Carta » Nelson Farias

Capítulo quince.

SIDNEY RODRIGUEZ

—Así no iban a hacer las cosas —mascullé subiendome al auto que los padres le habían regalado a Elena.

—¡Adios! —se despidió por quinta vez Elena rodeando el carro.

Eran las seis de la tarde, y justo en este momento vamos a ir para Vargas a conocer a los chicos, bueno en realidad a decirle a Nelson que yo era su admiradora tres mil.

—Mami, ¿y mis clases? —pregunté sacando la cabeza por la ventana.

Justo ahora quiero ir a clases.

—El liceo lo robaron y quemaron, no está funcionando ahora. Por eso no fuiste hoy a clases.

Me tienes que estar jodiendo...

Cuando yo deseo que se prenda fuego esa mierda no lo hacen AAH pero cuando tengo que ver a Farias si lo hacen.

Dios mio, Gracias Venezuela, Gracias Maduro, Gracias Omar Prieto y gracias maldito vandalismo.

—Yo quiero ir con ustedes —dijo Theo como un niño pequeño.

—No, tú si tienes clases —habló mi tía.

Y mi carcajada fue más sonoro que un perro ladrando.

Había algo bueno en esto, no soportaré a Theo en todo el viaje y que él si irá a clases.

Pero aun así le diré a Nelson quien soy.

—Ya nos vamos —habló Elena ya en el haciendo del conductor, con el auto encendido y colocando su teléfono en el cable USB.

¿En qué momento hizo todo eso?

—Bendición.

—Dios te bendiga —dijeron en unisono las tres mujeres de mi vida.

—Adios enana.

—Cállate, que mido 1.68 y eso es mucho para mi.

Él puso los ojos en blanco.

—Te extrañaré —me miró.

—Y yo a ti —respondí.

—¡Adios familia! —se despidió Elena de MI familia y arrancó el carro.

—Estúpida —mascullé.

—Deja de enojarte. Estás peor que mami.

Coloqué los ojos en blanco.

—Por cierto, ¿tú madre cuando regresa de Brasilia?

—Cuando no tenga cobre —se burló.

—¿Y tu padre cu—

—No hablemos de papi, ese anda en Tokyo haciendo un contrato con un chino ahí —me interrumpió.

Los padres de Elena eran empresarios muy buenos. El padre era sub-gerente de la empresa Adidas de aquí, empresario de la de Estados Unidos y Gerente de la de Argentina.