ADRIK ✓ [Pesadilla #1]

15 | Dulce agonía

-15-

Las Vegas, Nevada

8:50 p.m.

Comisaría

Una sonrisa tira de mis labios cuando el metal de la esposas me lastima la piel de las muñecas. Hacia tanto que no sentía el frio acero de unas esposas en mi piel. Un oficial regordete con una dona y una carpeta se acerca hacia mí. Mi nombre y apellido salen de sus labios haciéndome sonreír más.

-Imagino que manejar a una velocidad considerablemente peligrosa no lo tomaste en cuenta.

-No -sueno despectivo.

-Dígame algo, señor... -mi apellido - ¿Qué piensa lo que dirán sus padres respecto a no respetar las leyes de tránsito y tener armas blancas y punzantes en su mochila?

-No lo sé, tampoco me importa -lo veo con recelo -. Ellos no están aquí por desgracia -digo entre dientes.

-Acabamos de contactarlos.

-Contactaron a mis tutores, idiotas -corrijo.

-Deberías tener más respeto con tus superiores, muchacho, aquí eres otro delincuente.

-Discúlpeme, oficial -ruedo los ojos.

-Otro estúpido más -murmura no tan bajo, lo suficientemente alto como para que yo lo escuche. El regordete se aleja de mí comiendo de la dona de su mano.

-Lo mismo digo de usted -espeto lo suficientemente alto para llamar su atención.

- ¿De qué hablas?

-Espero que le haya dicho te amo a su esposa, oficial -el hombre se me acerca algo confundido -, aunque no lo creo del todo, debido a la marca sin broncear en su dedo anular significa que ya no lleva su anillo, lo que también significa que usted se ha divorciado.

-Cierra la boca, niño -me amenaza.

- ¿Por qué? ¿Qué tan mal estuvo su matrimonio como para que se separaran? Seguramente fue hace unos días y no lleva años divorciado ya.

-He dicho que cierres la boca -brama con furia.

Yo me rio entre dientes mirándolo a él en vez de la mesa gris frente a mí.

-No, oficial, mejor ciérrela... -las luces se apagan dejándonos en una completa oscuridad -... Usted.

Lo siguiente que pasa, es que el grito agonizante del regordete me deja casi sordo. Luego los sonidos de disparos, maldiciones, una explosión... Y cuando las luces vuelven mis muñecas están libres de las esposas encontrándose encima de la mesa de metal frente a mí.

De pronto siento un golpe en mi nuca. Maldigo entre dientes.

-Eres un imbécil, matas personas, no dejas evidencia, pero conduces más rápido de lo debido y te atrapan como cualquier idiota.

-Lo hice porque tienen el expediente de ese hijo de puta en esta jefatura.

-Funcional pero irrelevante -le sonrío a quien ha sido mi tutor por años.

- ¿Mataron a todos?

-Ella no acaba aún, pero siendo franco entre nos, fue una dulce agonía para todos esos imbéciles; sin embargo más policías vendrán pronto, uno de ellos alertó a las demás jefaturas.

-Entonces debemos apurarnos -musito, pasando sobre el regordete que está muriendo desangrado en el suelo. Me ve como buscando ayuda y en respuesta le sonrío con malicia ignorando su angustia.