Capítulo cincuenta.

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SIDNEY RODRIGUEZ

Si me hubieran dicho que para hacer unos quince años había que practicar, aprender a bailar, caminar en tacones y todas esas cosas que no me gusta hacer, te juro por dios que nunca en mi vida habría hecho mis quince años.

Pero no. Mi madre, tía y abuela junto a unos tíos lo decidieron por mí y rentaron un club cerca de la casa.

Maravilloso.

Lo único bueno es que irían amigos, amigos que he hecho en un año.

Y lo malo es que vendrán mis tíos celosos, más celosos que Theo o Andy.

Coño'elamadre.

—Llegaron —dijo Elena entrando a la habitación que tenia el club.

Elena ha venido con un vestido verde agua hasta el suelo y con escote de corazón. Y SI SE VE BELLA MI AMIGA DIOS.

Mi madre y tía no le prestaron atención y siguieron colocandome maquillaje y haciendo ondas en mi cabello.

—¿Quienes? —le pregunte entre dientes.

—Victor y Gabo —la vi agarrar aire para después soltar la bomba nuclear —, pero Nelson no.

TRIPLE MARAVILLOSO.

De paso que no me llama y ni me deja una felicitación por mensajes tampoco se digna aparecer en mis quince años.

Falso. Hipócrita.

Y pensar que llegue a creer todas sus mentiras, de que me quería, quería ser mi novio y bla bla bla.

Desgraciado.

—Me da igual, siquiera Víctor vino —me encogí de hombros ganandome un regaño de Mami.

—Y Gabo, y Jorge —añadió —, y también otra persona más.

Hundí mis cejas ganandome otro regaño más de Mami.

AH PUES.

—¿Quien?

—Eduardo.

Y a la que tanto me regañaba se le cayo el pincel (o brocha, realmente no sé como se llama eso) con el cual me estaba retocando las sombras.

—¿Eduardo? —preguntó girándose para ver a Elena —¿Pero él no estaba en España?

Mami le ha tenido una mala espina a Eduardo a medidas que íbamos creciendo, nunca me dijo la razón y veo que ahora tampoco lo hará.

—Él me dijo que venia pero yo realmente me lo tome a broma —lamí mis labios llevandome un poco de labial —. Asco —saque la lengua y agarre una servilleta limpiando esta.

—¿Te puedes quedar quieta, Sidney Andreina? —esta vez fue tía quien me regaño.

Rodé los ojos ignorando aquello.

—Pero, ¿por qué lo invitaste? —me preguntó mami ahora girándose hacia mi.

—Porque es mi amigo, un amigo muy importante —dije obvia.

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora