Capítulo nueve.

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NELSON FARIAS

—Elena —hablé tratando de callarla.

Elena ha pasado todo el día rogándome para que le haga una carta a mi admiradora tres mil.

¿Hacerle una carta a una chica que ni conozco, me llamo poco hombre y que me ha tenido arrecho por tres meses? Ni loco.

Aunque arrecho en sí no me tiene, solo estoy algo dolido.

—¿Lo harás? —hizo un punchero.

—No.

—Pe-pero Nelson no...

—Elena, la tipa esa es una niña, será mejor dejar al estupidez con ella.

Caminé hacia el mueble que tenia Elena en la sala y empecé a revisar las redes.

—Por más Nelson —se colocó delante de mí —, tiene doce años y en dos días cumplirá trece

—¿Y?

—¿En serio te cuesta agarrar una mardita hoja y escribirle? Qué vergacion con vos, anda morite, ya estoy harta de andarte jalando bola mardi—

—Elena... —advirtió Gabo haciendo que ella se callara y empezará a ihnalar y exhalar mientras caminaba hacia la cocina.

Estábamos en Maracaibo para pasar un tiempo con Elena. Víctor no habia venido porque queria pasar tiempo con su mamá antes de empezar con esto de la gira.

Miré a Gabo que estaba probando algunos sonidos para las nuevas canciones y luego miré a Elena que aún ihnalaba y exhalaba como si quisiera calmar su arrechera. Regreso hacia mi con un vaso de agua en la mano y empezó a beber el contenido.

Solté un suspiro y sonreí.

—Las maracuchas son el diablo —murmuré volviendo la vista a mi celular.

Ella me miró con los ojos entrecerrados y murmuró:

—No seáis mardito.

Ele se lanzo hacia a mi y se colocó en mi regazo mientras agarraba mi cabello y lo jalaba fuerte.

—Elena —volvió a advertir Gabo.

—Dèjala.

Mi sonrisa se agrando más.

Yo tenia dieciséis y Elena ya había cumplido sus diecisiete en Julio, no voy a negar que mis hormonas ya se han estado activando y tener a Elena en esta posición hace despertarlas.

—Si nosotras somos el diablo no es peo tuyo, nadie te mando a venir, yo invite fue a Gabo no a un gafo como tú que no tiene los huevos de aceptar que tiene una mardita relación con Nerea —ella me jalo mucho más fuerte el cabello haciendo que gimiera de dolor.

Retiro lo dicho, las hormonas se han apagado, repito, las hormonas YA se han apagado.

—Ahora, te vais a parar de esta mierda y vas a caminar hacia mi habitación y escuchame bien gafo —volvió a jalar el cabello —, si no haces esa mardita carta en dos minutos te juro por dios y la chinita que no vas a poder meter ese huevo de puberto en ningún lado. ¿Capichi?

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora