Capítulo cincuenta y cuatro.

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SIDNEY RODRIGUEZ.

—¡COÑO DEJEN DE AGARRARSE! —grité con todas mis fuerzas a los dos que estaban en el suelo dándose puño y puño. Bueno, en realidad uno de ellos estaba encima del otro repartiendole golpes en el rostro —¡NELSON YA!

A ver, sé que no entienden y aquí les explicaré:

Nelson Farías me besó hace un rato, eso armo un peo ahí y todos mis tíos querían matar al pelinegro. Gracias a dios existe un ángel llamado mamita-hermosa que logró hacer que mis quince tíos se calmaran.

Pero ajá, ¿por qué Nelson se está agarrando con alguien? ¿y quien es? Mejor les dejo el recuerdito pequeño para que estén al tanto.

Hace como media hora.

—Dejen ya la mardita huevona' y no le caguen los quince años a su sobrina —les dijo mi mamá señalando a todos mis tíos quienes tenían a Nelson agarrado del cuello de la sudadera/buzo negra —. De paso, Sidney ya está grandecita para saber que está mal y que está bien, por ello puede hacer lo que se le de la malaya gana —se giro hacia mí —, con mi permiso obviamente —asentí de golpe y ella regreso la vista a mis tíos, aunque en realidad no eran mis tíos sino primos segundos, pero me acostumbre a llamarlos así.

—Pero ella se andaba besando con el malayo este —empezó a hablar mi tío Gregory quien tenia a Nelson en sus manos —, y eso no está bien.

—En realidad él beso a Sidney —salió mi tío Gerardo de salío'.

Ya sé a quien salio Theodore Rodriguez.

—Y si Sidney se dejo es por una mardita razón, ¿no creen? —me mordí la mejilla interna al escuchar a mami —. Ya dejen la huevonada, to' siempre es una mardicion con ustedes. Primero fue con Eduardo —Nelson de inmediato colocó la mirada en mí y yo solo sonreí inocente —que lo quisieron matar cuando lo encontraron en la habitación de Sidney solos —perfecto, la miradita de Nelson era todo menos bonita. Gracias mami —, y ahora que ella al fin puede estar con lo única persona a la cual a amado todos estos obstinados y benditos cinco años vienen ustedes a cagarselo con sus celos más toxicos que de las mujeres — caminó hacia ellos amenazantes mientras los seguia señalando —. No le jodan la mardita existencia como hicieron conmigo cuando tenía su edad, dejenla vivir su adolescencia, porque sino la dejan en paz, cada uno se larga pa' su casa y no vuelven a entrar en la mía —plameo sus manos —, así de sencillito.

Todos ellos asintieron.

—Ahora bajenme al muchacho pues —tío Gregory bajo a Nelson y este quedo parado junto a ellos. Me dio gracia ver esa escena porque Nelson parecía un niño indefenso alado de unos depredadores —, y solo les voy a aceptar esto cuando vean que Nelson se esta sobrepasando con Sidney, de resto no.

—Coño —musité súper bajito.

Le hice una seña a Nelson para que empezara a caminar la cual agarro de inmediato empezando a caminar hacia mí.

Explique mucho, lo sé.

—Igual te estaremos vigilando Fari'ita —lo vi hacerle señas detrás de Nelson. Él abrió los ojos de par en par y luego hizo una mueca graciosa deteniendo el paso —, le llegais a hacer algo y ahí si serás hombre muerto.

—Nadie se mete con nuestra pequeña —afirmó tío José

—Ni hoy, ni nunca —y este fue Yerar.

—Así que cuida tus manitos mariquito, porque por lo que he oído eres mayor de edad y eso es mejor porque así no nos denuncian —siguió tío Alexander, aunque yo siempre le digo Alex.

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora