Semana 30

5.6K 526 30
                                    

POV CRISTIAN

No he dormido mucho desde que esa mujer volvió a meterse en nuestras vidas. No la quiero cerca de Ana o de mi bebé y hasta el momento, sigue apareciendo y cada vez más cerca de ella. Simplemente el sueño no llega a mi cuando las cosas no están saliendo como quiero.

Me doy vuelta en la cama y me topo con el cuerpo inconsciente por el sueño de mi mujer. Esta abrazada a una de las almohadas y su hombro esta al descubierto por mis movimientos sin control. Hasta en eso estoy siendo irresponsable con ella. Con cuidado, tapo esa parte que ha quedado al descubierto y me levanto. Recién está amaneciendo pero, no puedo seguir durmiendo. Mis miedos me están pasando la cuenta.

Bajo hasta la cocina y soy recibido por Rubio. Está despierto me doy cuenta que su plato de comida esta vacío. Sonrió, desde que llego a esta casa se ha convertido en un glotón y si no es porque sale conmigo a trotar casi todas las mañanas, sería un perro gordo que caminaría de forma graciosa, ya que su barriga estaría casi rosando el suelo.

-buen día muchacho. Déjame buscar el tiesto para darte la ración de la mañana- digo y me quedo parado al darme cuenta que estoy hablando con un animal. Sin Ana, eso jamás hubiera pasado. Cierro los ojos y cierro los ojos. Ana es la bendición que le faltaba a mi vida. Rubio mueve su cola feliz y vuelvo a la habitación para cambiarme y trotar unos minutos. Necesito que mis demonios se vayan lejos. No necesito más presiones cuando el tiempo para que pueda conocer a mi hijo, se está acabando.

Sin darme cuenta, estoy corriendo por los alrededores de la casa, seguido por Rubio y por Taylor. Frunzo el ceño y me detengo hasta que Taylor llega a mi lado.

-buenos días, señor Grey- dice y sonrió.

-pensé que estarías descansando. Después de lo que ocurrió el otro día en la casa de mis padres no hemos parado buscando el mejor programa para la seguridad de mi familia. Esa mujer ingreso por culpa de un descuido del guardia de la puerta. Aunque no se puede decir que tener que ir al baño sea un descuido- digo y Taylor asiente.

-eso solo trabajo señor. Además correr sirve para despejar la mente y luego al volver puedo ver algún punto que se me haya pasado por alto- dice y asiento con la cabeza. Es bueno tener a alguien que pueda usar mejor que yo las neuronas en esta casa.

-sí, eso es cierto- digo y vuelvo a correr. No sé cuánto tiempo lo hago, salvo que el dolor en mis piernas comienza a ser insoportable. Damos por terminada la carrera y llego a la casa para ducharme y poder desayunar con mi mujer, si es que esta despierta. Rubio entra corriendo a la cocina y se bebé un tiesto completo de agua como si no hubiera mañana.

Al ingresar a la habitación, la cama esta vacía y cuando miro la hora en el reloj, me asombro de ver que son casi las 8 de la mañana. Corrí por casi 2 horas, mis músculos tienen que estar desechos pero, me sirvió para tener la cabeza un poco más despejada, ya que los miedos se han ido, por ahora.

Entro al baño y choco con Ana, que si no es porque la tomo, se hubiera caído al suelo. Palidezco ante la imagen y mi corazón comienza a correr rápidamente. Casi le hago daño, ¿Sera que también soy un peligro para ella? Los miedos que hace uno minuto se habían ido, vuelven con todo de nuevo.

-por Dios, Cristian. ¿Dónde tienes la cabeza? Casi me tiras al suelo- dice. Cuando se da vuelta y me mira, frunce el ceño. -¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué estas así?- dice acariciando tiernamente mi mejilla.

-casi te hago daño. Intento protegerte pero siempre termino haciéndote daño. ¿Crees que soy lo mejor para ti y el bebé? Tengo tanto miedo de no ser lo suficiente para ti. Cada vez que intento hacer algo, sale mal- digo y anima me mira tiernamente. Sigue acariciando mi cara y deposita un tierno beso en mis labios.

60 SemanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora