Capítulo cincuenta y ocho.

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SIDNEY RODRIGUEZ.

Nueve y pico de la noche.

Estábamos en el carro del hermano mayor de Grec, quien nos llevaba directo a la fiesta.

Me había colocado el mismo vestido blanco que utilice hace muchísimo tiempo en la fiesta de disfraces que hicieron los chicos. El vestido dejaba al descubierto mi espalda y tenia un escote pequeño, maquillaje en todo mi rostro, unas botas blancas con tacón grueso de tres centímetros y el cabello planchado.

No les mentire; me sentía bonita, estaba muy bonita.

Grec por su parte se fue más sensual, un vestido color vino pegado a su cuerpo resaltando su figura, su cabello color miel caía en ondas y unos tacones negros de punta fina.

Al llegar a la casa azul cielo la musica sonaba a todo volumen, habían bastante gente bailando, bebiendo y vomitando fuera de la casa, mientras que otros se besaban como si su vida dependiera de ello.

—Grec me llamas cuando se quieran ir —pidió Alejandro mirando a mi amiga.

—No dudes en eso —le guiñó el ojo y abrió la puerta saliendo del auto.

Él suspiro y volteo la cabeza para mirarme. Sus ojos verdes me escanearon de arriba a bajo haciendo que le regale una mirada nerviosa.

—Cuidate Sid.

—Lo haré.

—Hablo en serio.

—Y yo también.

—¿No piensas salir? —preguntó Grec abriendo la puerta.

Asentí y salí del auto sin despedirme de Alejandro.

Él no dudo ni cinco minutos para arrancar y largarse de ahí.

Lo conozco desde que entré a primer año y desde ese entonces he sabido que a él no le gusta ir a fiestas.

Le parece repugnante. Y a mí me parece que él es raro... guapo pero raro.

—¿Lista amiga? —me preguntó agarrandome la mano.

—Lista.

Entramos a la casa, y adivinen, había mucha más gente dentro que allá afuera. Apenas y podíamos caminar.

Como pudimos pasamos a toda esa gente que bailaba, bebía y fumaba. Hasta que llegamos a la cocina, donde había poca gente pero apunto de coger.

O bueno, hacer el amor.

Por respeto e incomodidad me cubrí los ojos con el dorso de la mano avisándole a Grec que desde ahora me iba a guiar.

Pise pies, zapatos, vestidos, escuche como se besaban, gemidos y más cosas inexplicables que sinceramente me da algo de asquito. Grec paró para agarrar algo donde le pregunté que hacia, me respondio que estaba agarrando una botella y siguió caminando hasta que sentí una brisa chocar con mi cuerpo.

Quite mis manos del rostro y solté el aire que sin darme cuenta estaba conteniendo.

Había una piscina, luces, más gente bailando, bebiendo y fumando, pero también habían gente que charlaba y reía cerca de la piscina.

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora