Capítulo cuarenta y dos.

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SIDNEY RODRIGUEZ.

Eran las once y dieciséis de la mañana, estaba preparando unos panes que había comprado tía la noche anterior, Nelson dormía en el mueble de la sala como un niño pequeño y Theodore seguía en el hospital con las tres mujeres de mi vida.

Se preguntarán: ¿Sucedio algo más anoche?

Pues, nope.

Después de ver la película, Nelson decidió acostarse a dormir en el mueble, y conste que yo le rogué para que durmiera en mi habitación o la antigua de Theo, pero el carajo es más terco que yo, échale.

En fin, yo busque dos cobijas y dos almohadas. Una para él, una para mí. Y lo acomode, arrope y le apague todo para que pudiera dormir bien.

¿Una fan como yo? Muchas. Pero quiero sentirme importante, así que diré; ninguna.

Ajá, me acosté alado del mueble y a eso de las diez y cincuenta de la mañana me desperté porque Mami me estaba llamando.

Solo dormí cinco horas.

Theodorsito está en una clínica la cual se me acaba de olvidar el nombre, porque tiene un brazo fracturado, hematomas de segundo grado, se le desgarro la piel de la batata y no se puede levantar de la camilla. Ya despertó que es lo bueno, y también le pusieron un yeso en el brazo izquierdo y le cosieron la batata, ash, en realidad soy un asco explicando las enfermedades o síntomas que puede llegar a tener una persona, de verdad si no me entienden, disculpen.

Pasaron varios minutos donde yo me dispuse a pensar en estupideces, como que pasaría si Theo se entera que me bese con Nelson, o la reacción de Elena.

Eeeen fin.

Empecé a sonreír como estúpida al recordar el beso, sus labios junto a los mios, como agarraba mi cintura, su sonrisa a mitad del beso y como confesó de que le gustaba.

¡Madre mía, me encanta que jode!

Me arrepentía de haberle dicho que no quería ser su novia, porque sí, me lo dijo indirectamente o bueno, me lo insinuó, pero lo hizo, tiro la vaina a ver si yo la agarraba, y obvio que la agarre, pero en ese momento tenia algo de sueño, y yo con sueño tomo tantas malas decisiones.

Aunque tal vez esa no haya sido una mala decisión.

¡Mierda, mis emociones son un asco!

Me lo hubiera dicho ahorita y juralo que le digo que sí, ah no te creaaaas.

Y por ahí dicen que una persona borracha dice muchas verdades, que parece un niño porque nunca miente. Y quiero creer que eso es cierto, que todo lo que me dijo Nelson en la madrugada haya sido verdad, que me quiere con él, que quiere un romance conmigo, que quiere una vida conmigo.

Que me quiere a mi.

Quiero creer que la decisión que tome el día de ayer haya sido la correcta, tengo mis razones para no estar junto a él y...

¡Diooos! Esta pensadera me trae mal.

Coloque el pan ya preparado en el plato donde yacían dos más y los metí en el microondas, me dispuse a preparar las mías y agarrar otro plato, pero los golpes provinienten de la puerta me hicieron hundir mis cejas.

¿Quien podría ser?
Tal vez Elena.

Deje el pan cortado a la mitad en el plato y salí de la cocina limpiando mis manos con el pantalon de seda que cargaba puesto.

Le eche una miradita rápida a Nelson y él seguía dormido, sus ojos cerrados, labios un poco entreabiertos y acurrucado en el mueble, sonreí mostrando mis dientes y otros dos golpes más fuertes me hicieron salir de mi trance.

Carta » Nelson FariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora