Capítulo sesenta y cuatro.

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NELSON FARIAS.

—Eres arte mujer.

Ay, no empieces.

¿Te obstino?

Puede que .

Ah... —toque mi corazón —supongo que no me dolió...

Ella sonríe.

Su cabello estaba ondulado desde la raíz, tenia unos lentes de sol, una camisa blanca y estaba en la playa.

En serio se veía hermosa, aunque justo ahora se lo ando diciendo para molestarla.

Bobo.

—Princesa —guiñe mi ojo.

Su sonrisa se agranda más haciendo que ahora una se forme en mis labios.

—¿Sabes de lo que me he fijado ahora que ando en Chile?

Si dices de lo hermosa que soy, te dejo de hablar por un año.

No, no es eso —negué también con mi cabeza —. No he visto una foto tuya en traje de baño.

Y... —hundió sus cejas —¿pa' que quieres una foto mía en traje de baño?

Para masturbarme como es debido.

Adiós —cuelga la vídeollamada nerviosa haciendo que la sonrisa que cargaba se agrandara más.

Amaba verla nerviosa, era como aire para mis pulmones.

Nelson, F.
Pero no te pongas así, princesa.

Sidney.
Theo me llama, adiós.

Nelson, F.
, , . Te quiero princesa, ando jodiendo contigo.

O tal vez no lo esté.

Dejo el celular en la mesa y con la silla me echo para atrás, cierro mis ojos y de inmediato el rostro de Sidney se hace presente.

Esta niña me trae loco.

—Ey —la voz femenina hace que pierda el equilibrio y caiga al suelo haciendo que mi cabeza choque con este —, sí, en definitiva eres mongólico.

Abro mis ojos y me quejo de dolor, miró a la persona que me habló y una barriga enorme llama mi atención por décima vez en el día.

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora