Capítulo sesenta y siete.

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Primera vez que escribo algo así.
Disculpen los errores.

NELSON FARÍAS.

Besarla es algo del otro mundo.

No sé si es porque llevaba tanto tiempo sin hacerlo o porque ando muy romántico pero qué vaina más maravillosa es sentirlos junto a los mios.

Cuando llegué al departamento de mamá sabia que había una "fiesta sorpresa" hecha para mí. Frendys me lo había dicho todo la noche anterior, por ello tuve que hacerme el sorprendido, pero lo que si no me esperaba fue verla a ella ahí.

Estaba más hermosa de lo que la recordaba y veía en Instagram.

En el momento en que la abracé me di cuenta de cuanto la extrañaba, de lo importante que es ella para mí y en lo mucho que la amaba.

Me estaba acostumbrando a verla seguido.

Bajo mis manos que antes estaban en su caderas a sus rodillas para qué no piense otra cosa y ella aprovecha para cortar el beso dejandome con ganas de más.

—¿Y después soy yo? —le preguntó hundiendo mis cejas. Sid sonríe y me guiña el ojo haciendo que sonriera y dejara atrás las cejas hundidas.

Confieso que ha mejorado mucho al hacerlo, se ve hasta más sexy.

Maldicion, si que extrañe a esta princesa.

De pronto sus mejillas se tornan en un color rojizo, sus ojos se colocan en los míos, relame sus labios y respira profundo; tratando de disimularlo pero no lo logra.

—¿Qué...?

Me regala una sonrisa tímida y se lleva sus manos al borde de su camisa transparente.

—Tus mejillas están rojisimas —susurro y ella rueda los ojos.

Poco a poco Sid va subiendo su camisa mostrando la franelilla negra que lleva debajo de esta.

Call me daddy, baby girl.

Ve, he mejorado bastante en el ingles.

Al quitársela me mira a los ojos de una manera tan... intensa; que tan pronto como coloco mi mirada en ella, la desvía hacia la pared que está de frente haciendo que yo la deje de mirar desviando mi mirada a sus senos.

¿Qué? A pesar que estén cubiertos por la franelilla aún me encantan. Y hasta se ven que han crecidos.

¡Maldición!

Subo mis manos que estaban anteriormente en su rodillas a su torso, lento y con toda la paciencia del mundo voy jalando la franelilla para que no este debajo del Jean. Cuando lo logro, agarro el borde de esta y miro a Sidney.

—Me estás torturando —murmurá observando mi camisa.

—¿Por qué?

—Porque desde hace rato estoy esperando que me arranques la ropa tal y como dijiste —traga saliva —, pero lo único que haces es quitarmela tan lento como una tortuga.

—¿Y qué es lo que quieres que haga?

—Que me hagas tuya —susurra.

Una sonrisa se formo en mis labios, no tanto por lo pervertido y porque es hora de hacer lo que tanto anhelaba, sino porque en parte es tierno.

Ella es tan tierna y sencilla maldita sea, me mata que sea así de inocente.

En serio, no es en joda, esta niña me vuelve loco.

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora