Semana 16

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POV ANASTASIA

-señorita Steele, ¿Se encuentra bien? Está muy pálida- me pregunta Sawyer. Intento decir que si con la cabeza, pero estoy mareada. He tenido uno de esos días, en que los niños no han querido colaborar en nada. Más de alguno ha terminado en la sala de castigo por faltarle el respeto a un adulto. No lo han hecho conmigo, pero con los demás sí.

-estoy bien. Solo necesito algo dulce. Creo que se me bajo la azúcar- digo pero, veo que no me cree mucho. No he tenido un buen día y creo que estoy comenzando a tener nauseas. Jamás las había tenido pero, creo que hoy es un día para tenerlas.

-está demasiado pálida, como para que sea una simple baja de azúcar- dice Sawyer y veo que habla a su audífono. Me imagino que le tiene que haber avisado a Cristian y tiene que estar como loco. Hoy tenía una reunión importante con los abogados, no quería que lo molestaran.

-solo espero que no...- no alcanzo a terminar la frase, ya que mi teléfono comienza a sonar y cierro los ojos. ¡Es que no se le escapa nada! Busco a tientas en mi escritorio y contesto.

-¿Qué paso nena? ¿Qué es lo que sientes? Debernos ir al hospital lo antes posible. Voy para allá y llego en cosas de minutos. Nada pasara, nada les pasara. Respira profundamente y no pienses en nada. Ya estaré a tu lado para consolarte y darte un abrazo y un beso. Espérame y no hagas nada- dice rápidamente. Voy a contestarle cuando veo que ha cortado. Este hombre terminara con un infarto antes de que nazca nuestro hijo.

-no hay necesidad de que avisarle a Cristian. Es solo un mareo en mi estado es normal- digo restándole importancia.

-¿De qué estado estás hablando?- escucho esa voz a mi espalda y cierro los ojos. No es lo que quería que pasara pero, supongo que tampoco lo hubiera podido esconder por más tiempo. 19 semanas han pasado desde que algo mío se unió con algo de Cristian y es imposible que se disminuya de tamaño.

-supongo que no eres capaz de entender que no te quiero cerca- digo molesta. Que mi madre vuelva de nuevo a este lugar, dos cosas van a pasar. La primera, que termine con un mayor dolor de cabeza y la segunda es que terminemos discutiendo. ¿Cómo es posible que no entienda que no la quiero cerca de mí?

-no me hables de esa manera. Aunque no te guste, eres mi hija- dice y levanto una ceja.

-eso suena raro, ya que desde que tengo memoria, me has dicho que no soy tu hija y que solo tienes un hijo. Además, ¿Cómo puedes entrar en este lugar? Les tengo pedido a los guardias de la escuela y a mi guardaespaldas que no quiero que te acerques a mí pero, siempre encuentras la manera de hacerlo- digo molesta.

-es simplemente que no puedo entender, ¿Cómo puedes dejar morir a tu hermano? En cualquier momento pude morir y tú serás la culpable. La única responsable de esa muerte, será tu- dice y la fulmino con la mirada.

-¿Sabes algo? En este momento, no mi importa nadie más que Cristian y lo que nos prepare el futuro. Tú me enseñaste a ser egoísta cuando de sentimientos se trata. Por ende, no me vengas a echar la culpa de tus errores a mí. Es más, con solo tenerte cerca, me está doliendo la cabeza- digo mientras me levanto para buscar un poco de agua.

-estas siendo injusta. Tu hermano no tiene la culpa de nuestras discusiones y de nuestros errores- me estaba comenzando a doler aún más la cabeza. Supongo que tener a mi madre cerca, siempre sacaba lo peor de mi o, los malestares.

-no estoy siendo injusta, solo realista. No voy a entrar en un quirófano para que saque no sé qué cosa de mí. No quiero. ¿Por qué tengo que ser yo quien diga que si a todo? Tú me enseñaste claramente a decir no, ante las cosas que ocurren a mí alrededor y más, olvidarme de las personas que alguna vez pertenecieron a mi familia- digo. Mi estómago comenzó a hacerse presente. Las ganas de vomitar estaban empezando a aparecer.

60 SemanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora