Capítulo treinta y uno.

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NELSON FARÍAS

—¿Mi admiradora tres mil? —pregunté viéndola sin ninguna expresión en mi rostro aunque por dentro estaba emocionado.

Siquiera algo bueno sucedió el día de hoy.

Seguí observándola esperando a que respondiera, ella bajo la mirada y lamió sus labios. Era hermosa, mucho más de lo que imagine, su piel era del color del café con leche y tenia el cabello más largo que la ultima vez.

—Sí —tomó aire por segunda vez y siguió hablando pero esta vez más rápido —, sé que es mal momento para hacerte saber que soy la que te escribe las cartas pero ya quería que me conocieras, sé que fue inoportuno pero, joder lo siento —se colocó las manos en la cara.

Sonreí sin despegar mis labios.

Si era ella, lo supe por la forma de hablar, era casi igual a lo que escribía en las cartas.

Maldicion, esta chica me va a volver loco, ya con solo pocas palabras me hizo olvidar lo de Emily.

—No te preocupes, me alegra saber quien eres tú —admití y me levante de la cama aún mirándola. Se veia súper tierna con sus manos tapando su rostro —. Bueno, por fin saber tu identidad.

—¿En serio? —preguntó quitándose las manos muy lentamente.

—Sí —caminé hacia el pequeño-refri que había en la habitación y saque una cocacola —. ¿Quieres?

—No, gracias.

Asentí y cerré el refrigerador, destape la botella con la mano y bebí su contenido. No sabia que decir, en realidad sí pero no tenia tantos ánimos de hablar.

—¿Estás bien?

Despegue la botella de mis labios y la miré, bueno la detalle de arriba a bajo. Estaba vestida con una falda de cuadros, una camisa negra con una chaqueta del mismo color, su cabello ya no estaba del todo lacio, este ahora tenia ondas pequeñas en las puntas y no tenia maquillaje en su rostro.

¿Y les confieso algo?
Se ve hermosa sin maquillaje.

—Trato de verme bien para ti —confesé —, pero realmente no sé como me encuentro.

—Diría que entiendo pero estaría mintiendo... —murmuró.

Me senté en la cama y la invite a sentarse conmigo, ella negó con la cabeza y siguió parada cerca de la puerta.

—Ya lo sabes, ¿verdad? —pregunté volviendo a beber el contenido de la botella.

—¿Qué exactamente?, hay tantos rumores de ti —dijo divertida y sonreí con las botella en mis labios.

—A ver dime uno ahí.

—Déjame pensar —colocó su pulgar y el dedo índice en su barbilla, reí al ver lo graciosa que se veía así —, te has vuelto mujeriego y juegas con las mujeres.

—¿Qué? Si yo soy fiel —mentí —, soy más fiel que Luisito Comunica.

—Luisito engaño a su novia Farias.

—Fue mal ejemplo, lo sé —dije riendo.

—Entonces, es cierto, eres mujeriego —ella afirmó.

—No ha llegado la indicada —me justifique encogiendome de hombros.

—Y según tú, ¿cómo es la indicada?

—Cómo tú, por ejemplo

Ella al momento de escucharme decir eso sólo siguió sonriendo sin mostrar sus dientes, pero les apuesto a que estaba pensando qué decir.

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora