Disco Trece: Infinito

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Volver a entrar me costó muchísimo menos que salir. A lo lejos conseguí ver la mesa en la que nos encontrábamos. Después de varios empujones, conseguí llegar. Me acerqué a Niall y al mirarme se rió y me alargó un brazo.

Estaba borracho. Muy borracho.

En el otro lado del sofá Harry estaba sentado con sus manos apoyadas en la cabeza. Me acerqué a él y me puse de rodillas.

—Harry, ¿estás bien?

Su mirada se levantó y clavó sus ojos en los míos. Por un momento bajó su mirada a mis labios . Pasó tan rápido que me dije a mí misma que habían sido imaginación es mías.

—Creo que debemos irnos Dani, hemos bebido demasiado. Llama a Tom.

Y así lo hice. Yo llevaba de la mano a Niall y tiraba de él hacía la salida mientras que Harry nos seguía de cerca.

5:35

Estaba lloviendo y llamé a Tom más de cuatro veces. Niall estaba sentando en el suelo y Harry estaba apoyado en una pared. Ambos estaba resguardados de la lluvia. Así que decidí pedirle las llaves del coche a Harry y les supliqué que me esperasen. Fui a la calle de atrás del local corriendo. No me fue difícil encontrar el coche pues era el único que quedaba en la calle.

Subí. Coloqué la llave. Encendí los limpiaparabrisas y giré la calle. Paré justo enfrente de los chicos y los llamé para que se subieran al coche. El cielo se iluminaba en nuestras cabezas y tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural para no salir corriendo.

Me bajé del coche para ayudarles a ponerse el cinturón porque no tenían fuerzas. La adrenalina hacía que me moviera con rapidez. Una vez al volante utilicé el GPS de mi móvil para que me dirigiera hacia la casa.

A mitad de camino el cielo se iluminó dejando ver la gran imagen de un rayo. Ahora sí, estaba horrorizada. Miré por el retrovisor y los chicos estaban dormidos.

Cientos de recuerdos se vinieron a mi mente y de golpe, no pude seguir conduciendo. La ansiedad estaba tomando el control de mi cuerpo y el miedo me invadió. No sabía qué hacer.

Despertar a alguien. Volver a llamar a Tom. Llorar. Gritar. Llamar a un taxi. Llamar a mi madre. Parar el coche.

Miles de opciones navegaban en mi mente y en cuanto pude tomé una salida y aparqué el coche.

Respiré profundamente contra el volante intentando que las lágrimas no salieran. Pero fue imposible.

El último adiós. El enfado de aquella noche. El hospital. La tormenta.

Todo fue demasiado para mí en aquel momento.

El agobio de la discoteca. La soledad. La chica con Harry.

Y en ese momento. Comencé a llorar. Era una experta en llorar silenciosamente, y así lo hice. Dejé que lágrimas calientes y pesadas eliminaran toda la tensión que sentía.

No sé cuánto tiempo pasó. Cuando levanté la vista, la lluvia ya había parado, por lo que salí del coche. El olor a tierra mojada me llenó los pulmones y me senté en el capó del coche. No me importaba mojarme. No me importaba el frío. Necesitaba respirar.

Las lágrimas seguían saliendo de mis ojos pero cada vez con menor intensidad. Pero mis nervios seguían a flor de piel.

Rebusqué en mi bolso y saqué mi paquete de tabaco. Encenderlo se me hizo una tarea imposible porque se me había mojado por lo que maldije en voz alta.

El ruido de una de las puertas me sobresaltó.

Como un acto reflejo me giré y vi la figura de Harry andar hacia mi dirección. Rápidamente me sequé las lágrimas e intenté poner la mejor cara posible.

Our Song | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora