. Dije casi susurrando, creo que lo escuchó.
- no tienes que agradecer, _______ -.

La verdadera definición de Amor  [Jungkook y tú] (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora